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Esto es lo que notan los que saben elegir melones cuando palpan los extremos

Se acabó lo de pedir ayuda en el súper

Melón

Decir melón equivale a verano. Con esa sensación hedonista de comer fruta a dos carrillos, disfrutando de todo su jugo como si, más que comer, estuvieras bebiendo un refresco. Todo tiene su explicación: el 92,4% de la parte comestible del melón es agua. Además, el gran tamaño del melón invita a compartir y a comer con desinhibición. Es, definitivamente, para disfrutar en esos meses estivales en los que todo parece hacerse más fácil.

El melón pertenece a la familia de las cucurbitáceas. Es fácil de reconocer: de forma redonda u ovalada, cáscara lisa o reticulada y pulpa de color blanco, amarillo o anaranjado. Algunas variedades pueden tenerla también de tonalidades verdosas. Las más conocidas y consumidas en España son: futuro, categoría, piel de sapo, money dew, galia, charentais y cantaloupe.

Su temporada natural va desde julio hasta septiembre, que es cuando se cosechan los melones cultivados al aire libre. De noviembre a enero, queda el melón tendral, una variedad de cultivo tardía.

Pero, ¿es fruta o verdura?

El melón es ya la cuarta fruta más consumida en el mundo, solo por detrás de las naranjas, los plátanos y las uvas. Pero la fama tiene un precio. O, mejor dicho, un debate sin cerrar sobre si este alimento es una fruta o una verdura. Por su textura y modo de consumo se suele clasificar como una fruta. De hecho, en la frutería se sitúa más cerca de los melocotones que de los pimientos. Pero no faltan voces de expertos en botánica que reivindican que, dado el tipo de mata donde crece, en realidad es una verdura de la familia del pepino.

Elige sin equivocarte

Dadas sus dimensiones, es importante acertar al elegir la pieza que nos llevamos a casa. Desde la OCU recomiendan coger los ejemplares que estén en la parte más alta del montón, ya que habrán sufrido menos impactos. Si puedes palparlo, comprueba que esté duro al tacto, sin grietas y con aroma de fruta madura. Lo siguiente se lo habrás visto hacer mil veces a los entendidos en la materia melonera: apretarlo por los extremos. Si está en su punto, la base cederá ligeramente y el otro extremo (el pedúnculo) se abombará un poco. El color también es un buen indicador: los melones verdes intenso aún no están en su punto.

Si puedes palparlo, comprueba que esté duro al tacto, sin grietas y con aroma de fruta madura. El color también es un buen indicador: los melones verdes intenso aún no están en su punto.

Si vives solo o en casa no tiran mucho de la fruta, es mejor que lo compres por piezas. En España es normal encontrar medio melón, incluso ya cortado en dados. En casa solo tienes que eliminar los dos extremos y guardarlo en la zona menos fría de la nevera, bien tapado para que no coja olores.

En caso de que aún esté algo verde, puedes ayudarle a seguir madurando en casa guardándolo en una bolsa de papel (no de plástico) junto con una manzana o un plátano en una habitación seca y fresca.

Tanta agua que casi se bebe

Decir que el melón es casi todo agua es una obviedad. Cualquiera que le haya hincado el diente habrá notado que ese bocado se derrite en la boca. Es la consecuencia de que el 92,4% de su composición sea este líquido elemento y una buena excusa para hidratarse un poco en verano sin tener, necesariamente, que beber. Con este perfil, no es de extrañar que su aporte energético sea bastante exiguo. Solo proporciona 6 gramos de carbohidratos y 27 kilocalorías. A diferencia de otras frutas que sí son altas en fibra, el melón apenas suma 1 gramo de fibra. No parece mucho, pero teniendo en cuenta que el melón invita a comerlo con generosidad y que las raciones suelen ser de entre 200-250 gramos, ese aporte sí es relevante.

Melón

También proporciona 25 mg de vitamina C (casi una tercera parte de la cantidad diaria recomendad), que posee propiedades antioxidantes, participa en la formación del colágeno de la piel y los huesos y favorece la absorción del hierro. Además, es fuente de folatos (30 mcg), cuya presencia es necesaria durante la gestación para el crecimiento de los tejidos maternos y cuyo déficit puede ocasionar problemas en el sistema nervioso del feto. Además, aporta potasio (320 mg por cada 100 gramos), clave para mantener a punto el sistema nervioso y los músculos, así como para preservar la presión arterial en niveles normales.

¿Por qué me pica la garganta?

Entre un 40% y un 50% de las personas alérgicas al polen de gramíneas y abedul pueden verse afectadas por alergia a las profilinas, unas proteínas presentes en algunas frutas. Por ejemplo, en el melón. El efecto suele ser casi instantáneo: picor en la boca, los labios, la lengua, la garganta y hasta un ligero edema denominado Síndrome de Alergia Oral. Todos estos síntomas sobrevienen con una intensidad leve y desaparecen a los pocos minutos de su inicio. Rara vez la cosa va a más con síntomas gastrointestinales. La única manera de hacerle la cobra a los síntomas es ingerir el melón ya procesado, por ejemplo, en forma de zumo.

Perfecto a cualquier hora

Pese a que el saber popular reza que no debe tomarse en la cena, no hay fundamentos científicos que sustenten que se trata de un alimento indigesto o de digestión complicada. Tampoco cuela que sea alto en hidratos, una de las razones por las que algunas personas huyen de la fruta en la cena. Una estrategia innecesaria ya que lo cuenta es la suma de nutrientes y kilocalorías a lo largo de la jornada y no solo la última comida del día.

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