Caída de pelo por estrés: cómo se revierte este angustioso efecto colateral de la pandemia
El primer consejo de los dermatólogos es tranquilizarse y esperar, pero no siempre es suficiente
Te duchas y una bola de pelo bloquea el sumidero. Te peinas y otro buen mechón se queda entre los dientes del cepillo. Cada vez que barres la escoba arrastra mucho cabello, demasiado... Ya empieza a preocuparte. ¿Volverá a crecer?, piensas, angustiada. Tranquilidad. Seguramente sí, porque lo más probable es que se trate de una caída relacionada con estrés y que tenga una —no siempre rápida— solución.
No eres la única persona a la que le pasa esto. A principios de agosto, la actriz estadounidense Alyssa Milano colgó un vídeo en su cuenta de Twitter que mostraba como, tras haber pasado la Covid-19, el pelo se le caía a mechones. “Ocurre en muchos pacientes de esta enfermedad. Pasados dos o tres meses experimentan una caída masiva”, asegura Sergio Vañó, coordinador del grupo de tricología de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Pero no solo le pasa a quienes han padecido la enfermedad. La tensión que provoca la pandemia de coronavirus es suficiente para que el pelo se comience a caer.
El proceso se conoce como efluvio telógeno agudo, y “puede darse por una enfermedad o por una situación de mucha tensión como está siendo la pandemia”, insiste Gloria Garnacho, dermatóloga de la Fundación Piel Sana de la AEDV. "De hecho, este año hemos notado un aumento considerable de pacientes que vienen por este problema a consulta”, aclara. Y no distingue edad ni género. “A los niños de los que se ríen sus compañeros en el colegio les pasa mucho. También les ocurre a algunos se les ponen determinadas vacunas por el estrés físico”, continúa. Aunque lo cierto es que “suele ser mucho más notable en las mujeres y hombres que llevan el pelo largo, y más aún si es oscuro, ya que se notan mucho más los mechones”, observa Vañó.
Tres meses para que vuelva a crecer
Una melena sana tiene un ciclo que consta de varias fases. Primero, la anágena, en la que el pelo nace y crece. Después, la catágena, en la que deja de crecer. Por último, la telógena, en la que cae. Esto ocurre constantemente sin producir ningún tipo de alarma, ya que pasa de forma no sincronizada; es decir, normalmente el pelo se cae, pero no a la vez. La cosa cambia cuando nos sometemos a una situación estresante, ya sea psicológica o físicamente. Entonces sí puede haber “una alteración del ciclo en la que se sincronizan muchos folículos y el pelo cae de forma exagerada”, explica Garnacho.
Es fácil de distinguir de otros tipos de pérdidas de pelo como la alopecia androgenética, que viene de familia, por la manera en la que cae. En el efluvio telógeno agudo se pierde volumen y cantidad de pelo, lo que se nota en una coleta más fina de lo normal. Además, la caída es por toda la cabeza, sobre todo en los laterales y en la parte trasera; se palpa el cuero cabelludo con más facilidad, pero no clarea. En cambio, en la alopecia androgenética lo que se pierde es la densidad del pelo y sobre todo en la parte de arriba de la cabeza, donde se pueden observar claros.
La buena noticia es que tiene solución y que, en muchos casos, no hace falta hacer nada más que esperar. “El efluvio telógeno agudo es un proceso autorresolutivo y no conduce a la calvicie permanente. Saber esto es algo que tranquiliza mucho a los pacientes, que vienen con mucha ansiedad a la consulta. De forma natural, la caída del pelo se va frenando progresivamente, el folículo entra en la fase de crecimiento de nuevo. El pelo vuelve a crecer poco a poco a partir del tercer o cuarto mes”, tranquiliza Vañó. Aunque es cierto que este proceso puede ser largo (hasta 12 meses) o puede llegar a cronificarse, por lo que en muchos casos se acelera con tratamientos. “Se puede tratar con nutricosmética, que son pastillas de vitaminas, aunque lo más efectivo es hacerlo con plasma rico en plaquetas o con minoxidil”, añade el experto.
Nada de intentar probarlo en casa sin las indicaciones de un experto. El primero —el tratamiento con plasma— consiste en inyecciones que se hacen en clínicas especializadas. El segundo “suele requerir receta médica, aunque algunos productos con muy poca concentración se pueden comprar sin ella. No es recomendable, ya que no usarlo bien puede causar efectos secundarios como una hipotensión seguida de una taquicardia reactiva o hipertricosis, que es el crecimiento en exceso de pelo”, aclara la dermatóloga.
Por lo demás, aseguran los expertos, se puede continuar usando los productos que se utilizan habitualmente: champú, mascarilla, acondicionador, tintes, secador, plancha... “Lo único es evitar los tratamientos con formol, pero esto como norma general porque daña el folículo y no tiene arreglo”, concluye la experta.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.