Hesíodo al completo, el poeta del trabajo y de la paz
El pesimismo sobre la naturaleza humana domina el pensamiento del fundador junto a Homero del saber occidental. El autor cantó tanto los mitos y los ritos del pueblo como el origen del cosmos y sus dioses
Cuenta la tradición que en un certamen que enfrentó a Homero y Hesíodo para celebrar quién era mejor poeta, si el artífice de la Ilíada y la Odisea o el autor de la Teogonía y Los trabajos y los días, tras ir desde el inicio por delante Homero, se impuso finalmente Hesíodo. La razón que decantó el voto cualitativo del jurado fue que el cantor de la cólera de Aquiles o las aventuras y fatigas del ingenioso Ulises en su retorno a Ítaca fue un poeta de la guerra, mientras que el cantor del origen de los dioses y de los trabajos del campo fue un poeta de la paz. Fuera o no histórico dicho concurso, recogido en el Certamen de Homero y Hesíodo, lo cierto es que ambos poetas podrían compartir la autoría de ser los educadores de Grecia, de su enciclopedia tribal y los fundadores del saber occidental, bien a través de la tragedia de Héctor, las pasiones de Helena o la fidelidad conyugal de Penélope, bien a través de la explicación sobre cómo nacieron los dioses, del pesimismo del mito de las edades, del mito de Prometeo, el benefactor compasivo de los mortales, o de la caja de Pandora, la primera mujer.
Hesíodo nos brinda su misógina concepción sobre la feminidad, con el mito de Pandora, cuya sombra ha sido alargada a lo largo de toda una tradición occidental patriarcal
Si la épica homérica nos revela los valores de la sociedad aristocrática de la Grecia arcaica, los poemas de Hesíodo (finales del siglo VIII antes de Cristo) nos acercan los valores del pueblo llano, de una sociedad de pastores, agricultores y artesanos cuyo lugar natural era el duro trabajo manual y en la que los mitos y los ritos resultaban también formativos sobre el ser y el deber ser de los hombres y mujeres de bien. El mundo rural de Hesíodo nos es descrito en su poema didáctico Los trabajos y los días, mientras que en su más filosófica Teogonía nos canta la creación mítica del cosmos y de sus dioses hasta el reinado final de Zeus. También nos brinda Hesíodo su misógina concepción sobre la feminidad, a través del mito de Pandora, con la creación de la raza de las mujeres, las hijas de Pandora, cuya sombra ha sido alargada a lo largo de toda una tradición occidental patriarcal y dominada por las asimetrías de género. Hubo, no obstante, un tiempo en el que existió también una raza de mujeres excelentes, de esposas fecundas que alumbraron hijos ilustres, como nos revela su Catálogo de las mujeres, por la belleza y virtud de las cuales competían los hombres para convertirlas en compañeras de lecho, héroes como el Heracles del Escudo, un breve y fallido poema en el que se canta un combate singular entre Heracles y Cicno.
Las Musas del Helicón inspiraron sin duda a Hesíodo en la Teogonía y Los trabajos y los días. Si con la Teogonía se inicia en la Grecia antigua la primera reflexión cosmológica y teológica de la historia del pensamiento occidental, en Los trabajos y los días, con la historia de Pandora y la creación de la raza de las mujeres, con el mito de Prometeo o el mito de las edades o las razas, se enhebra en verso una prístina reflexión sobre antropología filosófica, sobre la condición humana, en general, y sobre el segundo sexo, en particular, haciendo de Pandora no la madre de toda la humanidad, sino tan solo la madre de todas las mujeres, de ambigua y peligrosa belleza, como las Pandoras de Dante Gabriel Rossetti, Alma-Tadema y John W. Waterhouse. A los dioses griegos siempre les gustó castigar la insolencia y la soberbia de los mortales y en esa edad del hierro en la que le tocó en suerte vivir a Hesíodo —o en mala suerte, vistos sus lamentos— la mujer fue un castigo añadido, un bello mal, una auténtica calamidad ambigua para los hombres que hasta entonces desconocían la enfermedad, la fatiga y el mal y que desde la época de la estirpe de hierro vivirían dominados por penurias y lamentables inquietudes, condenados a trabajar y privados del pudor, que había abandonado a los hombres para refugiarse entre los dioses en el Olimpo.
Conmovedora es la trágica historia de Prometeo, el titán que desafió a Zeus por compasión hacia los hombres, nacidos desnudos, sin habilidades y abrigo
Conmovedora es la trágica historia de Prometeo, el titán que desafió a Zeus por compasión hacia los hombres, nacidos desnudos, sin habilidades y abrigo, necesitados del fuego posibilitador de la tecnología e imprescindible para sobrevivir y dominar la naturaleza. Domina siempre en Hesíodo un pesimismo respecto a la naturaleza humana, casi un fatalismo, condenada a vivir en una edad de hierro dominada por la miseria, la injusticia, la venalidad de los reyes, los pleitos contra su hermano Perses y el vicio, a la par que por la nostalgia de una perdida edad de oro, añorada después por Cervantes en el Quijote, que quizás nunca jamás volverá.
A priori puede resultar sorprendente una nueva traducción de Hesíodo, pero hay que destacar que esta vez el poeta de Ascra se edita completo en bilingüe, en griego y en castellano —qué bello es contemplar los mudos caracteres griegos para aquellos que, como Petrarca con Homero, son sordos para su música—, por no destacar que a los logros de la traducción de F. Javier Pérez se suman unos excelentes estudios preliminares a cada obra que nos sitúan con precisión y saber en el texto y en el contexto del segundo poeta de la tradición occidental, misógino, sí, pero a la vez, y como diría Quintiliano, destacado por sus provechosas sentencias y la suavidad de sus palabras.
Obra completa
Edición bilingüe de F. Javier Pérez
Abada Ediciones, 2023
664 páginas. 39 euros
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