Brasil recibe con honores un fósil devuelto por Alemania que destapó cómo los países ricos explotan los restos del sur
Alemania acepta devolver el ‘Ubirajara jubatus’, tras una exitosa campaña en redes sociales
El fósil más famoso de Brasil regresa a casa tras casi tres décadas en Alemania, adonde fue llevado irregularmente. El largo viaje ha incluido negociaciones diplomáticas y breves escalas en Brasilia y Fortaleza. El Ubirajara (señor de las lanzas en lengua tupí) jubatus (cresta en latín) fue oficialmente devuelto este lunes por el comisario de paleontología del Museo de Historia Natural de Karlsruhe a las autoridades brasileñas, con la ministra de Ciencia, Luciana Santos, a la cabeza. Asistieron también a la ceremonia representantes del Gobierno alemán, y del Estado de Ceará, la tierra donde este dinosaurio vivió hace 110 millones de años. La devolución es la exitosa culminación de una campaña iniciada por paleontólogos brasileños para el regreso de este ejemplar, cuyo descubrimiento destapó cómo los países ricos explotan los fósiles del sur, un legado más del colonialismo.
Durante al menos 17 años, el fósil estuvo en manos del museo de Karlsruhe. El fósil de este animal bípedo que tenía plumas y cuatro protuberancias puntiagudas en el cuello fue llevado a Alemania en circunstancias que nunca han quedado del todo claras, pero irregulares, porque legalmente no podía abandonar Brasil.
La profesora Aline Ghilardi es una de las investigadoras que lideró la campaña que triunfó en redes con la etiqueta #UbirajaraBelongsToBR. “Fue una lucha muy ardua, significa mucho para mí estar aquí y ver de cerca a este brasileñito. Que muchos brasileños puedan verlo y estudiarlo a partir de ahora y que sea nuestra bandera en una lucha mayor, la lucha por una ciencia más justa y humana, descolonizada”, declaró al diario Folha de S. Paulo la profesora Ghilardi durante la ceremonia organizada por el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasilia.
La repatriación del fósil ha supuesto negociaciones bilaterales entre Brasil y Alemania y solo fue posible después de que las autoridades del estado alemán de Baden-Württemberg admitieran, según han explicado las autoridades de Ceará en una nota, que los modos en los que la reliquia fue obtenida supusieron una “mala conducta científica”.
El mundo de la paleontología conoció la existencia del ubirajara en 2020, cuando un estudio publicado en Cretaceus Research le puso nombre y los investigadores brasileños empezaron a reclamarlo como un tesoro propio. Fue gracias a su impulso que un tema de ciencia (más allá de recortes presupuestarios y prometedoras vacunas) saltó a los titulares de la prensa local y el ubirajara se convirtió en un asunto de orgullo nacional. El viaje de regreso aún tendrá una parada más en Fortaleza, capital de Ceará, donde será presentado el miércoles.
Después será trasladado a su morada definitiva, un museo universitario en su tierra de origen. El Museo de Paleontología Plácido Cidade Nuvens queda en una pequeña ciudad llamada Santana de Cariri, donde lo esperan como si fuera el maná. “Este fósil es un símbolo de que la ciencia tiene límites éticos que hay que cumplir”, recalcó el director del museo, el profesor Allyson Pinheiro, en una nota. Este apuntó también a una cuestión más prosaica que la importancia de la ciencia y de respetar principios éticos, el turismo: “Un dinosaurio con esta repercusión tiene potencial para atraer turismo diferenciado, influyendo en el desarrollo, haciendo que la rueda de la economía gire”.
Con 17.000 habitantes y 500 kilómetros tierra adentro, Santana de Cariri aspira a que el regreso del ubirajara a su museo universitario impulse la llegada de investigadores y de visitantes foráneos al yacimiento paleontológico local, donde el fósil fue hallado.
La campaña para el retorno del fósil cearense comenzó mientras Brasil tenía un presidente, Jair Bolsonaro, de extrema derecha y negacionista científico. El Gobierno Lula abrazó la causa, con la que presume de defensa de la ciencia y hace un guiño al nordeste de Brasil, un territorio pobre y lejano a las grandes capitales que es su principal granero de votos.
El Museo de Historia Natural de Río de Janeiro, la institución científica más antigua de Brasil, que albergaba 20 millones de objetos, fue pasto de las llamas de 2018 y el 85% de las piezas quedaron destruidas. Las obras de reconstrucción deberían terminar en 2027. Muchos brasileños supieron de la existencia de aquel tesoro nacional, fundado en 1818, el día que ardió con su valiosa colección, incluido el fósil Luzia, el más antiguo de Brasil y América Latina.
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