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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La máscara anuncia zarpazos

"Habrá nuevas filtraciones", avanza un miembro de este grupo de activistas digitales. Se estima que entre 1.000 y 2.000 personas participan en España en el proceso de decisión

Joseba Elola

El movimiento de la máscara está cambiando el ritmo. El recrudecimiento de sus ataques obedece a una lógica: consideran que las iniciativas de protección de los derechos de autor (entre otras, la Stop Online Piracy Act estadounidense) y operaciones como el cierre de Megaupload son ataques a la libertad de Internet muy graves que deben ser contestados con acciones graves. El carácter indefectible que parece tener la aprobación de una legislación más restrictiva en España, dicen, les ha llevado a elevar el tono de sus acciones. De ahí la publicación, el pasado sábado, de los datos personales de personas que trabajan en el sector de la cultura, en especial del cine y de la música.

Anonymous es un movimiento transversal y heterogéneo en el que conviven todo tipo de sensibilidades. Algunos miembros activos de este colectivo se posicionaron en contra de una acción como la publicación de datos personales de la exministra Gonzalez-Sinde y del actual ministro Wert, pero la acción fue aplaudida en los canales de comunicación de que disponen. Nos lo confirmaba ayer mismo por la tarde R., de 20 años, miembro de este colectivo de activistas digitales y trabajador del sector de la seguridad informática.

El ideario de Anonymous es escueto y sencillo. Dicen que su lucha es por la libertad de expresión, por los derechos humanos y por la transparencia. Pretenden que en ese nuevo mundo que es la esfera digital impere su particular concepto de libertad. Consideran que las acciones para restringir la circulación de contenidos en la red es un ataque que debe ser contestado.

Es un movimiento sin líderes que machaca a todo aquel que se intente mostrar como tal en los medios. Se comunican mediante canales de IRC (Internet Relay Chat) en los que los miembros del colectivo proponen acciones que los demás van refrendando. De los consensos surgen las decisiones de acciones concretas. Y las decisiones se trasladan a la red por la vía de blogs y webs de Anonymous que van migrando por el ciberespacio. Twitter es uno de los altavoces que usan para dar a conocer sus acciones.

Se estima que entre 1.000 y 2.000 personas participan en España en el proceso de decisión. Hasta ahora, Anonymous se dedicaba, sobre todo, a tumbar webs, a impedir el acceso a determinadas páginas mediante ataques de denegación de servicio, los llamados DDos. Lo del sábado supone un salto cualitativo notable y anticipa una etapa de acciones más duras. “Habrá más filtraciones", anuncia R. en conversación telefónica, “se están barajando en estos momentos”. R. dice que no considera excesivamente grave que se publiquen los datos personales de personalidades del mundo de la cultura. “Éticamente es reprobable”, manifiesta, “pero también es reprobable todo lo demás”. Los miembros de Anonynmous consideran que están llevando a cabo una lucha desigual: de un lado, los gobiernos, sometidos por lobbies, por las grandes industrias que no quieren pasar página. Por otro, ellos, con su ordenador.

Estiman que la clase política no está al servicio del ciudadano, sino al servicio de otros intereses. Y por eso actúan, para defender, estiman, el interés general de la ciudadanía. Pero queda claro que no incluyen entre esos ciudadanos con derechos a personas que se dedican al cine o que desarrollan cualquier otra labor en el campo de la cultura, y que no piensan como ellos.

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Sobre la firma

Joseba Elola
Es el responsable del suplemento 'Ideas', espacio de pensamiento, análisis y debate de EL PAÍS, desde 2018. Anteriormente, de 2015 a 2018, se centró, como redactor, en publicar historias sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad, así como entrevistas y reportajes relacionados con temas culturales para 'Ideas' y 'El País Semanal'.

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