Aire acondicionado vs. ventilador: ¿qué me compro cuando el abanico ha ardido en mis manos?
Ambas opciones funcionan si se sabe cuándo apostar por cada una, pero las dos pueden ser perjudiciales si no se distingue cuál es su momento
Ventilador o aire acondicionado: he ahí la cuestión, el dilema que resurge cada verano, cuando los termómetros se disparan y el calor se nos tatúa en la piel con su pegajosa insistencia. El argumento “estándar” para decantarse por los primeros es que, abanicos aparte, son una opción más económica. Pero el dinero no lo es todo: no quieres morirte de calor, pero tampoco contaminar el planeta; aborreces tener que ocuparte del mantenimiento, pero también instalar aparatos que luego no funcionan; y, desde luego, no quieres enfermar ni morirte de frío. La elección no es sencilla, y para tomar la mejor posible hay que tener claro hasta el papel que juega la humedad ambiental.
Un nuevo estilo que no siempre funciona
Ya sean fijos (anclados en el techo o la pared) o móviles (de torre, pie o sobremesa), una de las características más atractivas de los ventiladores es que hay opciones para todos los gustos. Pero los que triunfan desde hace un tiempo son los de techo. “Es el modelo que marca tendencia y son los más demandados, no solo porque ayudan a sobrellevar mejor las altas temperaturas del verano sino porque, poco a poco, se han ido convirtiendo en elementos estéticos integrados en la decoración del hogar”, explica Montserrat Ramos, jefe de producto de ventilación de Leroy Merlin España.
El ventilador de techo tiene la ventaja de que solo hay que cambiar el sentido de la rotación de las aspas para que el mismo aparato que refresca en verano caliente en invierno (hasta cierto punto, claro está). “La posición de invierno lo que hace es coger el aire caliente de la zona alta de la sala y lo impulsa hacia abajo. En la de verano, cambia el sentido del movimiento para coger el aire frío del suelo y elevarlo hacia arriba”, explica José Arboledas, experto en calidad del aire del Consejo General de Colegios Oficiales de Graduados e Ingenieros Técnicos Industriales de España (COGITI).
Por supuesto, ni los ventiladores de techo ni los de ningún otro tipo tienen el poder del aire acondicionado, capaz de hacernos tiritar en pocos minutos o caldear el ambiente únicamente a cuenta de la inocente cifra del termostato. Pero el trabajo de la humilde hélice puede rebajar la sensación térmica 5ºC, según Ramos. El problema es que no siempre lo consigue.
Entre las investigaciones más recientes sobre los efectos de los ventiladores en la salud destacan las del profesor de fisiología termorreguladora de la Universidad de Sydney (Australia) Ollie Jay, quien los ha llevado a cabo en el contexto de las olas de calor. En uno de sus estudios, simuló una ola muy seca y otra húmeda, y observó que los ventiladores redujeron significativamente la temperatura corporal, regularon la tensión, mejoraron la frecuencia cardiaca y el confort térmico solo en condiciones de calor húmedo. En las de sequedad, el efecto fue el contrario aunque la temperatura fuera inferior: los ventiladores empeoraron todos los parámetros, e incluso incrementaron la sensación de agobio.
Cómo engañar al ventilador
Aunque la muestra del estudio es muy pequeña (solo 12 personas) y se necesitan más investigaciones para corroborar la teoría, el experto australiano recomienda estos aparatos como parte de una estrategia eficaz contra las olas de calor típicas de Estados Unidos y Europa, que son generalmente más húmedas. “Solo en aquellos casos en los que la temperatura es muy alta y los niveles de humedad son muy bajos, el uso del ventilador puede ser perjudicial”, escribe Jay en las conclusiones del estudio. Dicho de otra manera, para que un ventilador despliegue todo su rendimiento, ha de haber cierta humedad ambiental. Si no es así, puede convertirse en un enemigo.
Catarro, laringitis, faringitis, bronquitis... ¿algo más?
En los casos en que el calor sea excesivamente seco como para que un ventilador funcione, el aparato no puede más que dejar paso al aire acondicionado. Pero hay que tener en cuenta que la alternativa resecará aún más el ambiente, además de provocar unos problemas de salud que se repiten año tras año. La mayoría de ellos se derivan del efecto irritativo e inflamatorio que el frío produce en la vía aérea superior, faringe o laringe, incluso en los bronquios.
“Teóricamente, el aire se va calentando cuando entra en las fosas nasales, de forma que cuando llega a los bronquios tiene la misma temperatura que el cuerpo. El problema es que cuando ese aire es excesivamente frío, no da tiempo a que se caliente en la nariz. Para contrarrestar esta sequedad, se recomienda que las personas que pasan mucho tiempo en zonas climatizadas con aire acondicionado beban agua con frecuencia, para mantener un nivel adecuado de hidratación corporal”, explica Olaia Bronte, miembro del área de Medio Ambiente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica.
Afortunadamente, estas afecciones son leves casi siempre. “Los problemas más graves suelen estar relacionados con los gérmenes que se acumulan en filtros, cuando no se realiza una limpieza correcta o si su mantenimiento es inadecuado. Hasta un 20% de los cuadros catarrales, laringitis, faringitis o procesos bronquíticos que se producen en verano son debidos al uso inadecuado del aire acondicionado”, dice Bronte. Dichos filtros “también tienden a acumular polvo y otro tipo de sustancias orgánicas. Esto puede dar lugar a problemas que van desde un simple resfriado a una infección por bacterias u hongos, que puede ser grave”, explica la neumóloga.
El ventilador no se libra de provocar problemas de salud por mucho que no incorpore filtros ni complejos sistemas de mantenimiento (actualmente hay sistemas de purificación y filtración del aire basados en tecnología tan inescrutable como la basada en luz ultravioleta, fotocatalización, filtración iónica…). Paulino Pastor, director general de la consultoría de calidad del aire interior Ambisalud, explica que en el aire “siempre hay una mezcla de contaminantes químicos, microbiológicos y partículas sólidas o líquidas”. El ventilador puede mover el polvo y las partículas contaminantes, y desencadenar una infección puntual o problemas respiratorios a la larga. El experto del COGITI José Arboledas apunta que “es recomendable dejar aunque sea un dedo de apertura de la ventana mientras tengamos puesto el ventilador para que el aire se vaya renovando”. También es una buena práctica cuando se decanta uno por el aire acondicionado. Más vale prevenir...
¿Y si no existe la temperatura correcta para dormir?
Mar Fernández Nieto, médico adjunto del Servicio de Alergología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid, subraya que usar estos sistemas de refrigeración a una temperatura adecuada “no solo es una cuestión de salud sino también una para cuidar el medio ambiente”. La temperatura de los sistemas de aire está regulada por un reglamento que fija la temperatura del aire acondicionado de oficinas (locales administrativos, comerciales y de pública concurrencia) en un mínimo de 26ºC, con una humedad relativa de entre el 30% y el 70%.
Ya llegas tarde al cambio de filtros...
Es un punto a favor para los partidarios del ventilador, ya que requiere mucha menos energía (a una misma potencia contratada, un aire acondicionado de 2 kW de potencia puede gastar en un mes 20 veces más que un ventilador de solo 50W). También es una razón para no preocuparse tanto por dejarse el ventilador encendido mientras se duerme (un momento en el que conseguir la temperatura perfecta es crucial) y que alegrará a las personas que tienen claro que el uso del ventilador durante las noches tropicales es indiscutible —vale la pena recordar que los venden con temporizador para que se apaguen cuando calculemos que estaremos en brazos de Morfeo—. “El ruido que produce el corte de las aspas con el aire les resultan relajantes y les ayudan a conciliar el sueño”, dice la jefe de producto de Leroy Merlin Montserrat Ramos.
Una exposición prolongada a una corriente de aire frío y seco puede precipitar la aparición de problemas musculares, y provocar contracturasMar Fernández Nieto, médico del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz
Joaquín Sastre, jefe del Servicio de Alergología del Hospital Universitario de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, explica que, “al dormir, la temperatura corporal siempre baja (por la inactividad), y lo habitual es que la temperatura del aparato se ajuste a la de la actividad diaria; esto hace que nos quedemos ‘fríos’ si dormidos con el aire puesto. Otro problema añadido es que el aire acondicionado rebaja la humedad (por el sistema de compresión que emplea para enfriar), y el aire seco que esto produce es más irritante, sobre todo si por la noche se ronca o se respira por la boca, debido a una mala respiración nasal”.
En la misma línea, Fernández Nieto recomienda optar por abrir la ventana en vez de usar estos aparatos por la noche, y subraya que la acción irritante del aire frío en las vías respiratorias, tanto superiores (nariz, tráquea) como inferiores (los pulmones), puede derivar en afonías y tos. En personas con asma o EPOC, pueden precipitar un ataque. “A ello hay que unir otro efecto ‘no respiratorio’: una exposición prolongada a una corriente de aire frío y seco puede precipitar la aparición de problemas musculares, dando lugar a contracturas. En cuanto a los ventiladores de techo, que son los que se suelen utilizar en los dormitorios, aunque no existe enfriamiento de la corriente de aire sino solo una movilización del mismo, yo aplicaría el mismo criterio que para el aire acondicionado: durante el sueño, mejor no usarlos”. Es posible dormir sin ellos.
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