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Descubierto el mecanismo de la “microglía oscura”, una posible causa del alzhéimer

El hallazgo podría facilitar el desarrollo de fármacos para ralentizar o incluso “revertir” la demencia, según sus autores

Imágenes de microscopio electrónico de la microglía del cerebro de una mujer sana de 92 años (izquierda) y de la microglía oscura de una paciente de alzhéimer de 91 años.
Imágenes de microscopio electrónico de la microglía del cerebro de una mujer sana de 92 años (izquierda) y de la microglía oscura de una paciente de alzhéimer de 91 años.Anna Flury
Manuel Ansede

Mientras media humanidad se dedicaba a matarse en la Primera Guerra Mundial, los madrileños, disfrazados y con trompetas, salieron a la calle en febrero de 1918 a celebrar el carnaval. “El dolor universal no reza con nosotros”, escribió entonces el poeta Manuel Machado. Un científico de 35 años, Pío del Río Hortega, se encerró aquellos días, “huyendo del bullicio carnavalesco”, en su laboratorio, cercano a la estación de trenes de Atocha. Allí descubrió que, tratando rodajas de cerebro con carbonato de plata y amoniaco, se observaban al microscopio unas células jamás vistas en el órgano del pensamiento humano. Las bautizó microglía y, gracias a este hallazgo, fue propuesto tres veces para recibir el Nobel de Medicina. Un equipo internacional de científicos revela este lunes un mecanismo de la microglía implicado en el alzhéimer, una enfermedad que afecta a unos 40 millones de personas en el mundo.

Es un hecho poco conocido, incluso en España: tres de los cuatro tipos fundamentales de células del cerebro fueron descubiertos por científicos españoles. Santiago Ramón y Cajal, en 1888, fue el primero en demostrar que el sistema nervioso estaba organizado en células individuales: las neuronas. En 1895, el anatomista húngaro Mihály Lenhossék acuñó la palabra astrocitos para referirse a unas células en forma de estrella que actuaban como soporte de las neuronas. Y, tras el bullicioso carnaval madrileño de 1918, Pío del Río Hortega descubrió él solo los otros dos tipos: la microglía, que son pequeñas células que limpian de desechos el sistema nervioso, y los oligodendrocitos, que actúan como la capa aislante de los cables de las neuronas.

También en fechas carnavalescas, pero de 2016, la neurocientífica canadiense Marie-Ève Tremblay y sus colegas descubrieron la existencia de una enigmática “microglía oscura”, una variante más negruzca —en el microscopio electrónico— que era abundante en muestras de pacientes con alzhéimer. Un nuevo estudio, liderado por la investigadora turca Pinar Ayata y con la propia Tremblay entre los coautores, desvela este lunes que esta microglía oscura produce y libera lípidos tóxicos, que dañan las neuronas. El trabajo, publicado en la revista especializada Neuron, muestra que, en ratones, inhibir este mecanismo previene la neurodegeneración. La institución de Pinar Ayata, la Universidad de la Ciudad de Nueva York (EE UU), ha anunciado este hallazgo como “un objetivo prometedor para terapias farmacológicas que ralenticen y, posiblemente, reviertan” el alzhéimer.

El neurocientífico español Pío del Río Hortega.
El neurocientífico español Pío del Río Hortega.Real Academia de la Historia

La neurocientífica Amanda Sierra compara la microglía con el dios romano Jano, que tenía dos rostros y se vinculaba a la guerra y la paz. Las células descubiertas por Pío del Río Hortega actúan como un agente inmunitario, que protege al sistema nervioso ante una agresión interna o externa, pero también pueden ser nocivas. “El estado de microglía oscura era una descripción puramente morfológica que había hecho Marie-Ève Tremblay en 2016, pero nadie entendía muy bien qué significaba. Ahora, casi 10 años después, han podido ver que son células que están dañadas en respuesta al entorno dañino que hay en la enfermedad de alzhéimer y que además contribuyen a la patología. Son células que tendrían que defender el cerebro, pero están perjudicadas y lo que hacen es dañar las neuronas”, señala Sierra, del Centro Vasco para la Neurociencia Achúcarro, en Leioa, en el Gran Bilbao.

La investigadora española recuerda que, hace apenas un mes, el equipo del neurocientífico alemán Mikael Simons publicó que la generación de las placas de beta amiloide —una proteína que se amontona entre las neuronas en el alzhéimer— se inicia en la microglía. “Lo que estamos empezando a ver ahora con estos estudios es que esta microglía participa de manera causal en la patología, aunque no sean la única causa del alzhéimer”, opina Sierra, coautora junto a Marie-Ève Tremblay del libro La microglía en la salud y en la enfermedad (editorial Springer, 2014). “Yo creo que este nuevo estudio abre una nueva ruta que no está explorada en absoluto y tiene potencial terapéutico”, celebra.

El biólogo belga Bart De Strooper, uno de los mayores expertos mundiales en el alzhéimer, aplaude el nuevo estudio, pero considera que “sigue siendo algo confuso” el papel de la microglía en el complejísimo proceso global de la demencia. Las células descubiertas por Pío del Río Hortega cambian sus funciones ante las placas de beta amiloide, subraya De Strooper, del University College de Londres. “Lo que está menos claro es qué cambios causan la neurodegeneración y cuáles son una consecuencia de ella; es decir, si la microglía se adapta a la neurodegeneración o si la causa”, advierte el belga.

De Strooper destaca que el nuevo estudio “aporta pruebas sólidas” de que ese mecanismo de producción de lípidos tóxicos está alterado en la microglía oscura. “Es muy interesante que hayan demostrado en un modelo animal que manipular esta vía tiene efectos beneficiosos en las conexiones entre las neuronas, pero se necesitará tiempo y más investigación para entender cómo de importante es este mecanismo específico en la neurodegeneración general del alzhéimer”, matiza De Strooper, admirador de Pío del Río Hortega. “Es nuestro papa”, proclama. Del Río Hortega, nacido en el pueblo vallisoletano de Portillo en 1882, era republicano y huyó de España por la Guerra Civil provocada por el golpe de Estado de 1936. Una década después, falleció en el exilio en la ciudad argentina de Buenos Aires, sin haber recibido el Nobel.

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Sobre la firma

Manuel Ansede
Manuel Ansede es periodista científico y antes fue médico de animales. Es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Licenciado en Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, hizo el Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medioambiente y Salud en la Universidad Carlos III
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