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Jeremy DeSilva, antropólogo: “La empatía y la compasión compensaron las desventajas físicas de ser una especie bípeda”

El investigador estadounidense publica en español su libro ‘Paso a paso’, en el que mezcla historia, ciencia y cultura para explicar cómo andar erguidos nos hizo humanos

Jeremy DeSilva Antropologia
Jeremy DeSilva, antropólogo y autor de ‘Paso a paso’.Dartmouth College/Robert Gill

A lo largo de toda su vida, una persona promedio da unos 150 millones de pasos. Los suficientes para dar tres vueltas a la Tierra. Puede que no lo tengamos presente, pero nuestra marcha —bípeda y erguida— es un fenómeno bastante raro en la naturaleza, único entre los mamíferos. Jeremy DeSilva (Attleboro, Massachusetts, 48 años) es un antropólogo estadounidense obsesionado con la evolución humana observada desde ese prisma, el del bipedalismo. Forma parte del equipo de investigación que descubrió a dos antiguos miembros de la familia humana: el Australopithecus sediba y el Homo naledi. También ha estudiado chimpancés salvajes en Uganda occidental y fósiles primitivos en museos del África oriental y meridional. Todo ello, para responder a una única pregunta: ¿cómo caminar erguidos nos hizo humanos?

DeSilva ha buscado respuestas en todas partes. Sus análisis sobre los pies han permitido reconstruir los hábitos locomotores de los primeros simios y nuestros primeros antepasados homínidos. Ahora, ha publicado en español Paso a paso (Capitán Swing) un libro que mezcla historia, ciencia y cultura, y que explora cómo el hecho de andar sobre solo dos extremidades permitió a los humanos convertirse en la especie dominante del planeta. El científico responde a las preguntas de EL PAÍS en una videollamada desde su despacho en el Dartmouth College (Nuevo Hampshire, EE UU), y permanece de pie durante todo el tiempo que dure la entrevista.

Pregunta. ¿Suele pasar mucho tiempo de pie?

Respuesta. Como científico, se supone que debes ser lo más objetivo posible, recopilar tus datos y observarlos desde la distancia. Pero la realidad es que la ciencia la hacen los científicos, y los científicos somos humanos. Las preguntas que hacemos nos influyen también a nosotros. He estado estudiando este tema y, desde que escribí el libro, me aseguro de caminar todos los días. Trato de mantenerme activo. Entre esas cosas está utilizar un escritorio de pie como el que tengo ahora, en lugar de estar sentado. Aunque hay datos recientes que demuestran que no es tan beneficioso.

P. A lo largo de su carrera como antropólogo, usted se ha hecho muchas preguntas sobre nuestros antepasados humanos extintos, ¿por qué se terminó decantando por el estudio de la marcha erguida?

R. Como antropólogo, me intereso por aspectos inusuales de los humanos. Uno de ellos es la forma de locomoción bípeda: somos el único mamífero del planeta que habitualmente camina sobre dos patas. Y lo hacemos desde hace mucho tiempo. A partir del registro fósil que tenemos, podemos decir que caminar erguidos fue una de las primeras adaptaciones que nos convirtieron en seres humanos.

P. Se ha enfocado en la morfología de los pies, ¿allí está la clave para entender la marcha bípeda?

R. En parte, sí. Los pies me parecen fascinantes porque cada uno de ellos está hecho de 26 huesos individuales, 52 huesos en total. Eso es una cuarta parte de los huesos que componen nuestro esqueleto. Estas piezas interactúan entre sí para brindar una estructura lo suficientemente rígida como para empujar al cuerpo desde el suelo, pero lo suficientemente flexible como para también absorber fuerza. La marcha bípeda es un lugar maravilloso desde el que plantear interrogantes de nuestros orígenes y nuestra evolución.

El bipedalismo nos hace humanos porque fue el punto de partida

P. ¿Por qué asegura que caminar erguidos nos hizo humanos?

R. Caminar sobre dos patas sentó las bases para todo lo que vino después en nuestra historia evolutiva: cerebros más grandes, la liberación de las manos para construir herramientas, cambios en el torso y la cintura que derivaron en una respiración finamente controlada que nos permitió hablar y crear el lenguaje. Todas estas cosas que celebramos y sabemos que son exclusivas del ser humano no habrían sucedido si no fuera por esta forma inusual de locomoción. El bipedalismo nos hace humanos porque fue el punto de partida.

P. ¿Por qué el bipedalismo es tan inusual entre los mamíferos?

R. Porque te hace lento y vulnerable frente a los depredadores.

P. Eso es una desventaja evolutiva, ¿cómo logró prosperar?

R. No lo sabemos. Hay muchas cosas sobre la evolución del bipedalismo que todavía estamos tratando de descifrar. Vamos a necesitar más fósiles para entenderla realmente y responder a esa pregunta. Sin embargo, una de mis cosas favoritas que descubrimos en el registro fósil de nuestros antepasados es la evidencia de lesiones en los pies y las piernas. Individuos que se rompieron los tobillos o los fémures y eso no los llevó a la muerte. Todo lo contrario: sanaron y sobrevivieron.

P. ¿Dónde está la ventaja?

R. El hecho de que el bipedalismo nos haga tan vulnerables y que tengamos evidencia de individuos que sobrevivieron a algunas de estas lesiones, es una buena señal de que esta forma de caminar coincidió también con la evolución social. Me explico: hace millones de años, si te rompías el tobillo no podías andar y tenías más posibilidades de morir, pero alguien cuidó de esos heridos para que sobrevivieran. Es una de las primeras muestras de compasión y empatía por los demás, algo que se terminó convirtiendo en una de nuestras características sociales principales. El hecho de que cuidemos los unos de los otros cuando estamos heridos pudo haber nacido también de esa vulnerabilidad que trajo la marcha erguida. El cuidado, la empatía y la compasión son ventajas evolutivas que compensaron las desventajas físicas del bipedalismo.

P. Caminar erguidos desencadenó muchos cambios en la anatomía y el comportamiento de nuestros antepasados, ¿cuáles diría que fueron los más decisivos?

R. Los primeros homínidos que caminaban sobre dos patas vivieron en África hace siete millones de años. Desde el punto de vista del comportamiento, parecen ser bastante parecidos a los simios. A medida que llegamos los a Australopithecus, el grupo que Lucy ha hecho famoso, se instaló el bipedalismo como forma de locomoción habitual. No es coincidencia que durante ese tiempo sus cerebros aumentaran un 20% su tamaño en comparación con el de los chimpancés.

P. ¿O sea que caminar en dos pies ayudó a que, con el paso del tiempo, nuestros cerebros se agrandaran?

R. Los cerebros son muy caros de cultivar energéticamente. Entonces, ¿de dónde viene esa energía que aumentó su tamaño? Moverse sobre dos patas es, en realidad, una forma muy eficiente de locomoción. No usamos mucha energía y ese remanente puede ir a otros tejidos del cuerpo, entre ellos a los del cerebro, que termina aumentando su tamaño. Luego, el sistema se optimizó. En el género Homo se desarrolló una forma de bipedalismo más eficiente. Los cambios en los pies y las piernas permitieron explorar un territorio más grande y encontrar más alimentos. Finalmente, nos dispersamos tanto —gracias a caminar con dos pies— que nos convertimos en un linaje global.

P. Ha mencionado a Lucy y este mes se cumplen 50 años de su descubrimiento, ¿el hallazgo de esa australopiteca cambió nuestra idea de la locomoción de los primeros homínidos?

R. Sí, absolutamente. Lucy fue muy importante y sigue siéndolo para la ciencia. Ella fue la pieza de evidencia que faltaba para solidificar la hipótesis de que caminar erguido precede a un agrandamiento significativo del cerebro. Con Lucy tienes un homínido de cerebro relativamente pequeño, pero con una pelvis, rodillas, tobillos y parte baja de la espalda que reúnen las características de alguien que puede caminar sobre dos piernas.

Estamos constantemente buscando una píldora mágica que nos proporcione salud y longevidad. La tenemos: dar un paseo diario

P. Los humanos modernos heredamos un diseño corporal que se originó cuando teníamos un modo de vida muy diferente. ¿Qué papel tiene caminar en un mundo donde tenemos coches, bicicletas, escaleras mecánicas y ascensores?

R. Hay muy buena evidencia de que caminar sigue siendo increíblemente bueno para nosotros. Como humanos, estamos constantemente buscando una píldora mágica que nos proporcione salud y longevidad. La tenemos: dar un paseo diario. Es tan simple como eso. Caminar reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, de accidente cerebrovascular y de desarrollar diabetes. Caminar es bueno para la salud del cerebro, ayuda con la memoria y la creatividad. También protege contra ciertos tipos de cáncer.

P. Deberíamos caminar más.

R. Mi recomendación es que si eres físicamente capaz de subir las escaleras, en lugar de usar el ascensor, lo hagas. Si puedes tener una reunión de pie, trata de hacerlo en lugar de sentarte alrededor de una mesa. Cuanto más podamos mover nuestros cuerpos, más sanos estaremos. Piénsalo así: en nuestros orígenes, si querías conseguir comida, tenías que salir a buscarla, caminar por tu entorno. Hay grupos en Tanzania, América del Sur y el sudeste asiático que todavía son cazadores-recolectores. A menudo, estas poblaciones no padecen de algunas de las enfermedades que llamamos modernas. Lo que ha sucedido en nuestro estilo de vida actual es que dejamos de caminar. En términos de salud, creo que son muy visibles las consecuencias.

P. ¿Hay algún aspecto del desarrollo de la locomoción bípeda que todavía sea un misterio o que esté en debate en la comunidad científica?

R. Sí, las preguntas más importantes permanecen sin respuesta. La principal es por qué y cómo comenzó. ¿Qué permitió realmente que nuestros antepasados se movieran de esta manera y no fueran devorados por los depredadores en su entorno? Eso es lo que todavía estamos luchando por averiguar. También queremos saber cuáles fueron las ventajas que trajo. Algunos científicos han argumentado que uno de los beneficios principales, además de la empatía que ya mencioné, fue compartir la comida. En la locomoción bípeda las manos quedaron libres, lo que permitió recolectar más alimentos y regalárselos a otros. Ese intercambio habría hecho que hubiera una población más saludable. Pero son solo hipótesis, todavía estamos tratando de resolver esas preguntas.

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