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El electricista asegura que perdió una maleta con 600.000 euros

El ladrón del Códice anotó en su diario que robó casi dos millones al templo El libro de viajes del siglo XII será expuesto en verano en la Catedral

El Códice, tal y como fue encontrado en el garaje de Manuel Fernández Castiñeiras, el electricista que lo había sustraído.
El Códice, tal y como fue encontrado en el garaje de Manuel Fernández Castiñeiras, el electricista que lo había sustraído.

Cuando los agentes de policía irrumpieron el mediodía del miércoles en el garaje de Milladoiro (a las afueras de Santiago) que ya se ha hecho famoso en todo el mundo no iban detrás del Códice Calixtino, que finalmente apareció entre ladrillos y trastos viejos metido en una bolsa de plástico. Perseguían una maleta con 600.000 euros que el principal sospechoso, Manuel Fernández —con orden de prisión después de que el juez le imputase media docena de delitos—, presuntamente había robado en la Catedral de Santiago y que vienen a sumarse al 1,2 millones de euros en fajos de billetes que ya aparecieron en distintos domicilios de su familia y que también proceden, según cree la policía, del botín acumulado durante 25 años de robos en el templo.

El apunte de los 600.000 euros y la maleta es una de los muchas anotaciones que el exelectricista dejó de su puño y letra en una especie de diario donde figuran escritos a bolígrafo todos esos indicios delictivos de los que ahora se nutre la investigación. Las anotaciones, que han dejado patidifusos a los policías, constituyen una interminable confesión que se ha convertido en la principal prueba de cargo (junto a la cantidad millonaria hallada en sus viviendas en fajos de billetes) de esos delitos por el que el juez que instruye el caso, José Antonio Vázquez Taín, lo ha enviado a la cárcel de Teixeiro en A Coruña: delito continuado de robo con fuerza, blanqueo de dinero y varios cargos contra la intimidad de las personas por tener en su poder correspondencia de la Catedral y de algunos de sus vecinos. A su esposa, María Remedios Nieto Mayor, que también tenía cartas de terceros de su mano, el instructor de la causa la envió a la misma prisión por nuevos delitos contra la intimidad y por blanqueo de dinero, el mismo tipo penal que le atribuye al hijo del matrimonio, Jesús Fernández Nieto, como ellos encarcelado.

Que el registro ordenado por el instructor no perseguía hallar la preciada guía de viajes sino el dinero lo prueban las lágrimas que cayeron por la mejilla del propio juez y algún otro miembro del dispositivo en cuanto un agente sacó el Códice de la bolsa. En ese momento eran mayoría los investigadores que creían que nunca más darían con el tesoro medieval y apostaban por que el principal sospechoso ya lo hubiera destruido o vendido a terceros.

Mientras, las pesquisas continúan sin que ninguno de los tres miembros de la familia se haya prestado a colaborar en el esclarecimiento de los hechos, según fuentes de la investigación. Solo el principal imputado se derrumbó el jueves al ver esposados a su mujer y su hijo en el furgón policial, y contó a los agentes los detalles de cómo había sustraído la joya del texto el 4 de julio de 2011.

Pero a estas alturas y visto todo lo que figura en el sumario, la desaparición de esa joya del Medievo es el menor de los problemas legales que tiene el exoperario del templo. Sentado ante el juez y el fiscal, el pasado viernes fue despejando una a una durante tres horas con evasivas y contradicciones la mayoría de las cuestiones del interrogatorio. Cuando se le preguntó por la maleta de los 600.000 euros que todavía siguen buscando los agentes policiales, volvió a dar largas.

Según testigos conocedores del caso, no negó que existiese, tal y como constanta su propia letra en el diario, pero alegó que le había desaparecido, dando a entender que también él fue víctima de un robo. El destino de ese dinero es ahora una de las incógnitas fundamentales de este caso. La policía tiene más o menos claro que el códice desapareció por una venganza personal del electricista que había mantenido una estrecha relación personal con el deán responsable de su custodia, José María Díaz, hasta que en 2008 este decidió prescindir de él como operario en el templo. El juez instructor no quiere ir tan lejos en sus conclusiones y ayer en una entrevista en TVE aseguró que es pronto para determinar el móvil.

La Iglesia sospechaba ya en el momento en que lo despidió que el electricista estaba robando en los cepillos según contaron sus mandos (ahora y no entonces) a la Brigada de Patrimonio del Cuerpo Nacional de Policía. Dónde están los 600.000 euros es lo que se trata de dilucidar: si sirvieron para comprar alguno de esos pisos que la familia pagaba a tocateja, si era el dinero que el propio Manuel Fernández pensaba utilizar para adquirir otra vivienda por 300.000 euros, lo que empujó al juez a registrar sus propiedades, o si permanecen ocultos en algún otro escondite.

Las mismas fuentes próximas a la investigación aseguran que los registros policiales continuarán en sus fincas para intentar dar con el dinero, la obsesión de los agentes una vez que la pieza única regresó ayer a la Catedral en un pomposo acto con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como testigo. La idea del Arzobispado es exponerlo en el templo con la seguridad ya reforzada este mismo verano.

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