La venta de cava valenciano se dobla en tres años
Nueve bodegas de Requena controlan un negocio de 20 millones de euros
El bisabuelo de Vicente García murió en una Cuba. Desenlace que persigue como una gacela al septuagenario enólogo de Requena. Él elaboró cava por primera vez en 1981 y azuzó la alambicada batalla legal que condujo una década después al Supremo a conceder la denominación de origen frente a las presiones catalanas. “Estoy satisfecho”, confiesa en su finca, donde los viñedos emergen de la arena caliza como conducciones nerviosas.
Los nueve productores de cava de la comarca de Requena venderán este año cuatro millones de botellas, el triple que en 2010, según Agricultura. Facturarán 20 millones de euros y regarán los brindis de una treintena de países, entre ellos Japón, Canadá y Perú.
A cinco metros bajo tierra solo se escucha el silencio. El mercurio roza los 14 grados. Un maridaje natural que anima al reposo de 700.000 botellas. Penumbra y quietud durante un mínimo de nueve meses. “Todo esto es mío y de Emilio Botín”, bromea García que en 2000 pidió un crédito de un millón de euros para levantar Pago de Tharsys sobre una bodega de 1808. Entre sus robustos muros cuentan que durmió el hermano de Napoleón, José Bonaparte. El pionero empresario atribuye la eclosión del cava autóctono a la exportación, que supera la mitad de las ventas globales, y la ubicación de los caldos en la franja gourmet.
Requena no es El Penedés, donde nacen nueve de cada diez botellas en España. Pero poco tiene que envidiarle. 700 metros sobre el nivel del mar y azotes térmicos de 20 grados entre el día y la noche. Las ventajas del sol con el frío del norte. Aunque el cava copa una décima parte del cultivo de sus 22.000 hectáreas de viñedo, los empresarios atisban un filón. Justifican el auge en el desplome exterior de las ventas del champán. Un caldo más caro. Y el potencial. La hectárea en Requena cuesta 15.000 euros, veinte veces menos que en la región francesa de Champaña-Ardenas.
“Las largas crianzas permiten elaborar cavas espumosos de mucha calidad. Es un trabajo meticuloso en el silencio de la viña”, valora José Antonio Navarrete, sumiller del restaurante Quique Dacosta.
Negocio espumoso
Los nueve productores de cava valenciano venderán este año cuatro millones de botellas, el triple que en 2010. Y facturarán 20 millones de euros, un 15% más. Más de la mitad del caldo se exporta a una treintena de países. Asia y EE UU se revelan como mercados emergentes.
Con 22.000 hectáreas de viñedos (el Penedès tiene 32.000), Requena concentra la elaboración de cava en la Comunidad Valenciana. Es el segundo productor de España tras Cataluña.
El principal productor en Requena es Unión Vinícola del Este. Su veintena de trabajadores elaboran dos millones de botellas. La empresa está participada por la distribuidora de lotes navideños Disber Siglo XXI (23%) y la sociedad Vininver 2006 (75%). Le siguen Torre Oria (1,5 millones de caldos al año), que está controlada por Angels, propiedad de Juan Roig, y los exdirectivos del sector vinícola Eloy Bautista y Antonio González. La firma Vicente Gandía distribuye 800.000 espumosos anuales.
Álvaro Faubel no recuerda cuándo se anudó por última vez una corbata. Pero debió ser el siglo pasado. Y probablemente durante los 27 años que ocupó un sillón en la cúpula de la multinacional chocolatera de origen valenciano Natra. Este emprendedor de 61 años desembarcó en los noventa en las viñas cuando su antigua empresa, de la que salió tras una pugna accionarial, compró Torre Oria. En 2001 fundó junto con dos exdirectivos de la bodega y un crédito de 10 millones Dominio de la Vega. Hoy, salen de Casa del Conde, su centro de operaciones erigido sobre una vivienda del siglo XIX, 550.000 botellas que reportan dos millones de euros. “Hemos sobrevivido a la crisis porque tenemos tocino, que es el cava, y por nuestras exportaciones a 26 países”. Con la mirada fija, el exdirectivo reconvertido a la buena vida descorcha un brut reserva especial. El espumoso elegido en 2007 el mejor de España. Un caldo con diez gramos de azúcar por litro que reposa 32 meses antes de acariciar el paladar.
El filón del oro líquido atrajo en 2006 a Requena a Unión Vinícola del Este, el gigante del cava en la comarca. Dos millones de botellas al año y siete de facturación, según la compañía. Manda sus cajas a Canadá, Japón y Reino Unido. Su gerente y presidente de la asociación local de elaboradores, José Hidalgo, evita dar detalles sobre la propiedad. “Prefiero no hablar de ello”, insiste tres veces este ingeniero de 34 años. El registro mercantil sitúa en su accionariado a la distribuidora valenciana de lotes navideños Disber Siglo XXI (23%) y la sociedad de Madrid Vininver 2006 (75%). “Se trata de una empresa de Freixenet”, afirma Vicente García, en la línea de otro productor que pide el anonimato y que recuerda cómo algunas bodegas de la zona valenciana cubrieron la eclosión de la demanda tras los intentos de boicot al cava catalán.
Los productores de cava de Requena venderán este año 4 millones de botellas
El director corporativo de Bodegas Vicente Gandía, Javier Gandía, de 40 años, quita hierro a esos episodios fomentados desde sectores de la extrema derecha. “Las ventas responden a la calidad y la exportación”. Asiente el cofundador de Hispano-Suizas Pablo Ossorio, de 41 años. "El boicot no nos beneficia. Muchas empresas han dejado de regalar cava para no posicionarse”.
La cadena echa humo. Los cinco empleados de la embotelladora de Dominio de la Vega no dan abasto. Su máquina escupe 4.000 botellas diarias. Tac, tac, tac. Pese a la euforia, en el sector se rechaza una burbuja de la burbuja, que es como algunos definen al aterrizaje de inversores arruinados por el ladrillo que ahora purgan la pena. El enólogo García, una enciclopedia andante en un planeta plagado de secretos y recelos, confiesa con sinceridad aplastante el trasfondo de la estratosfera de precios. "El vino es el placer de poseer lo que otros no pueden. Hay quien tiene un orgasmo así. Yo no".
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