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“Tenemos a gente demasiado especialista liderando el mundo”

Vicente Manzano, doctor en Psicología y diplomado en Economía, participa en una coordinadora de movimientos sociales

Ángeles Lucas
El profesor Vicente Manzano en la Facultad de Psicología de Sevilla.
El profesor Vicente Manzano en la Facultad de Psicología de Sevilla. JULIÁN ROJAS

Cuenta que sus compañeros le llaman el Diablo porque siempre les complica la vida. Vicente Manzano, (Sevilla, 1963) doctor en Psicología y Psicopedagogía y diplomado en Estudios Avanzados de Economía Regional, promueve asociaciones, colectivos, plataformas, iniciativas, manifestaciones, escribe libros y artículos, compone canciones, y crea programas informáticos. Todo, hasta donde él considera para defender el bien común.

En su discurso se repite una y otra vez la misma expresión: “Hay que romper fronteras. Entre la Universidad y la calle, entre la razón y la emoción, entre países. Todas son artificialmente mantenidas, intencionadas y perjudiciales, y nos llevan a trabajar demasiado en algo que no es justicia”, dice convencido en su despacho de la Facultad de Psicología de Sevilla. No tiene teléfono móvil, y eso, dice, le aporta control sobre su vida. Ahora invierte parte de su energía en participar junto a otros profesionales en una coordinadora de movimientos sociales que surgen del “descrédito social con el sistema político”.

Pregunta. ¿Piensan constituirse como partido?

Respuesta. Es una posibilidad, pero no el objetivo. El objetivo es construir democracia, para lo que hemos pensado que también es necesario entrar en la dimensión de las elecciones y transformarlas desde dentro.

Albañil, cantautor y profesor

  • Vicente Manzano es hijo de emigrantes andaluces en Cataluña. "Empecé a trabajar en la obra con ocho años, y con 12 cobré mi primer sueldo. Hubo un tiempo que compaginaba ser profesor con ser albañil, y me di cuenta de la forma tan distinta en cómo te tratan, siendo la misma persona. Aprendí mucho de comportamientos sociales".
  • En 2010 recibió un premio al mejor profesor de psicología de España y ha sido presidente de la Sociedad Internacional de Profesionales de la Investigación en Encuestas.
  • En su página web se pueden encontrar desde canciones hasta conferencias y publicaciones, como su libro La Universidad comprometida: "Considero que el Estado me paga por poner a disposición pública lo que hago".

P. ¿Y se presentarían a las elecciones municipales?

R. Primero tenemos que definirnos como grupo y como propuesta. Ahora estamos en el proceso de aunar puntos de vista sobre lo que debe ser la democracia en la práctica y confeccionando los primeros documentos de trabajo. Apostamos por canalizar esfuerzos para que estas iniciativas desconectadas construyan un objetivo común y un programa de mínimos.

P. ¿Sirve la acción social?

R. Es fundamental. Pero hace falta hacer bien el bien. Esto es algo que me preocupa y me ocupa. En los movimientos sociales hay mucha fuerza, pero los métodos pueden ser improvisados y sin tener en cuenta la evaluación del impacto. Antes de empezar, hay que reflexionar sobre cuál es el estado de la cuestión y después desarrollar el plan de acción para que sea más efectiva.

P. ¿Y tiene esperanza?

Ya no se confía tanto en los bancos ni en el Estado, se acabó el juego Se necesitan nuevas propuestas.

R. Tengo esperanza en la Humanidad. Veo en mis hijos a personas bien formadas, y en mis estudiantes a jóvenes con ganas de aprender, dispuestos a cambiar.

P. ¿Cómo ve a sus alumnos?

R. Muchos vienen adoctrinados, y mi misión no es comerles el coco, sino evitar que se lo coman. Se supone que el profesor es el único responsable del aprendizaje; y el alumno está en una posición cómoda desde la que sentarse y escuchar. Hay que romper esa frontera. Por ejemplo, decirle al alumno: Lo siento pero yo no tengo respuestas para todo, lo siento pero la realidad es más compleja de lo que se enseña en el aula, lo siento pero vas a necesitar una conciencia crítica incluso para cuestionar lo que te estoy diciendo...

P. ¿Y qué se descubre?

R. Pues que si sacas a los estudiantes de tu clase y los llevas a la calle, aprenden el contenido de la asignatura al mismo tiempo que realizan un servicio directo a la sociedad. No solo rompes la frontera entre Universidad y calle, sino entre conocimiento teórico y conocimiento práctico; entre razón y emoción, entre descripción de la realidad e intervención en la realidad.

P. ¿Y qué actividades hacen?

Cuanto más desesperado estés, más barato te vendes. Eso es una huida hacia lo peor

R. Por ejemplo, los estudiantes trabajan en grupo, localizan asociaciones, plataformas de interculturalidad, de tolerancia, de inmigración, de vivienda, etcétera que les ponen objetivos como podría ser descubrir qué imagen tienen de ellos en el barrio. Después los estudiantes investigan para recoger datos que respondan a esas inquietudes. Por un lado, la ciudad se beneficia, y por otro, los alumnos aprenden los contenidos de la asignatura que imparto: análisis de datos.

P. ¿Todo es evaluable?

R. Depende de la dimensión. Por ejemplo, colaborando en un grupo de investigación universitario en Chicago sobre la inserción laboral de personas con discapacidad, me di cuenta de que en Estados Unidos lo evalúan todo en términos capitalistas. La sociedad andaluza es muchísimo más sana; aún se piensa en términos humanos. Pero allí tiene que estar todo medido, a ser posible en un ranking. Nosotros propusimos evaluar otras dimensiones porque, de lo contrario, no cumples tu misión, solo buscas alcanzar los aspectos cuantitativos de medida, aunque hagas lo que no debes en términos éticos.

P. ¿Por estas inquietudes estudió Psicología y Economía?

R. En la confluencia entre ciencias es donde saltan las chispas y el progreso. Donde descubres. Tenemos a gente demasiado especialista liderando el mundo. Nos enseñan a especializarnos en un ámbito concreto sin ver el contexto, que es donde está la riqueza. Muchas veces, los científicos no tienen respuestas para la gente de la calle, necesitan humildad.

P. ¿Qué vínculos ha encontrado entre sus especialidades?

R. En términos psicológicos, la parte económica de la crisis se basa en un problema de desconfianza. Ya no se confía tanto en los bancos ni en el Estado, se acabó el juego. Se necesita urgentemente construir la confianza en nuevas propuestas.

P. ¿Y de forma individual?

R. Por un lado, está la tendencia individual de salvarse el cuello y prescindir de principios que antes se consideraban intocables. Es una huida hacia lo peor. Cuanto más desesperado estés, más barato te vendes. Y por otro, está la tendencia colectiva, de intentar salvar a tu familia corrigiendo lo que nos está haciendo daño. Esta tendencia no es tan visible, aunque debería serlo.

P. ¿Por qué?

R. Porque si no se ve, no existe. Y la gente necesita contar con referentes, poder identificarse, conocer alternativas, salidas. Si no hay referentes colectivos, se tiende a lo individual.

P. ¿De ahí su afán de movilización y difusión?

R. Somos muchos los que trabajamos unidos por el bien común. Y puede que seamos más.

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Sobre la firma

Ángeles Lucas
Es editora de Sociedad. Antes en Portada, Internacional, Planeta Futuro y Andalucía. Ha escrito reportajes sobre medio ambiente y derechos humanos desde más de 10 países y colaboró tres años con BBC Mundo. Realizó la exposición fotográfica ‘La tierra es un solo país’. Másteres de EL PAÍS, y de Antropología de la Universidad de Sevilla.

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