Así vivían los neandertales costeros y la megafauna en Doñana, su último refugio europeo
El análisis de huellas de hace 106.000 años permite reconstruir la vida de los homínidos junto a elefantes, jabalíes y uros gigantes en el litoral andaluz
Doñana hace 106.000 años. El sol empieza a iluminar una inmensa playa (llegó a tener hasta seis kilómetros de anchura) y un pequeño grupo de neandertales aprovecha las primeras horas de luz para seguir el rastro de una manada de elefantes de colmillos rectos (Palaeoloxodon antiquus), la última especie de estos grandes paquidermos que habitó en el sur de la Europa continental. La senda ha sido recorrida por lobos, ciervos, jabalíes (Sus scrofa scrofa) de hasta 300 kilos de peso y uros (Bos primigenius primigenius), el antecesor salvaje de los bovinos domésticos que llegó a medir dos metros de altura hasta la cruz en el caso de los machos. Los herbívoros buscan agua y pastos en las zonas de laguna entre las dunas, que aún no se han conformado como los acantilados actuales de la zona, conocida como el Asperillo. Neandertales y lobos buscan presas, carroña y también agua. En la zona no hay cuevas. Nunca las ha habido. Todos sobreviven a la intemperie. Una serie de estudios sobre las huellas fosilizadas descubiertas en Matalascañas (Almonte-Huelva), junto a Doñana, permite reconstruir la vida de los neandertales y de varias especies de megafauna europea. El último, publicado este jueves en Scientific Reports, del grupo Nature, desvela la primera secuencia de huellas de un neandertal adulto y otras aisladas coetáneas a los rastros de hembras y crías de elefante de colmillos rectos en la zona.
Fernando Muñiz, icnólogo (que estudia las huellas o señales de actividad dejadas en los sedimentos o las rocas por organismos vivos), profesor de la Universidad de Sevilla y coautor de la serie de investigaciones, detalla los hallazgos más relevantes del último estudio: “Son el rastro claro de tres pasos de un adulto neandertal y un conjunto de huellas aisladas en la misma superficie donde aparecen los rastros de elefantes, algunos neonatos. Esta relación es muy importante”.
Estos neandertales no fueron ni los primeros (algunos estudios datan los restos más antiguos en Eurasia hace 400.000 años) ni los últimos, ya que la huella más reciente de esta especie, perteneciente a un adolescente de aproximadamente 1,30 metros de altura y hallada en una cantera de Gibraltar, es de hace 28.300 años. Sin embargo, la asociación de sus huellas con la fauna de la zona es clave para entender la vida de una singular colonia costera. Según el estudio, “la reconstrucción de la paleoecología de los homínidos es fundamental para comprender las dietas, las organizaciones sociales y las interacciones con otros animales”.
Las huellas de neandertales de Matalascañas son coetáneas a otras 34 de distintos rastros de elefantes de colmillos rectos. Algunas reflejan el paso de dos hembras que caminaban juntas tras alguna cría más lenta
Estas huellas de neandertales de Matalascañas son coetáneas a otras 34 de distintos rastros de elefantes de colmillos rectos. Algunas reflejan el paso de dos hembras que caminaban juntas tras alguna cría más lenta. De los ejemplares más jóvenes se han hallado pisadas y sucesiones de estas que se corresponden con neonatos y crías de corta edad, que pesaban entre 70 y 200 kilos, y otras de adolescentes de entre 8 y 15 años. También hay huellas aisladas de machos, de hasta 50 centímetros de longitud, que indican la presencia de ejemplares gigantes que pesaban hasta siete toneladas.
La presencia de estas huellas demuestra que el pasto y las reservas de agua dulce de la zona fueron propicias para la reproducción de los elefantes, cuyas crías tienen menos capacidad para viajar largas distancias en busca de estos recursos. Y ello, según Muñiz y Carlos Neto de Carvalho, geólogo, paleontólogo e investigador portugués, pudo ser fundamental para la presencia de neandertales, pues hay referencias de que estos encontraban en los elefantes más jóvenes y en las debilitadas hembras parturientas presas más fáciles y “una fuente muy rica de proteínas”, sin descartar el recurso de la carroña de los ejemplares muertos al nacer o de madres fallecidas en el parto.
Este es un yacimiento en zona costera donde no tenían más remedio que vivir al aire libreJoaquín Rodríguez Vidal, investigador de la Universidad de Huelva
Esta abundancia de recursos y el clima benigno, similar al actual, mientras en el resto de Europa se sobrevivía en ambientes gélidos, hizo que los neandertales se asentaran en la zona, pese a la ausencia de abrigos rocosos. Joaquín Rodríguez Vidal, catedrático de Geodinámica y Geomorfología de la Universidad de Huelva, también coautor de los estudios de la zona, explica: “Es importante resaltar que este es un yacimiento en zona costera donde no tenían más remedio que vivir al aire libre. Es y era un paisaje abierto porque, geológicamente, en el entorno de Doñana nunca han existido afloramientos rocosos ni formaciones cercanas con cuevas, como en el Guadalete (Cádiz) o Gibraltar, donde sí se han hallado muchos restos de industria musteriense [término relacionado con el abrigo rocoso de Le Moustier (Francia) y que da nombre a la elaboración de herramientas en el Paleolítico medio]”.
En cualquier caso, la existencia de rastros de huellas de neandertal confirmada por este equipo de investigadores y de la fauna asociada evidencian una presencia estable de homínidos en este entorno costero. El catedrático onubense considera que el conjunto de huellas distintas muestra el paso de varios individuos, aunque no cree que se tratara de un grupo numeroso. “No eran como los sapiens, que vivían en comunidades más grandes. Los neandertales solían formar grupos familiares y, posiblemente, esa fue una de las causas de su extinción, ya que tenían que mezclarse entre sí: la endogamia y vivir en un grupo reducido les aportaban menos ventajas”.
Los neandertales solían formar grupos familiares y, posiblemente, esa fue una de las causas de su extinción, ya que tenían que mezclarse entre sí: la endogamia y vivir en un grupo reducido les aportaban menos ventajas
El investigador del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada y director del ProyectORCE, Juan Manuel Jiménez Arenas, lo respalda en una investigación publicada en Quaternary Science Reviews y difundida por la institución académica: “Somos [Homo sapiens] una especie muy gregaria que debimos vivir en grupos relativamente grandes, posiblemente de más de 30 individuos. Esto nos daba una ventaja evolutiva importante para hacer frente, por un lado, a la endogamia (probablemente uno de los factores desencadenantes de la desaparición de los neandertales) y por otro a la presencia de depredadores. Asimismo, la cohesión social contribuiría a la supervivencia en un medio complejo y conflictivo”.
Neto de Carvalho: “Los últimos horizontes vistos por los neandertales antes de su desaparición fueron en el extremo sur de la península Ibérica”
Las investigaciones sobre el yacimiento de Matalascañas han sido lideradas, junto a los científicos españoles, por Carlos Neto de Carvalho, geólogo, paleontólogo e investigador del Instituto Dom Luiz (Universidad de Lisboa) y del Geopark Naturtejo Mundial de UNESCO (Portugal). Este científico, nacido en Lisboa hace 46 años, participará del 23 al 25 de este mes en la anual Calpe Conference, un encuentro anual que reúne a los principales especialistas en Prehistoria y neandertales.
𝐏𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐚. ¿Cuál es la importancia de la investigación en Huelva?
𝐑𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚. Los sitios con indicios de actividad animal son una oportunidad única para vislumbrar momentos de vidas pasadas e interacciones ecológicas entre grupos de organismos que incluso pueden haberse extinguido hace mucho tiempo. El yacimiento de Matalascañas ha ido revelando grandes sorpresas a la comunidad científica internacional desde su descubrimiento a fines de la primavera de 2020. Ocasionalmente, la exposición de una vasta superficie rocosa por la dinámica costera actual ha permitido identificar miles de huellas fosilizadas de mamíferos y aves en lo que sería un ambiente de laguna estacional entre dunas, similar a otras que existen actualmente en Doñana. Resulta que estas huellas tienen más de 106.000 años, están muy bien conservadas y revelan la presencia de grandes mamíferos, como el ciervo, el jabalí de proporciones anormales si se compara con los ibéricos actuales, el uro (un toro gigante extinto hace unos siglos) y el elefante europeo 𝘗𝘢𝘭𝘢𝘦𝘰𝘭𝘰𝘹𝘰𝘥𝘰𝘯 𝘢𝘯𝘵𝘪𝘲𝘶𝘶𝘴. El trabajo ahora publicado en 𝘚𝘤𝘪𝘦𝘯𝘵𝘪𝘧𝘪𝘤 𝘙𝘦𝘱𝘰𝘳𝘵𝘴 destaca el descubrimiento de un número anormal de huellas de estos elefantes. Se puede determinar la edad de cualquier especie de elefante a través de sus huellas y lo que encontramos en Matalascañas es que hay un predominio de huellas de recién nacidos, en algunos casos acompañadas de huellas adultas que presuntamente han sido producidas por sus madres. Por ello, y teniendo en cuenta las interpretaciones paleoambientales, reconocemos Matalascañas como un hábitat de maternidad para estos elefantes, algo que nunca ha sido descrito en el registro fósil. Contemporáneamente con estas huellas se encontraron huellas humanas pertenecientes a neandertales, por lo que Matalascañas se convierte en un sitio con características únicas para estudiar interacciones ecológicas de estos humanos con posibles presas.
𝐏. ¿Qué supone la presencia de neandertales costeros?
𝐑. Hay cientos de sitios con industrias líticas de producción neandertal a lo largo de las costas atlántica y mediterránea, especialmente en latitudes del sur, como las penínsulas ibérica, italiana y balcánica. Son más escasas las cuevas y los sitios al aire libre que revelan estrategias de subsistencia e interacción entre depredador y presa. Pero, sobre todo, las evidencias de la presencia de neandertales por el registro de sus huellas son extraordinariamente raras. Este registro nos da indicaciones precisas sobre el tamaño de la población y la distribución demográfica de los grupos neandertales. Permiten recrear a los neandertales moviéndose en su hábitat. En un contexto costero, la primera huella atribuida a los neandertales fue estudiada por nuestro grupo en Gibraltar, aunque el sitio más conocido es Le Rozel, en Bretaña, debido a los cientos de huellas descubiertas en un solo nivel. Las huellas de neandertales en Matalascañas tienen un significado especial, ya que se dan junto a miles de huellas de grandes herbívoros, en su mayoría especies que formaron parte de su dieta, ya sea por confrontación directa o mediante la selección de animales muertos. Con estas huellas encontramos artefactos que fueron utilizados en Matalascañas para el procesamiento de carne.
𝐏. Elefantes, uros, lobos, jabalíes, ciervos... ¿Supusieron la fauna que permitió al neandertal un desarrollo en mejores condiciones que en otros enclaves?
𝐑. Los neandertales eran fundamentalmente carnívoros. La base de su dieta, comprobada por estudios isotópicos de la composición de los restos óseos, serían los grandes mamíferos, como el uro y la cabra, desde la península Ibérica hasta Asia central. Y los elefantes, como el mamut y el elefante europeo, formaban parte de la dieta de los neandertales. En algunos estudios realizados en sitios arqueológicos de Europa central se determinó que los neandertales tenían preferencia por los elefantes recién nacidos o juveniles, ya sea por la calidad de su grasa y carne o porque serían más fáciles de cazar, procesar y transportar al campamento. Esta es la hipótesis que planteamos para Matalascañas: tantas huellas de elefante recién nacido y algunas huellas de neandertal nos llevan a pensar en una posible relación, sin olvidar que este sería un territorio de caza extraordinario en general, dada la gran cantidad de huellas de grandes herbívoros, en una zona donde podían llegar al agua y nuevos pastos a medida que avanzaba el verano. Pero la dieta de los neandertales no era exclusivamente carnívora. En ciertos hábitats y durante períodos de fuertes fluctuaciones climáticas, los neandertales han diversificado su dieta, incluyendo caza menor, vegetales, algas, mariscos, peces e incluso mamíferos marinos. No hay evidencia de prácticas de recolección de mariscos preservados en el registro sedimentario de Matalascañas, pero en Gibraltar se conocen acumulaciones de conchas y restos de mamíferos marinos en las cuevas de Gorham y Vanguard, descritas por el equipo de Clive Finlayson, del Museo Nacional de Gibraltar. Demuestran que no éramos los únicos seres humanos que apreciamos los placeres del mar.
𝐏. ¿Hay relación entre la comunidad de Huelva y otras de la que hay constancia en Portugal y Gibraltar?
𝐑. Ciertamente, las industrias líticas atribuidas a los neandertales y que se encuentran en toda la región costera, desde la franja atlántica cantábrica hasta la costa andaluza, son indicadores de la presencia y persistencia recurrente de los neandertales durante al menos 120.000 años en hábitats costeros. Las acumulaciones de conchas en las cuevas ocupadas por los neandertales muestran que su dieta se diversificaría, al menos en determinadas estaciones del año, mediante la recolección de mariscos y otros recursos marinos. Nuevos hallazgos de huellas de neandertales y megafauna en el suroeste de Portugal, Matalascañas y Gibraltar, correspondientes a un período de tiempo de casi 100.000 años, aunque raros, refuerzan que los hábitats costeros eran un conocido mundo de oportunidades y fueron decisivos para su persistencia en el refugio del sur de la península Ibérica durante las crisis climáticas del último período glacial. En cuanto a los neandertales, el extremo sur de la península Ibérica habría sido el último territorio ocupado por esta especie en Europa. Estos fueron también los últimos horizontes vistos por los neandertales antes de su desaparición de la faz de la Tierra.
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