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“Hace falta mayor estabilidad en las políticas públicas y que no haya tantos vaivenes en Latinoamérica”

El economista venezolano Miguel Ángel Santos advierte de que la relocalización de empresas, si se hace de manera espontánea, puede acelerar la brecha de ingresos

Isabella Cota
El economista venezolano Miguel Ángel Santos, decano de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey, en las instalaciones del centro el 19 de junio del 2023.
El economista venezolano Miguel Ángel Santos, decano de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey, en las instalaciones del centro el 19 de junio del 2023.Aggi Garduño

Miguel Ángel Santos (Valencia, Venezuela, 1970) parece estar cómodo cuando toma asiento en una sala de juntas del Tecnológico de Monterrey (TEC), en uno de sus campus en Ciudad de México. La universidad es la cuarta mejor en América Latina, de acuerdo con el ranking de la firma Quacquarelli Symonds y tiene una escuela estrella. Es esta la que Santos llegó a dirigir a partir de mayo. De la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del TEC, han egresado de posgrado seis Gobernadores y es semillero de funcionarios en todos los niveles de Gobierno. Su decano anterior, Alejandro Poiré, fue también secretario de Gobernación.

Después de siete años trabajando como profesor adjunto y director de Investigación Aplicada en la iniciativa Growth Lab de la Kennedy School en la Universidad de Harvard, Santos llegó a México a internacionalizar la escuela y elevarla a nuevas alturas. “El objetivo es ser la mejor escuela de políticas públicas en español”, dice a EL PAÍS en entrevista, “eso incluye a España”. Su hogar antes de llegar a la capital mexicana era Barcelona, en donde todavía reside su familia. En su tono se percibe una confianza natural y una tranquilidad que contrasta con el tamaño de su ambición. Se muestra más enfático y emotivo cuando habla de su natal Venezuela, país que visitó recientemente después de seis años de ausencia para encontrar un precario panorama económico.

Santos habla de los vaivenes que viven los latinoamericanos. Su visión es una de generación y aglomeración del conocimiento como antídoto a las economías dependientes de las volátiles materias primas. “La región tiene todavía una parte importante de su suerte atada a la suerte de los recursos naturales, y mientras eso sea así, eso va a traer consigo volatilidad política”, dice el académico.

Pregunta. ¿Cómo se siente a su llegada al Tecnológico de Monterrey (TEC) y cuáles son sus planes?

Respuesta. Me siento muy bien porque me parece que es un gran reto. Lo que me trajo el TEC fue la ambición de su rector y su presidente ejecutivo David Garza. Son gente que quiere hacer las cosas bien y al máximo. Cuando yo empecé a mirar la posibilidad de venir, una de las cosas que me atrajo fue la posibilidad de crear aquí en el TEC la mejor escuela para aprender políticas públicas en español. La mejor. Que cuando tú le preguntes a alguien cuál es el mejor lugar para aprender sobre políticas públicas, el que se venga a la mente sea el Tecnológico de Monterrey. Eso incluye a España también. Implica que trabajemos por internacionalizar la escuela. Estamos haciendo esfuerzos como inscribirnos en los foros en donde se reúnen las grandes escuelas de gobierno a nivel mundial, por ejemplo, para empezar a relacionarnos más con ellas. Un esfuerzo por internacionalizar nuestra planta de profesores. Ya tenemos una cantidad de profesores extraordinarios y ahora tenemos algunas vacantes. Quisiera ir orientando esas vacantes a traer profesores de otros lugares de América Latina que hayan hecho políticas públicas en otros países y puedan compartir con los estudiantes esa experiencia. Y la última etapa de ese proceso es tener una base de alumnos que sea internacional también, de manera que unos puedan aprender de la experiencia de otros. Parte del aprendizaje clave que ocurre en las grandes escuelas de gobierno es que te sientes con gente que a enfrentado esos problemas en otro país y entiendas cómo se resolvió, o que desarrolles una red de contactos para llamarlos y consultarles cómo resolvieron en su país tal tema.

P. Internacionalización, pero con clases en español, ¿correcto?

R. Cien por ciento. Puede ser que traigamos algún profesor en particular que tenga algún expertise para dar una materia electiva en inglés y que los estudiantes se inscriban voluntariamente, pero el objetivo es ser la mejor escuela de políticas públicas en español. Que este sea el lugar por excelencia, por sus profesores, por sus temas y, también, porque se dan en español.

P. Hablando de políticas públicas, ¿cuál es su perspectiva de México?

R. Cualquier cosa que yo diga la tienes que calificar por el hecho de que estoy aquí desde a penas el 2 de abril. Hay algunas medidas que se han tomado que nos hacen difícil nuestra tarea como escuela de gobierno. Por ejemplo, estando yo en Harvard se le impuso un salario máximo a los empleados del sector público mexicano, donde había muchos alumnos que habían pasado por la Kennedy School. Salieron de inmediato y empezamos a recibir sus currículums. Yo he interactuado desde Harvard con empleados del servicio público mexicano, de Secretaría de Hacienda, el Instituto Mexicano del Seguro Social y eran una élite extraordinaria de funcionarios. Supongo que lo sigue siendo, hace algún tiempo que no tengo interacciones directas, pero definitivamente esta medida afecta el deseo de estudiantes de formarse mejor para ascender en posiciones en sector público y para ascender en importancia y en compensación también. Ese es un elemento complicado. Nuestros países latinoamericanos son así, lo que no pasa es que todos van arriba o todos van abajo al mismo tiempo. Parte de esta medida de internacionalización que comentaba está precisamente orientada a aislar un poco la escuela de los vaivenes que pueden tener todos nuestros países, incluido México. Si nosotros conseguimos llegar a los interesados en entender mejor el gobierno y las políticas públicas en el resto de los países, creo que nuestra demanda y la cantidad de estudiantes interesados en nosotros se va a estabilizar un poco. Porque cosas como esta han pasado en otras ocasiones. No solamente es el punto de vista del aprendizaje y la enseñanza, creo que es importante el punto de vista de la estabilidad, que tengamos un portafolio diversificado de estudiantes.

P. Siempre me he preguntado por qué los países de América Latina son así. ¿Por qué tan poca continuidad, por qué cambia tanto con cada Administración?

R. Es una pregunta válida y no tengo la respuesta. Tengo mi propia impresión, habiendo pasado mucho tiempo trabajando en la región. La mayoría de nuestros países, incluyendo Chile, por ejemplo, generan sus exportaciones en más de dos tercios de productos primarios o recursos naturales. Eso se traduce en que, cuando a los recursos naturales les va bien, los gobiernos tienden a ser más eufóricos que el propio boom de recursos naturales, a gastar más y a generar desequilibrios por que, luego, caen los precios de los recursos naturales, que en sí son cíclicos. Cuando los recursos naturales tienen un precio alto, tú tienes mucho dinero para gastar. Pero no sólo eso, la gente te quiere prestar, los bancos te quieren prestar porque tienes dinero y entonces te endeudas en exceso. Suele caer la pobreza, suele mejorar la capacidad de consumo. Cuando los precios de los recursos naturales caen, ya nadie te quiere prestar, porque el mundo financiero es así y te ves obligado a recortar el gasto en el momento en que no deberías. Esto genera, primero, un descontento político fenomenal y segundo, un cambio político hacia alguien que tiene que venir a lidiar con los desequilibrios creados por el gobierno que acaba de salir. Uno elige al nuevo para que lo saque de este descontento, como una salida. Eso es lo que va generando esos vaivenes. Que la región tiene todavía una parte importante de su suerte atada a la suerte de los recursos naturales, y mientras eso sea así y los precios de los recursos naturales sean volátiles, eso va a traer consigo una volatilidad política que hace que seamos extraordinariamente pro cíclicos.

P. Creo que hay un un deseo, sobre todo entre generaciones más jóvenes en América Latina, de alejarse del modelo económico extractivo de los recursos naturales. No sé si estamos cercanos o si estemos preparados para migrar a un modelo que no sea tan extractivo.

R. Es que eso no se dio por elección, sino por consecuencia y disponibilidad. Todos los países quisieran desarrollar una aglomeración de conocimiento que dé para tener una cantidad de industrias diferentes que no dependen de recursos naturales. La pregunta es ¿cómo se genera dicha aglomeración? Creo que con la transición energética algunos países se van a ver forzados a ir un poco más rápido. Mucho del trabajo que hacíamos en el laboratorio de crecimiento tiene que ver con analizar los países, los estados o las ciudades, ver qué cosas saben hacer hoy en día y encontrar qué cosas pudieran aprender a hacer con esas mismas capacidades productivas en un tiempo relativamente breve. Es una tarea que muy poca gente se ha planteado porque su resultado es incierto. Si yo te digo que lo que falta en mi estado es un puente y tú me das los recursos, yo voy y construyo el puente. La incertidumbre en relación con eso no es muy alta. Además vas, cortas la cinta y te tomas una foto en el puente. Si yo te digo que lo que está faltando es que la aglomeración de conocimiento es muy débil y por eso no puedes hacer productos de mayor valor agregado que sostengan mayores salarios, habría que plantearnos qué industrias se pudieran dar aquí, dónde están los jugadores de esas industrias y qué necesitarían para venir. Los resultados de este proceso son muy inciertos. Por eso también es legítimo que algunos políticos se planteen si esto es algo que quieren hacer o si se enfocan en algo que pueda tener una influencia más directa. Creo que por eso, cuando las cosas van bien, nadie lo quiere mirar porque te va bien y tienes mucho dinero para gastar. Y cuando las cosas van mal, tienes muchas otras prioridades. Quizás lo que nos hace falta es un poquito más de estabilidad en las políticas públicas y que no haya tantos vaivenes en la ejecución, porque esto que te acabo de describir toma tiempo en madurar.

P. En México está en boga el traslado de empresas norteamericanas de Asia a países aliados de EE UU, conocido como el nearshoring. ¿Qué opina de esta tendencia?

R. La pregunta clave que habría que hacer en el tema del nearshoring es ¿cuál es el ecosistema productivo de estas industrias que tienen potencial de ser trasladadas y en qué partes de México está ese ecosistema productivo? El riesgo de que la respuesta sea en el norte de México es muy alto, porque es ahí en donde se registran las grandes aglomeraciones de conocimiento. Una cosa que a mí me preocupa es que, si eso es así, si el nearshoring se va a movilizar hacia donde esté el ecosistema productivo, lo que va a ocurrir espontáneamente es una aceleración de la brecha de ingresos entre el norte y el sur. Si en el sur de México hay ciertos inputs de producción que son abundantes y algunas de estas industrias eventualmente pudieran localizarse ahí, no lo van a hacer de manera espontánea. No conocen el lugar, no hay otras industrias ahí, no está el ecosistema productivo. Esos problemas no los suele resolver el mercado. Tiene que haber alguien pensando activamente en qué tipo de modelos de negocios se pueden atraer al sur de México, porque ahí hay cosas abundantes que no abundan en otra parte. Mano de obra barata es una, por ejemplo. Y en qué tipo de modelo de negocios pueden ser llevados a otras regiones en México, que esto se planifique y se piense de una manera coordinada.

P. Esto lo debieran hacer los gobiernos.

R. Exactamente, porque es demasiado grande el país como para que esto se haga de manera planificada desde el centro. Mucha gente habla de la necesidad de la coordinación público-privada. Yo también he aprendido que a veces lo que más falta hace es la coordinación público-público, porque diferentes entes de la administración pública suelen no actuar de forma coordinada. Sea porque tienen agendas políticas distintas, sea porque vienen de partidos diferentes, sea porque tienen ideologías distintas. Pero esto que estamos hablando es algo que definitivamente va a requerir de la acción coordinada de diferentes niveles de la administración pública.

P. Giremos hacia el tema de Venezuela. Se ha dicho que la economía va mejor desde que se liberalizó la dolarización y se relajaron algunas medidas. ¿Coincide con este análisis?

R. Tuve la oportunidad de volver recientemente a Venezuela después de seis años y traté de entender ese fenómeno. Es importante establecer primero que, si en 2012 la economía de Venezuela la llamamos 100, en el año 2021 eso llegó a 25. Es decir, la economía venezolana en términos de ingreso per cápita, perdió tres cuartas partes en ocho años entre 2013 y 2021. Es el colapso económico más grande que se haya registrado en la historia desde la Segunda Guerra Mundial sin que medie una guerra civil. Efectivamente ha ocurrido una suerte de rebote. El Gobierno ha dejado circular libremente el dólar, lo cual no es lo mismo que se haya dolarizado la economía. Los empleados públicos ganan sueldos en moneda doméstica, pero por otros lados circula el dólar. Esto ha generado un aumento en la desigualdad que no podemos poner en estadísticas porque el gobierno dejó de hacer la encuesta de hogares hace mucho tiempo. Lo que sí te puedo decir es que el rebote que ha dado la economía venezolana la puede haber llevado de 25 a 30. Hoy en día la economía definitivamente ha crecido en los últimos dos años, creo que es un hecho incontrovertible. En Venezuela, hice varias visitas a circuitos populares y la versión de la gente es que su situación con respecto al año pasado ha mejorado de manera inequívoca, pero sigue siendo una situación extraordinariamente precaria. Para entender Venezuela hay que irse lejos de los oneliners, de aquel que te va a dar un solo mensaje. Es un país muy complejo.

P. ¿Puede ser que el rebote sea el principio de un crecimiento más sostenido?

R. Mi impresión es que el rebote no sería muy largo porque el cambio es de facto y no es de iure. ¿Qué quiere decir? Que todas las leyes que esta administración aprobó entre 2000 de 2003 en adelante, las que efectivamente desmontaron a la economía de mercado siguen vigentes. La ley de máxima ganancia, los precios máximos, los controles de precios, el control de cambio todos siguen vigentes. El tipo de inversión que Venezuela necesita para recuperar sus niveles de calidad de vida, para recuperar las tres cuartas partes de la economía que perdió en ocho años no llega a un país de facto, llega a un país de iure. Llega a un país donde hay un marco legal que es transparente, donde hay confianza en las instituciones y eso está muy lejos de ocurrir en Venezuela.

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Sobre la firma

Isabella Cota
Es corresponsal económica para América Latina. Como periodista de investigación trabajó con Quinto Elemento Lab, NHK, BusinessWeek y OpenDemocracy, entre otros. También fue staff de Bloomberg News y Reuters en Centroamérica y Reino Unido. Es licenciada en Comunicación y Máster en Periodismo de Negocios y Finanzas por City University London.

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