El cine español reclama sus deudas
El Fondo Nacional de Cinematografía no alcanza para abonar los 56 millones que debe Cultura a los productores por los filmes de 2011 El sector exige hoy a Lassalle el pago
Este otoño del descontento generalizado resulta para el mundo del cine el de una inclemente tormenta perfecta. A la subida brutal del IVA que afecta a las entradas (del 8% al 21%) se suma el inquietante recorte sufrido por el Fondo Nacional de Cinematografía, que recibió un tijeretazo del 20% en los presupuestos presentados para 2013. Tan grave es el recorte que no hay suficiente dinero para pagar las deudas contraídas por el Gobierno con los productores por las películas de 2011. Así se lo piensan decir hoy, según ha podido saber EL PAÍS, los representantes del sector en una reunión trascendental a José María Lassalle, secretario de Estado de Cultura, y a la directora general del ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales).
Los productores reclamarán con firmeza al Gobierno la deuda contraída por Cultura con las películas estrenadas en 2011 (las ayudas automáticas se pagan en un plazo de dos años con respecto al estreno de los filmes). Los 39,28 millones del Fondo Nacional de la Cinematografía para 2013 no podrán cubrir ni de lejos los cerca de 56 millones que, según el propio ministerio, se deben a las empresas cuyas películas fueron estrenadas en 2011.
Ese desfase de caja tendría unas consecuencias letales en la maltrecha industria del cine español. La amenaza de Cultura de aplicar un prorrateo, o sea dividir entre los afectados el presupuesto real, no entra dentro de los cálculos de los empresarios. “El quebranto en la industria cinematográfica sería enorme porque provocaría una terrible inseguridad jurídica y financiera”, asegura Agustín Almodóvar, productor de El Deseo. Almodóvar no oculta su gran preocupación, pero no solo porque la película de su hermano Pedro, La piel que habito, estrenada en septiembre de 2011, es una de las afectadas, sino por lo que supondría de pérdida de capacidad del sector para negociar con bancos o sociedades de garantías financieras.
Son muchos los que aseguran que entrarían en ruina inmediata en caso de impago. Es el caso de Larry Levene, uno de los dos productores de Katmandú , un espejo en el cielo, el filme de Iciar Bollain, rodado en Nepal y estrenado en diciembre de 2011. A la productora de Levene, Es.Docu, (46 documentales en 14 años) le corresponde por ayudas a la amortización 360.000 euros, vitales para su supervivencia como empresa. “Si se produce el incumplimiento de la deuda sería nuestra ruina. Al día siguiente entraríamos en concurso de acreedores y yo estaría arruinado”, asegura Levene, que ha avalado personalmente el crédito solicitado para pagar Katmandú, un espejo en el cielo, el primer largometraje de ficción de su productora. Pero a Levene le puede la esperanza y asegura que está “razonablemente” tranquilo. “La deuda contraída es derivada de una ley en vigor y que nunca se ha enmendado. Creo que todavía vivo en un país en el que las leyes se respetan”.
En una situación parecida se encuentra el productora sevillano Antonio Pérez, a quien, según sus cálculos, le corresponde la ayuda máxima vigente en la ley —1.200.000 euros— por la película La voz dormida, de Benito Zambrano. “Es un dinero que ya está gastado en la producción y habrá muchas empresas que se irán al garete en caso de impago, lo que provocará la paralización de la industria de cine en nuestro país”, denuncia Pérez. Hay muchas más películas afectadas: No habrá paz para los malvados (Enrique Urbizu), Los pasos dobles (Isaki Lacuesta), La chispa de la vida (Alex de la Iglesia), Mientras duermes (Jaume Balagueró) o Silencio en la nieve (Gerardo Herrero).
Con estos datos sobre la mesa, no se espera para hoy una reunión distendida en la sede de la secretaría. Tampoco aportarán tranquilidad los excelentes resultados de taquilla que está consiguiendo el cine español (leáse Lo imposible o Tadeo Jones y los que vengan de aquí a finales de año). Van bien preparados los productores. No habrá lugar para cortinas de humo. Ya lo advirtió el presidente de la patronal, Pedro Pérez, en el último Festival de Cine de San Sebastián. “Las ayudas automáticas son una deuda de Estado. Si en este momento el Gobierno tiene dificultades de credibilidad es porque hay dudas sobre el impago como país. La deuda del cine hay que pagarla y luego podremos cambiar el modelo”. Justamente el modelo de negocio es otro de los asuntos que se tratarán en el encuentro de esta mañana. Hartos de tantas promesas y buenas palabras —que si el mecenazgo, que si los incentivos fiscales, que si el cambio de la cultura de la subvención por la subvención a la cultura— los productores lo que exigen es un marco estable en el que poder hacer su negocio, sin vaivenes ni saltos al vacío. No solo exigirán de una vez por todas la definición de un modelo de futuro, sino también un modelo de transición que cree seguridad para producir. “Si queremos hacer cine necesitamos seguridad jurídica y financiera”, dice Agustín Almodóvar.
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