El resurgir de Oneca: Navarra recupera una variedad antigua de uva a punto de desaparecer
El nombre de esta variedad, que vuelve a las viñas con genética y experimentación, proviene de la madre de Iñigo Arista, primer rey de Pamplona
Onneca fue una mujer oriunda de lo que hoy en día es Navarra que —según autores árabes— a finales del siglo VIII o principios del siglo IX, dio a luz a dos varones que luego fueron célebres en la tierra. El primero, Iñigo Arista (cuyo nombre en documentos antiguos está recogido como Eneco), primer rey de Pamplona; y el segundo, Musa Ibn Musa, el más famoso de la estirpe de los Banu Qasi. Durante los siglos, Onneca ha evolucionado hasta la actual Oneca, nombre y también apellido más arraigados en la zona media y oriental de la comunidad.
Hoy, además, es el nombre oficial de la primera variedad de uva antigua recuperada y registrada por Navarra. A falta tan solo de la publicación en los boletines oficiales, Oneca podría comenzar a cultivarse en pocos meses en la Comunidad foral y ser incluida entre las variedades autorizadas dentro de la Denominación de Origen Navarra. Su hallazgo se produjo por casualidad y gracias al trabajo de prospección Cepas Singulares de Navarra, realizado por la Estación de Viticultura y Enología de Navarra (Evena)
En 2004, Evena inició un proyecto para recuperar, entre otras, la garnacha blanca, un cultivo en retroceso. Cuatro años después, el viticultor navarro Hipólito García Vicente contactó con Evena para que recopilara unas cepas de lo que él creía que era garnacha blanca, en una viña propiedad de su familia de más de 70 años (plantada en 1940), que se ubica en el paraje de Valdecularin, en el municipio de Bargota (comarca amparada por su producción vitivinícola en la Denominación de Origen Calificada Rioja). La recogida de cepas se realizó justo a tiempo porque la familia, que desconocía la rareza vitícola que estaba cultivando, arrancó la viña en 2010, apenas dos años después.
En aquel momento, explica Ana Sagüés, responsable de la sección de Viticultura y Enología, “existía un programa europeo de arranque subvencionado del viñedo, y fueron los de más edad, que eran de garnacha y de vaso, los que se vieron sometidos a ese proceso por la falta de rentabilidad”. “De ahí que empezáramos a prospectar los viñedos con la idea de recoger garnachas tintas que estaban a punto de desaparecer. Nuestra sorpresa llegó al descubrir la gran diversidad de cepas que existían junto con las garnachas tintas: variedades blancas, tempranillos muy antiguos, mazuelos, gracianos y otras que no sabíamos lo que eran”, explica Sagüés. Variedades desconocidas “de las que no hay ninguna entrada en el conservatorio de material vegetal”, como Oneca. Hoy en día, todavía está activo el programa de prospección.
En un primer momento, Oneca solo se encontró en Navarra, pero en 2018, se halló una viña idéntica en Barbenuta (Huesca), donde la viticultura prácticamente desapareció a principios del siglo XX, y que se encuentra a más de 200 kilómetros de distancia de Bargota. Un hallazgo que refuerza la hipótesis de que Oneca no es una variedad exclusivamente local surgida de una germinación espontánea. Es más, añade Alfredo Rueda, jefe del Negociado de Enología de Evena, “hay que entender que una variedad se cultivaba, se propagaba, porque tenía cierto interés en la antigüedad. Nadie llevaba una planta y la ponía en otro sitio si no tenía un cierto interés”. Rueda afirma que esta es una variedad que “lleva siglos con nosotros”.
No se sabe si consta en registros antiguos porque se desconoce el nombre con el que pudo ser denominada, pero sí se ha confirmado, a través de la genética, que Oneca es precursora de otras variedades antiguas. De hecho, detalla Rueda, los análisis de parentesco demostraron que es progenitora de Castellana Blanca y Gavina. Esta última variedad solo se ha encontrado en muestras aragonesas, lo que, para los expertos, indica un vínculo histórico estrecho entre las comarcas que conforman el Alto Ebro. Teniendo en cuenta que Castellana Blanca es, a su vez, progenitora de algunas variedades ibéricas que se cultivan hoy en día, puede aventurarse que, cuanto menos, es tan antigua como ellas.
Del pasado a mirar al futuro
En las próximas semanas está previsto que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación publique en los boletines oficiales la autorización para el cultivo de Oneca, después de que la tramitación se haya resuelto de manera satisfactoria. Si todo va según lo previsto, esta variedad podría empezar a cultivarse en la Comunidad foral en pocos meses y luego, avanza Sagüés, “quedará a la espera de que las figuras de calidad que tenemos en Navarra quieran o no acogerla en sus pliegos de condiciones”.
En el caso de la Denominación de Origen Navarra sí que hay un compromiso por incluirla entre sus variedades autorizadas, “que es una buena noticia porque de alguna manera se prestigia tanto su producción como la elaboración de sus viñas”, explica la responsable. Su inscripción como variedad foral estará a nombre del Gobierno autonómico, por lo que su producción está libre de cargas. Queda por saber si Aragón solicita o no la inclusión de Oneca en sus variedades a cultivar. Respecto a esto, Sagüés detalla que las últimas modificaciones normativas han buscado restringir un poco más el que una comunidad autónoma pueda usar una variedad de uva registrada por otra y se han incluido una serie de condiciones muy concretas.
Mientras tanto, se sigue trabajando con las cepas de las que se dispone. Por ahora, se experimenta con cerca de 30 cepas en una parcela y otra decena en otro terreno. Se ha constatado, explica Sagüés, que “es una variedad bastante rústica frente a las principales enfermedades y que tiene una producción regular y estable en todos los años que la hemos ido estudiando”. En cualquier caso, es un proceso lento. Ya han comenzado a dar muestras a bodegas y viticultores para que puedan empezar a cultivarla, pero de forma experimental porque el vino no se puede vender. Es un trabajo altruista, explica Rueda, y muy útil para saber cómo se comporta la planta en otros terrenos con condiciones distintas a las de Olite, que es donde está ubicada Evena.
El vino no se puede vender, pero sí probar y, asegura Rueda, “gusta y el sector muestra interés”. De color amarillo con ribetes verdosos, tiene “una intensidad aromática media alta, mucha finura, con aromas frutales y cítricos y una mezcla de hierbas aromáticas. En boca es un vino con cuerpo graso y con una correcta acidez, algo muy valorado en los blancos”. Es más, añade Sagüés, “el vino que sale de esta variedad es más que un vino blanco de año”, por lo que no descartan estudiar la posibilidad de producir crianzas cuando se obtenga la autorización ministerial y oneca pueda llegar, por fin, a todas las bodegas.
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