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El debate sobre la inmersión lingüística no llega a las aulas

La Generalitat afirma que un 14,1% de escuelas catalanas dan clase en castellano

Una clase de la Escuela Ramon y Cajal de Terrassa.
Una clase de la Escuela Ramon y Cajal de Terrassa.cristóbal castro

“¿Raquel, t’agraden mis zapatos nuevos?”, pregunta Mohamed a la directora de la escuela Joaquim Ruyra de L’Hospitalet de Llobregat. Con algo más de 400 alumnos —el 92% de origen extranjero de 30 nacionalidades diferentes—, este colegio ha roto todos los esquemas: en un entorno deprimido, con muchas familias en riesgo de exclusión social, la escuela destaca por su elevado nivel académico. También en castellano y catalán. La polémica de la inmersión lingüística, que ha copado la atención de la calle por el anuncio del Gobierno de poner una casilla en la preinscripción para elegir la lengua vehicular en la escuela —hasta ahora era el catalán—, no está ni se la espera en el Joaquim Ruyra. Sindicatos, asociaciones de docentes y familias coinciden en que el debate de la calle no ha llegado a las aulas.

Raquel García, directora del Joaquim Ruyra, sostiene que la polémica sobre la inmersión “es poco ajustada a la realidad”. “En las aulas no hay este problema. La lengua vehicular para socializar entre ellos es el castellano, aunque su lengua materna sea otra. Alumnos catalanohablantes aquí no creo que lleguen a cinco. Los profesores se expresan en catalán, los niños se comunican en castellano y vamos compensando. Se hace todo de forma muy natural”, apunta. Aunque, eso sí, intervienen “cuando hay errores o cruzan códigos lingüísticos”: “Si me estás hablando en castellano, perfecto. Pero entonces tienes que decir almuerzo, no esmorzar”. Al ser un centro de alta complejidad, la escuela dispone de una sexta hora que dedica a reforzar castellano, catalán y matemáticas. También hacen tertulias literarias con clásicos en castellano, como el Lazarillo de Tormes, o en catalán como La Odisea. García insiste en que tampoco hay problemas conlas familias. “Todos queremos que lleguen a ser competentes en las dos lenguas”. 

En el otro extremo de la realidad socioeconómica, en el Eixample de Barcelona, el director de la escuela concertada Ipsi, Oriol Blanxart, sostiene el mismo mensaje. “El uso del catalán nunca ha sido un problema. La mayoría del alumnado [1.620 desde infantil a bachillerato] es catalanoparlante. Pero no tendríamos ningún problema en reforzar horas de castellano si fuese necesario. Eso se regula en función de los resultados: si alguna lengua está en regresión, intervenimos”, señala.

En Cataluña, la lengua vehicular en la enseñanza es el catalán, excepto en Lengua Castellana (dos horas a la semana en primaria, tres en secundaria y dos en bachillerato). En los últimos años, sin embargo, algunas familias acudieron a los tribunales para exigir más horas en castellano y el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña dictó varias sentencias en las que obligaba a los centros a dar el 25% de las clases en castellano. La Generalitat, sin embargo, defiende que, dentro del sistema de inmersión, los colegios definen su proyecto lingüístico y, si lo ven necesario, refuerzan las horas en castellano. Enseñanza afirma, de hecho, que un 14,1% de los centros ya imparten más horas semanales en castellano.

En ese 14,1% está, por ejemplo, la Escuela Can Puig de Banyoles (Pla de l’Estany). Cuenta con 434 alumnos, el 40% de origen extranjero, principalmente gambianos y marroquíes. El resto son catalano parlantes en su mayoría. La directora, Anna Ferrer, asegura que los chavales logran un buen nivel de competencia lingüística. “Las horas de libre disposición las utilizamos para las tres lenguas, catalán, castellano e inglés y competencia digital”, explica. 

En la otra punta de la costa catalana, en el colegio L’Antina de Torredembarra (Tarragonès), los alumnos que se han quedado a comer a mediodía en el centro juegan en el patio. Rosi es una abuela malagueña. Lleva a sus dos nietas a la escuela. En un correcto catalán dice que en casa alternan las dos lenguas sin problemas: “Esto es una riqueza”. Ya agrega que las niñas anteponen el castellano al catalán. En la escuela hay un 21% de alumnos extranjeros de un total de 455 escolares. Según una encuesta realizada a los alumnos, solo un 24% usa el catalán como lengua familiar. Del coche de Olga bajan tres criaturas. “Todos míos”, resopla. En casa hablan catalán y dice que sus hijos dominan las dos lenguas: “Me doy cuenta de que en el patio o cuando juegan con niños que son castellanohablantes se pasan automáticamente al castellano”.

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“No queremos segregación, solo más horas de castellano”

Con todo, sí hay centros donde el debate ha entrado en los centros. Por ejemplo, en el Guinovart de Castelldefels, que acumula varias sentencias judiciales que lo obligan a dar el 25% de las horas en castellano. Hace dos años, 40 familias solicitaron a Enseñanza más horas de castellano. Este se negó y una veintena de padres fueron a los tribunales. Dafne Ungerer, una de las madres que lo pidió, dice que desde P4 a quinto curso han aumentado las horas de castellano. "En tercero, cuarto y quinto hay dos líneas en cada curso. En una de las líneas dan más castellano y la otra no. A mí me da igual. Dicen que no se ha dividido a los alumnos por este tema pero qué casualidad que los 15 niños que pidieron castellano estén en la misma clase", señala. La dirección del centro ha declinado pronunciarse sobre la situación de la escuela. "El ambiente está roto. Algunos padres no se hablan. Todos hemos sufrido, también la dirección", lamenta Rebeca Carpi, otra madre que fue a los tribunales.
"No queremos segregación lingüística, solo más clases en castellano", defiende Ana Losada, de la Asamblea por una Escuela Bilingüe. Ella apunta que, con dos horas a la semana, los alumnos "no dominan el castellano en todos sus registros". Además, critica, "la inmersión lingüística es la autopista del nacionalismo"

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