La Generalitat estudia reforzar el uso del castellano en las escuelas
El Govern revisa por primera vez el modelo de inmersión lingüística. El documento de partida prevé ampliar el español en entornos donde se detectan carencias de expresión
La Generalitat ha decidido abrir un melón hasta ahora intocable: el modelo de inmersión lingüística en las escuelas. Este sistema, que funciona en Cataluña desde hace 30 años, prioriza el uso del catalán como lengua habitual en las clases y al castellano se le reservan algunas horas semanales. Aunque siempre ha contado con el apoyo mayoritario de la comunidad educativa, este modelo no ha estado exento de polémica por la presunta marginación del español en las aulas. El Govern ha decidido ahora intervenir en este asunto y ha hecho suyo un documento de trabajo que apuesta, entre otras cosas, por reforzar con más horas de castellano a los alumnos de entornos catalanoparlantes.
Pese al consenso mayoritario en torno a este modelo, en los últimos años ha habido denuncias de familias que reclamaban más horas de castellano. De hecho, la pugna por poder elegir la lengua vehicular en aula (castellano o catalán) culminó con varias sentencias judiciales que reconocía este derecho, aunque la Generalitat nunca llegó a aplicarlas. En 2014, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña estableció que había que dar un 25% de clases en castellano, una sentencia que asumieron algunos centros en los que se habían producido demandas de familias. La LOMCE también incluyó un artículo por el que el Gobierno central obligaba a la Generalitat a abonar ayudas de unos 6.000 euros (un importe máximo equivalente al coste de una plaza en un centro público) a las familias que lo solicitasen para matricular a sus hijos en centros privados donde se asegurase el uso del castellano como lengua vehicular. Según el Departamento de Enseñanza, el Ministerio de Educación abrió 154 expedientes de solicitud de estas ayudas durante los tres cursos que estuvo en vigencia —2014-2017— y se estimaron 50 de ellas. Sin embargo, el pasado febrero, el Tribunal Constitucional anuló esos artículos de la LOMCE al entender que el Gobierno invadía competencias autonómicas.
El documento técnico que maneja ahora Generalitat, elaborado por profesionales del Departamento de Enseñanza, recoge una actualización del modelo lingüístico, desde el uso del catalán y el castellano hasta la integración de las lenguas extranjeras. El punto más caliente, no obstante, es el que hace referencia al uso de los idiomas cooficiales. El catalán seguirá siendo la lengua de uso corriente en los centros, pero el documento abre la puerta por primera vez a ampliar las horas de castellano en entornos sociales completamente catalanohablantes, una medida hasta ahora impensable dentro del, para muchos, intocable modelo de inmersión lingüística. “El modelo lingüístico es un sistema de hace 30 años y tiene que pasar por unos filtros de mejora. La idea de fondo es que sirva para dar seguridad y estabilizar líneas de intervención lingüística en momentos en los que hay mucho ruido”, explica Josep Vallcorba, director general de ESO y Bachillerato del Departamento de Enseñanza.
En los últimos años, la lengua ha sido una potente arma arrojadiza por parte de algunos actores sociales y políticos que acusaban a la Generalitat de nacionalismo por el uso mayoritario del catalán o sencillamente de arrinconar el castellano en la escuela. Sin embargo, pese a la controversia generada, los sucesivos Gobiernos catalanes rechazaron tocar o modificar este sistema y siempre defendieron el modelo como una herramienta de integración social.
El actual Ejecutivo catalán, sin embargo, ha dado un paso al frente y ha decidido abordar una reforma del modelo: la idea es flexibilizarlo para adaptarlo a las circunstancias de cada realidad social. “Si el número de horas de exposición a esta lengua no fuese suficiente para lograr el mismo nivel de catalán y castellano, el centro tendrá que decidir incorporar bloques de contenidos en castellano y planificar actividades que potencien la expresión oral de los alumnos”, sostiene el informe. El documento también propone incidir en el uso del castellano culto en zonas mayoritariamente castellanohablantes.
Lógica pedagógica
Hasta ahora, el catalán era la lengua de uso común en las aulas y se impartían dos horas semanales para Lengua Castellana en primaria, tres en secundaria y dos en bachillerato. “Se trata de entrar en una lógica pedagógica que reclama una diagnosis y un seguimiento y hay que ir rectificando para conseguir los objetivos que se persiguen. En función de los alumnos y sus necesidades, hay que ir adaptando el modelo. Ninguna lengua tiene que sentirse menospreciada. Estamos hablando de un aprendizaje integrado, que no se planteen las lenguas como disciplinas cerradas y verticales”, justifica Vallcorba.
El Govern insiste en que el documento “surge del día a día en las aulas” y, de hecho, el refuerzo de las clases de castellano en “entornos de catalanización plena”, como dice el informe, ya se está aplicando en algunas escuelas de la comunidad. En concreto, Enseñanza asegura que un 14% de los 5.400 centros ya imparten más horas semanales en castellano. El informe deja la decisión en manos de los colegios, que disponen de autonomía y un proyecto lingüístico propio. Vallcorba señala que la compresión lectora del castellano “está garantizada”, y señala que los déficits podrían estar “en la lengua oral”. “La función del centro es reequilibrar la situación para lograr los objetivos que queremos”, agrega.
Todavía se trata de un documento de trabajo, sin fechas ni recursos concretos, pero el consejero del ramo, Josep Bargalló, está dispuesto a estudiarlo. La propuesta tampoco es, ni mucho menos, lo que demandan los detractores del modelo de inmersión lingüística, pero se adentra, por primera vez, en un tema casi intocable en Cataluña. De hecho, cuando en 2007, el entonces consejero de Enseñanza, Ernest Maragall —ahora titular de Exteriores en el Govern—, intentó ampliar una tercera hora de castellano, ERC, socio del Gobierno de José Montilla (PSC), dio un golpe en la mesa y consiguió parar la reforma.
“El tema de la inmersión era controvertido políticamente, pero no en la escuela. Ahora hay una educación adaptada al contexto. El modelo lingüístico ha sido flexible estos años y se ha adaptado a las situaciones”, zanja Elena Sintes, de la Fundación Jaume Bofill, un centro de investigación sobre el ámbito educativo. Sin embargo, se estudia cambiarlo.
Modelos bilingües
País Vasco. El 66% de los estudiantes matriculados el pasado curso en infantil, primaria y secundaria optaron por estudiar en el modelo D (el euskera como lengua habitual en clase con el castellano en clase de Lengua y en Literatura). Apenas el 10% optó por el A, que tiene el castellano como lengua vehicular y en el que se estudia en euskera Lengua y Literatura. Mientras que otro 23% cursó el B que reparte las materias entre ambos idiomas. La intención es que en 2020 el 75% de los centros sea trilingüe con inglés.
Galicia. En esta comunidad las asignaturas se imparten desde 2010 a partes iguales en las dos lenguas cooficiales. Y en educación infantil se impone la lengua materna mayoritaria entre los alumnos. El presidente regional Alberto Núñez Feijóo (PP) implantó este modelo para suprimir la discriminación positiva que recibía el gallego en los colegios y fue criticado por sindicatos e instituciones culturales. Algunas encuestas sociolingüísticas alertan de que el monolingüismo en castellano de los niños se ha disparado. La Xunta se defiende y dice que no es consecuencia de su modelo.
Valencia. Según la ley aprobada el pasado febrero —con los votos en contra de PP y Ciudadanos—, los colegios deberán impartir, al menos, un 25% de las horas en valenciano, un 25% en castellano, y entre un 15% y un 25% en inglés. Los consejos escolares deciden el porcentaje. El texto legal señala que se impulsará que la mitad de las clases sea en valenciano y un 25% en inglés. Ahora, según el Gobierno regional, apenas el 30% de los alumnos termina la enseñanza obligatoria hablando bien valenciano.
Baleares. El Gobierno tripartito ha vuelto a la Ley de Normalización Lingüística de 1986 impulsada por el PP de Gabriel Cañellas, que establece que al menos el 50% de la enseñanza se imparta en catalán. Cada centro es libre de desarrollar su proyecto de lenguas. En su mano esta decidir cuántas asignaturas no lingüísticas imparte en un idioma extranjero como el inglés o el francés.
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