La llegada del fondo Bicycle insufla esperanzas a las ‘start-ups’ latinoamericanas
Marcelo Claure, exejecutivo de SoftBank, se perfila como un socio local de inversionistas extranjeros en la región, lo que aumenta las posibilidades de poner fin a la sequía de recursos en el sector
Lo que va del año ha supuesto una sequía de fondos para las empresas de tecnología y start-ups en América Latina, pero un par de noticias recientes tiene entusiasmado al sector. Primero, en abril, el fondo Kaszek de financiamiento de riesgo, conocido como venture capital, logró recaudar casi 1.000 millones de dólares. Después, un exejecutivo de SoftBank anunció la apertura de su propio fondo llamado Bicycle Capital, que se espera invierta 500 millones de dólares.
Ambos están tienen el propósito de financiar empresas de tecnología latinoamericanas, en búsqueda del próximo negocio bursátil multimillonario, lo que los coronaría como un “unicornio”. La región que vio nacer a Rappi, Kavak y The Not Company, entre otros unicornios ya conocidos, confía en que la sequía haya llegado a su fin.
“Este fondo de Marcelo Claure y compañía, todos ex Softbank, es un eslabón que estaba perdido en la cadena del capital a emprendedores en Latinoamérica”, dice Diego Noriega, veterano del sector. Noriega ha fundado 23 empresas, algunas directamente de tecnología, otras de financiamiento, como es Newtopia, fondo del que es socio gerente. Claure, por su parte, es fundador y CEO de Claure Group, una multimillonaria empresa de inversión global que abarca sectores desde las telecomunicaciones y medios hasta bienes raíces y deportes. Boliviano, Claure cuenta la historia en sus redes sociales de ser un trabajador incansable que empezó vendiendo teléfonos móviles de la cajuela de su auto en Estados Unidos, hasta construir una empresa de telecomunicaciones tan rentable que la vendió a SoftBank. Después, se convirtió en su consejero delegado.
El financiamiento de empresas consideradas de riesgo se divide en etapas que van en este orden: pre-semilla, semilla, serie A, B y C, de acuerdo con qué tan avanzada está la idea, el modelo de negocio o la empresa. Bicycle es un fondo de crecimiento, es decir, que entrarían a financiar a partir de series B, cuando históricamente Latinoamérica ha tenido más que nada concentración entre semilla y series A, asegura Noriega. Inversionistas estadounidenses y de otras partes del mundo están interesados en financiar ideas latinoamericanas y es mucho más probable que lo hagan cuando tienen un socio local, agrega Noriega. “Se sabe que los de Bicycle o nosotros en Newtopia entendemos la región, los avances que hay en los países en donde ellos ven oportunidades”, dice el empresario, en una videollamada.
Lo que han vivido las start-ups latinoamericanas en los últimos dos años ha sido, primero, un viaje a la cima y, después, una estripitosa caída. En 2021, cuando la Reserva Federal de los EE UU inyectó una cantidad de recursos sin precedentes en los mercados financieros, muchos de esos recursos terminaron financiando empresas de tecnología nuevas en América Latina. Doce empresas latinoamericanas se convirtieron en ‘unicornios’ ese año, marcando un récord para esta región.
Su suerte cambió cuando la inflación empezó a subir rápidamente, obligando a la Fed a revertir su curso. Además, la bancarrota de un banco de tamaño medio en EE UU, el cual se especializaba en financiar a Silicon Valley, presentó otro golpe en la confianza de los inversionistas. Unos 7.400 millones de dólares se invirtieron en la región en el segundo trimestre de 2021, un trimestre récord, de acuerdo con la firma de análisis CBInsights. La cifra más actual, para el primer trimestre de este año, es de solo 600 millones. De acuerdo con un reporte de 2019 del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Latinoamérica y el Caribe invierte siete dólares per cápita en start-ups por año. “Eso es una sombra de lo que otros países invierten en innovación empresarial”, dice el reporte. Israel invierte 117 veces más per cápita que América Latina, Estonia 42 veces más, Irlanda 17 veces más y China siete veces más.
Esto no refleja el potencial. Solo el sector conocido como fintech, que refiere a empresas de finanzas digitales, puede impulsar el Producto Interno Bruto (PIB) de países emergentes en 3.700 millones de dólares para 2025, según la consultora McKinsey. Esto equivale a un aumento de 6%, agregando 2.100 millones de dólares de nuevo crédito, creando 95 millones de nuevos puestos de trabajo y atrayendo a 1.600 millones de personas al sistema financiero.
“Yo soy muy optimista”, dice Sergio Fogel, uruguayo y co-fundador de la empresa de tecnología de pagos dLocal, la cual se especializa en mercados emergentes. El clima financiero actual con altas tasas de interés, no es el más propenso para recaudar capital, pero hay muchos ejemplos de start-ups que lo han logrado. Entre ellos está la plataforma de comercio electrónico uruguaya Nocnoc, la cual recaudó 14 millones de dólares para financiar su expanción a México y otros países de la región hace un par de semanas. “Al fin del día, los emprendedores son los que encuentran ineficiencias y las resuelven y América Latina está llena de ineficiencias”, dice Fogel, al teléfono.
Noriega también se muestra entusiasmado. Dice que, según sus estimaciones, la inversión en venture capital para Latinoamérica ha crecido 100 veces en los últimos 12 años. “Cuando viene un emprendedor hoy y me dice que está todo mal, que no hay inversiones y demás, me da una mezcla de bronca y lástima”, dice Noriega, “porque si ahora no hay capital, no tenés una idea lo que era antes. Esa es la razón de ver la tendencia y ver un crecimiento más allá de la burbuja 2020-2021. La evolución es muy positiva”.
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