Una nueva investigación arqueológica ahonda en la misteriosa desaparición de los neandertales
Las cenizas de fuegos prehistóricos y las estalagmitas de las cuevas ofrecen originales pistas sobre el fin de esta especie humana en el sur de Europa, tras las investigaciones genéticas que han valido el Premio Nobel
Los neandertales habitaron Europa y Asia durante más de 350 .000 años, hasta que, de forma repentina para los estándares evolutivos, desaparecieron hace unos 40.000 años. Esto ocurrió más o menos al mismo tiempo que la aparición en África del Homo sapiens, el primer ser humano anatómicamente moderno.
Con su característica frente inclinada, su gran pelvis y su ancha nariz, los neandertales dejan tras de sí uno de los grandes misterios de la evolución humana. Vivieron durante la época del Pleistoceno medio y tardío, desde hace 400.000 años hasta hace 40.000 años aproximadamente. Los neandertales vivieron en Eurasia y se han encontrado vestigios de su presencia desde el norte, en lo que hoy es Bélgica, hasta el sur, en el Mediterráneo y el suroeste de Asia.
Sin embargo, no eran los únicos homínidos (especies similares a los humanos) que existían en la Tierra en ese momento. Otros grupos humanos arcaicos, como el Homo floresiensis y los denisovanos, también habitaban nuestro planeta. El estudio genético de todas estas distintas poblaciones de humanos, la paleogenómica, llevó a Svante Pääbo a recibir el premio Nobel de Medicina y Fisiología la semana pasada. Pero ahora se están abriendo nuevas formas de estudio, como las cenizas y las estalagmitas.
“En la época de los neandertales existían varias especies humanas y, de repente, hace 40.000 años, desaparecieron todas menos una”, explica Stefano Benazzi, profesor de la Universidad de Bolonia (Italia). Benazzi es antropólogo físico y dirige el proyecto SUCCESS, financiado por Horizon, que investiga las primeras migraciones del Homo sapiens en Italia. “Es importante entender qué pasó”, señala.
Gracias a los miles de objetos y fósiles hallados en excavaciones arqueológicas, así como a los varios esqueletos casi completos que se conservan, tenemos más conocimientos sobre los neandertales que sobre cualquier otra especie humana extinta. Y existen numerosas hipótesis acerca de la desaparición de los neandertales: algunas apuntan al cambio climático, otras a los enfrentamientos con los Homo sapiens, a una posible competencia por los recursos o incluso a que desaparecieron al aparearse con ellos. Algunas poblaciones humanas que viven actualmente en Europa y Asia tienen hasta un 3 % de ADN neandertal.
Benazzi ha investigado qué les sucedió a los neandertales en Italia en la época en que el Homo sapiens llegó de África. “En Italia contamos con muchos yacimientos arqueológicos (datados) y tenemos una buena visión de las diferentes culturas (tecnológicas) que existían en este periodo en cuestión”, señala. Varios especialistas sostienen que el cambio climático podría haber llevado a los neandertales hacia la extinción. Si bien esto puede ser cierto en otros lugares, no lo es en Italia, apunta Benazzi.
“Esas preguntas [sobre cómo se extinguieron] requieren que primero se determine quiénes eran y cómo vivían, y para ello se necesita mucha información de la que todavía no disponemos”Carolina Mallol, geoarqueóloga de la Universidad de La Laguna
El proyecto SUCCESS pudo analizar gránulos pertenecientes a núcleos de paleolagos (lagos prehistóricos) mediante la extracción de minerales de estalactitas prehistóricas. Estas formaciones calcáreas que cuelgan del techo de las cuevas son, en efecto, máquinas del tiempo climáticas, que permiten al personal investigador conocer cómo era el clima en el momento en que se formaron.
Gracias a ello, el proyecto reconstruyó el paleoclima (clima prehistórico) de hace entre 40.000 y 60.000 años. A diferencia de los hallazgos que se desprendían del análisis de los núcleos de hielo en Groenlandia, no había datos que indicaran un cambio climático devastador en Italia, por lo que era poco probable que ello hubiera sido la causa de la extinción de los neandertales.
El personal investigador del proyecto examinó de cerca un periodo de unos 3.000 años en el que pudieron coexistir poblaciones de neandertales y humanos, excavando siete yacimientos en los que habitaron dichas especies. Indagó en las diferencias culturales y de fabricación de herramientas existentes entre los últimos neandertales y los primeros Homo sapiens en Italia.
Los Homo sapiens que habitaron en Italia utilizaban tipos de tecnología específicos, incluyendo objetos, como ornamentos hechos con conchas, y proyectiles, como puntas de flecha. De hecho, en el marco del proyecto SUCCESS se hallaron los primeros indicios de armas de proyectil lanzadas mecánicamente en Europa.
Disparidad de armas
Los neandertales se habrían encontrado en grave desventaja frente a sus parientes Homo sapiens en lo que se refiere a tecnología armamentística. Sin embargo, es posible que ese encuentro entre especies nunca se haya producido en Italia.
Los restos descubiertos recientemente en el sur de Europa confirman que existía al menos un espécimen de neandertal hace 44. 000 años, mientras que los restos más antiguos de Homo sapiens son de hace 43 000 años. Es posible que coincidieran, pero ninguna de las pruebas actuales lo demuestra, manifiesta Benazzi. Cada región es diferente. “El hecho de obtener ciertos resultados aquí [en Italia] no implica que se obtengan los mismos resultados en otros lugares”, apunta.
En el marco del proyecto PALEOCHAR, Carolina Mallol, geoarqueóloga de la Universidad de La Laguna (Tenerife) y actualmente profesora visitante en la UC Davis (Estados Unidos), está examinando las cenizas del tiempo, buscando rastros de la vida de los neandertales e indicios de su desaparición. El objetivo es estudiar la materia carbonizada microscópica y molecular de sedimentos de incendios prehistóricos, para ver qué material orgánico han dejado.
“La desventaja de los arqueólogos es que el mundo humano es orgánico y no podemos ahondar en él”, señala Mallol, que estudia yacimientos neandertales como el de El Salt y el de Abric del Pastor en España. Cuando la materia orgánica, como la carne o las plantas, se arroja al fuego, el calor la deshidrata y acaba destruyendo su ADN y sus proteínas. Pero las moléculas grasas llamadas lípidos pueden sobrevivir si el fuego no alcanza más allá de unos 350 °C, como demuestran en sus investigaciones Mallol y los demás miembros del proyecto.
“PALEOCHAR fue concebido para descubrir el alcance de las técnicas analíticas en la extracción de información molecular de las capas negras orgánicas [de los fuegos]”, apunta. La paleolipidómica (el estudio de las grasas prehistóricas) se ha utilizado para estudiar los lípidos de las ánforas romanas, las momias egipcias e incluso hojas prehistóricas. Con respecto a los sedimentos humanos prehistóricos, Mallol señala que su grupo es “el primero en aplicar [estas técnicas] de forma sistemática”, señala. El equipo también está ampliando los biomarcadores lipídicos conocidos, que son como “códigos de barras” moleculares específicos de las especies, familias o incluso vías metabólicas.
“Con los biomarcadores se pueden distinguir los herbívoros de los carnívoros, y las coníferas de las angiospermas”, indica.
Mallol y su equipo crearon el primer AMBILAB del mundo (Laboratorio de Investigación de Micromorfología Arqueológica y Biomarcadores), con sede en Tenerife, que forma al personal investigador en las técnicas de micromorfología del suelo y análisis de biomarcadores lipídicos. Las preguntas sobre los neandertales, como, por ejemplo, por qué se extinguieron, son muy ambiciosas, en opinión de Mallol. “Esas preguntas requieren que primero se determine quiénes eran y cómo vivían, y para ello se necesita mucha información de la que todavía no disponemos”, señala.
Con cada nuevo dato, la comunidad científica y los especialistas en arqueología profundizan en el misterio de por qué nuestros parientes más cercanos desaparecieron repentinamente mientras que el Homo sapiens logró sobrevivir.
La investigación a la que hace referencia este artículo ha sido financiada a través del Consejo Europeo de Investigación de la UE y el artículo se publicó originalmente en Horizon, la Revista de Investigación e Innovación de la Unión Europea.
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