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Trueques opacos y buques fantasmas: las opciones de Maduro ante el corte de Trump a las exportaciones petroleras

El presidente estadounidense terminó la licencia de operación de la estadounidense Chevron, lo que tendrá repercusiones en la economía de Venezuela

Oficinas de Chevron, en Caracas, Venezuela, el  1 de diciembre de 2022.
Oficinas de Chevron, en Caracas, Venezuela, el 1 de diciembre de 2022.Matias Delacroix (Bloomberg)

La mitad de la producción petrolera de Venezuela se comercializa, según distintas estimaciones, a través de canales opacos: crudo afectado por sanciones internacionales que se vende con triangulaciones y cobros en especies, hasta llegar a pequeñas refinerías privadas en China con un precio reducido tras el largo periplo. La otra mitad la componen los barriles que procesa la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) junto a su principal socio, la estadounidense Chevron, y en menor medida, con la española Repsol, la francesa Maurel & Prom, la italiana ENI o la india Reliance: unos 400.000 barriles diarios, constantes y sonantes, que alimentan un flujo crucial para la economía del país.

Justamente sobre estos barriles pesa la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de cortar la compra de petróleo venezolano, lo que llevará al país a un nuevo escenario de caída de ingresos, en una economía con pocas fuentes de recursos. Además, la expondría a nuevos esquemas de corrupción por la mayor venta irregular de crudo.

Francisco Monaldi, director del Programa Latinoamericano de Energía de la Universidad de Rice destaca que el fin de la licencia de Chevron –vigente desde 2022– presenta un panorama retador para Venezuela, que tendría que salir a buscar compradores para esos barriles. “El mercado negro presenta varios problemas. Primero, es más costoso el transporte, no solamente porque China es más lejos que Estados Unidos, que eso ya le agrega un par de dólares, sino que además tienen que hacer todo esto de barcos fantasmas, trasvase de crudo en el mar, que van a Malasia y lo mezclan con otro producto y luego lo exportan a China. Todo eso cuesta. ¿Y después, una vez que lo logras colocar, cómo te pagan?”, se pregunta.

El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos desmanteló oficialmente el martes el permiso de operación de Chevron. El aviso es la continuación de la promesa hecha en redes por Trump, quien dijo que el cuestionado presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, había incumplido acuerdos bilaterales sobre repatriación de vuelos con inmigrantes irregulares, por lo que cortaría de tajo el aval para extraer, procesar y exportar hasta un tercio del crudo venezolano hacia las refinerías de la petrolera en el Golfo de México, rebautizado como Golfo de América por el mandatario.

Esto, además de agregar tensión a las relaciones diplomáticas, también complicará las operaciones de PDVSA, sin resolver la duda latente sobre si estas medidas para aislar a Maduro y sus aliados son eficientes para hacerlos considerar una transición democrática a costa de la mayor precariedad económica.

Caída de la producción

Trump ya intentó en su primer mandato un enfoque de “máxima presión” sobre Maduro, al imponer una lista de sanciones individuales a funcionarios clave y prohibir a empresas estadounidenses (o con nexos con el país) hacer negocios con PDVSA o cualquiera de sus subsidiarias. Esto complicó la comercialización de crudo, así como la compra de diluyentes indispensables para mantener la producción. El petróleo pesado y extrapesado de Venezuela requiere refinación adicional para convertirlo en producto exportable.

Buscando un salvavidas, la petrolera se lanzó al mercado negro. Poco después, en 2023, un escándalo de corrupción por facturas sin cobrar por hasta 21.000 millones de dólares, en manos de intermediarios opacos, sacudió al país y originó una movida mayor a la interna del Gobierno, con la salida del exaliado de Maduro, Tareck El Aissami.

En este sentido, la licencia de Chevron, aprobada por la Administración de Joe Biden como una excepción, ha sido útil porque representa un intermediario internacional para la procura de diluyentes, lo que contribuyó en el último año a elevar la producción petrolera a uno 920.000 barriles diarios, según estimaciones de Reuters.

Si el fin de la licencia de Chevron procede y, afecta por contagio a los otros permisos internacionales, un escenario probable dado los lazos de esas empresas con Estados Unidos, se espera un claro declive de la producción.

El fin de la licencia de Chevron también podrá afectar por contagio a los otros permisos internacionales, un escenario probable dado los lazos de esas empresas con Estados Unidos, generando un claro declive de la producción.

Una economía menguante

En los últimos 25 años del chavismo, la economía venezolana ha perdido dinamismo y tamaño, primero por los duros controles gubernamentales, y más recientemente, por el añadido de las políticas de sanciones contra Maduro, acusado de fraude electoral y represión a la disidencia. Por ende, perder el ingreso seguro que suponen las exportaciones de Chevron impactará en las arcas del país, aunque nominalmente no parezca mucho.

“Todas las exportaciones petroleras de Venezuela a Estados Unidos están canalizadas a través de Chevron, que básicamente está exportando la totalidad de su producción. Y, en términos financieros, las actividades petroleras amparadas en la licencia le están produciendo a Maduro ingresos anuales entre 2.000 y 3.000 millones de dólares al año”, cuantifica José Ignacio Hernández, especialista senior y jefe de Mercados de Deuda Pública de Aurora Macro Strategies. “Venezuela está en un claro camino de retroceso económico, precisamente cuando la industria petrolera está, digamos, relativamente bien”, destacó.

El mercado cambiario privado, manejado por la banca, se alimenta primordialmente de estos recursos, pues las condiciones de la licencia revocada prohibía la venta directa de divisas al Estado, por lo que se prevén recortes en el flujo de los importadores del sector privado, que no tienen acceso a los dólares vendidos por el Banco Central de Venezuela a precios oficiales.

No obstante, los analistas coinciden en que esta prohibición no será catastrófica, o al menos no a los niveles de la crisis que padeció el país entre 2018 y 2019, con hiperinflación de cuatro dígitos y caída del PIB del 75%. Aunque, por supuesto, afectará a los ciudadanos, que ya están sumidos en un repunte de la devaluación de la moneda.

Paradójicamente, esto seguirá alimentando las motivaciones para la migración en masa. “Básicamente, la economía seguirá declinando, no a la tasa terrible del pasado, pero la economía venezolana es enana; el hecho de que no crezca ya es un problema severo”, planteó Monaldi.



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