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El Govern aprueba este miércoles sus cuentas en plena crisis entre Torra y ERC

El presidente de la Generalitat se llegó a plantear el adelanto electoral el pasado lunes

El presidente del Parlament, Roger Torrent (izquierda) junto al de la Generalitat, Quim Torra.
El presidente del Parlament, Roger Torrent (izquierda) junto al de la Generalitat, Quim Torra.MASSIMILIANO MINOCRI
Camilo S. Baquero

El Govern aprobará este miércoles, de manera preliminar, sus presupuestos para 2020, unas cuentas que implican poner fin a las prórrogas que se arrastran desde 2017. Pero no será un día relajado. Pese al balón de oxígeno que las cuentas suponen para una Generalitat paralizada por años de procés, la crisis entre Junts per Catalunya y ERC, los socios en el Ejecutivo, continúa sin resolverse. Dentro de Junts conviven desde quienes piden un adelanto electoral hasta quienes quieren que se corte alguna cabeza republicana como “castigo” por la decisión de dejar a Quim Torra sin su escaño de diputado.

Torra, quien anunció el martes por la noche de forma inesperada una comparecencia para este miércoles, llegó a acariciar el botón atómico del adelanto electoral el lunes. En caliente, era la reacción obvia tras la sesión del Parlament en la que Esquerra acató de hecho la decisión de la Junta Electoral Central, respaldada por el Tribunal Supremo, de quitarle el acta de diputado. Sin embargo, el president optó por hacer una ronda de contactos con sus consejeros y los diputados de Junts per Catalunya antes de tomar una decisión, lo que rebajó la presión inicial reflejada en la decisión de los diputados de la llamada llista del president de no votar en la Cámara si Torra no lo hacía.

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Torra, según explican diferentes fuentes, se encontró con varias posturas entre sus interlocutores. El común denominador de todas es la necesidad de pasarle factura a Esquerra, una especie de “castigo” —palabra utilizada por algunos de los consultados— para no dejar pasar por alto lo que consideran una “traición” de los republicanos.

En las filas de Junts per Catalunya tampoco se olvida que el presidente de la Cámara, Roger Torrent, de ERC, evitó que Carles Puigdemont fuera investido telemáticamente como president en enero de 2018, al aplazar el pleno. Esquerra decía entonces que se necesitaba un “Gobierno efectivo”, no uno liderado desde Bélgica.

El catálogo de posibles correctivos para Esquerra es variado. El sector más duro propuso directamente ir a unas elecciones, mientras que otros dejaron caer la posibilidad de una crisis de gobierno para reforzar el papel de Junts per Catalunya en el Ejecutivo. Incluso se habló de la posibilidad de que la vicepresidencia, en manos de Pere Aragonès, coordinador de ERC, cambie de color (algo que iría en contra del pacto de Gobierno sellado a principio de la legislatura) o de crear el cargo de conseller en cap (una especie de consejero jefe, aunque la ley de Presidencia de la Generalitat no prevé tener esa figura y un vicepresidente al mismo tiempo). “No hay nada definido aún. La decisión es de Torra”, resume un alto cargo de Junts per Catalunya. “No se puede dejar pasar”, defiende una diputada con gran ascendencia en la llista del president.

Sin embargo, el debate tiene otra arista: la aprobación de los presupuestos de la Generalitat. Tanto republicanos como neoconvergentes son conscientes de la necesidad de unas cuentas que den respiro a un Govern que tiene que responder a las necesidades de 2020 con los presupuestos de 2017. Es una idea en la que insistieron ante Torra tanto el PDeCAT como algunos cargos municipales. El coordinador del PDeCAT, David Bonvehí, lamentó la decisión de quitarle el escaño al president, que calificó de “injerencia de los órganos del Estado, que menosprecian los derechos políticos”, pero al tiempo se mostró confiado en que en el independentismo “siempre ha hecho una acción política conjunta para llegar a los máximos acuerdos”. Lluís Soler, miembro de la cúpula del PDeCAT y presidente de la Asociación Catalana de Municipios (ACM), reclamó las cuentas. “Otra prórroga congelaría el gasto, no da flexibilidad a las necesidades cambiantes ni a la actualización de los precios. No podemos dejar perder oportunidades de mejora en la calidad de vida y la acción climática”. Se trata de una idea que comparten muchos de los diputados de Junts que también son alcaldes. “Hay que poner el país por encima de las siglas”, apuntó uno de ellos.

No hubo ninguna reunión oficial entre Junts y Esquerra para intentar acercar posiciones tras el cisma del lunes. Pero la comparecencia ayer de los líderes independentistas presos en la comisión de investigación del Parlament sobre la aplicación del artículo 155 de la Constitución hizo que se cerrara un ala de la Cámara. Y ahí se creó una zona oculta perfecta para contactos discretos.

La presencia de los presos, condenados por sedición y malversación en el juicio al procés, también sirvió para distender una relación que el lunes parecía tocada de muerte. Voces de ambas formaciones creen que los llamamientos a la unidad realizados por los exconsejeros Jordi Turull, Joaquim Forn o Raül Romeva (si bien el exvicepresidente Oriol Junqueras obvió completamente la cuestión) ayudaron a profundizar en la reflexión sobre cuál debe ser el camino a seguir a partir de ahora por el Govern.

Comparecencia inesperada

“Si quieren que nuestra estancia en la celda sea más feliz, episodios como el de ayer [por el lunes], por favor no los hagan”, llegó a decir Turull en su comparecencia, tras recordar que el camino para organizar la consulta del 1-O no fue fácil y también hubo desencuentros. “No se puede vivir de forma permanente en el histerismo, la bronca o el combate político, incluso a veces estéril. No es humanamente soportable”, defendió Romeva. La autoridad moral de los políticos presos sigue pesando. Torra habló un largo rato con ellos este martes, explican fuentes del Govern. “La presencia de los presos ayudó a calmar las aguas. Y no creemos que los presupuestos estén en peligro”, asegura un alto cargo de la Generalitat. Esquerra no ahorró teatralidad para vender el pistoletazo de salida de la tramitación de los presupuestos, que tendría que comenzar este miércoles con la aprobación por el Govern.

Sin embargo, a última hora del martes, el president convocó de forma inesperada una comparecencia para el miércoles al mediodía y retrasó la reunión del Consejo Ejecutivo que debe aprobar las cuentas, prevista para las 9.30, hasta las tres de la tarde. La decisión sorprendió e irritó a los dirigentes de Esquerra.

Esta comparecencia de Torra desdibuja el plan que había previsto ERC para solemnizar la presentación del proyecto, con el vicepresidente Aragonès, también consejero de Economía, y Torrent posando para la tradicional foto de entrega del texto en la Cámara.

Ambos socios parecen envolverse en los presupuestos como patada hacia adelante para dar aire a una legislatura que cada vez resiste menos los roces entre sus socios. “El president sigue escuchando y cuando tome una decisión, la dirá”, explicaron ayer fuentes de la oficina de Torra.

Quien de momento guarda silencio es el expresident Carles Puigdemont. A la espera de que el Parlamento Europeo decida si le retira la inmunidad, como pide el Supremo, el prófugo en Bélgica no ha querido entrar directamente en la discusión abierta con Esquerra. Fuentes del entorno de Puigdemont aseguran que está enfadado con la decisión de Torrent y de los republicanos. Sin embargo, en Waterloo se sigue sin ver claro el momento para convocar las elecciones. Nadie duda de que la decisión de Torra estará muy mediada por los cálculos de Puigdemont.

Por otra parte, Maria Senserrich, quien debería reemplazar a Torra en su escaño, decidió este martes renunciar al acta, según Regió 7. La exportavoz del PDeCAT ha propuesto al resto de miembros de la lista de Junts per Catalunya que hagan lo mismo.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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