Los bollos y el horno. Vienen los presupuestos

Esta próxima semana se conocerá la propuesta de presupuestos que tiene el Gobierno del PNV. Ya ha transcurrido el 10% de la legislatura y seguimos sin saber si hay realmente posibilidades políticas de que se alcance un pacto para su aprobación.

El problema es sencillo de entender: el presupuesto va a ser 1.200 millones de euros menor que el del año pasado, lo que exige reducir un 11,5% de media el gasto de cada departamento. Obviamente, un plato de mal gusto que nadie quiere compartir voluntariamente, así que los posibles aliados se preguntan: ¿merece la pena apoyar al PNV y asumir parte del desgaste? La cuestión es tanto más difícil de contestar cuanto que el PNV no presenta unos criterios económicos claros para toda la legislatura y parece apostar por ir aprobando unas cosas con unos y otras con otros. Por eso es posible que el Gobierno caiga en la tentación de evitarse problemas y hacer los mayores recortes en las partidas dirigidas al exterior, como las subvenciones, y no en las del propio Gobierno. Pero esa política puede debilitar más aún la ya muy profundamente debilitada sociedad civil.

Será importante ver cómo esa reducción de “gasto exterior” afecta a aquellas partidas que, como el I+D, tienen como misión abrir nuevas vías económicas. El año pasado, el Gobierno destinó 290 millones a I+D, mientras destinaba 351 al AVE y 336 a otras infraestructuras, pero me temo que este año el gasto en I+D no solo no va a crecer, sino que va a ser reducido fuertemente, en contra de los criterios de la UE, que apuesta por una evolución hacia la “sociedad del conocimiento” y condiciona las ayudas del FEDER a que se destinen mayoritariamente al I+D y a las energías renovables.

Y cuando el Gobierno tenga que reducir sus propios gastos, además de mejorar la gestión, va a tener que optar entre estrategias con gran carga política.

Va a tener que decidir si aborda el problema del exceso de complejidad de nuestra Administración y de las consiguientes duplicidades que ello genera, lo que lleva al conflicto de la LTH, que hasta ahora ha sido tabú para el PNV.

El gasto en I+D va a ser fuertemente reducido, en contra del criterio de la UE

También va a tener que abordar la depuración de los cientos de “empresas privadas” y “fundaciones” que se han creado estos años, en muchos casos para dar cobijo a los compromisos de empleo con sus militantes. Otro tema tabú.

Y, por último, va a tener que optar entre mantener los sueldos de sus empleados, aunque sea a base de eliminar interinos, o mantener el número de empleados, aunque sea a base de rebajar el sueldo y la jornada. Como se hizo en Alemania.

Hasta ahora se ha optado por subir las horas de trabajo, eliminar interinos y mantener en lo posible el nivel salarial de los fijos, a fin de no tener fuertes enfrentamientos con los sindicatos. Pero esa estrategia reduce la calidad de los servicios en áreas como educación y sanidad, pues desaparecen unidades de apoyo o las sustituciones por bajas.

La solución alternativa consiste en reducir la jornada y los salarios para así mantener el empleo. Es una opción muy poco aceptada por nuestra sociedad, que todavía sueña con curar esta crisis descomunal con simples aspirinas, como vienen a ser esas medidas tan populares de “bajar el número de asesores” y “reducir el sueldo de los altos cargos”, que suenan muy bien, pero que no tienen impacto económico significativo.

Y, como el horno no está ya para estos bollos, sería bueno que los partidos y sindicatos hagan un ejercicio de pedagogía pública y expliquen sus soluciones al presupuesto, presentando los números que las sustentan.