Los campesinos que cuidan los canales incas para que Lima beba incluso cuando hay sequía
Una comunidad de la sierra peruana lidera una iniciativa para resistir ante las impredecibles lluvias y el aumento de la temperatura. Su labor ayuda a suministrar agua a la capital de Perú
![Canales Incas](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XNKFQBZMIJEOFCFGCGIJ5LUJF4.jpg?auth=cdcc125418290709d868d2a6ddfbb9bb8ee7f4d07a102178887390cc7ca57830&width=414)
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Desde que tiene memoria, para Catalina Olivares Corpus el inicio de la temporada de lluvias es sinónimo de abundancia, trabajo y prosperidad. “El agua es la vida”, dice la agricultora de 88 años que vive en San Pedro de Casta, una comunidad campesina de la sierra de la región de Lima, en Perú. Pero, cuando las sequías empezaron a prolongarse y el reservorio de agua ya no alcanzaba para abastecer a todos los hogares, entendió que el clima y el cielo estaban cambiando.
Aunque es difícil establecer una fecha exacta, Catalina Olivares calcula que las lluvias en San Pedro de Casta se volvieron impredecibles hace 20 años. “El último invierno comenzó a finales de diciembre. A veces, llueve un mes y al siguiente ya no. A veces llegan en enero y al año siguiente en marzo”, asegura Olivares. En la comunidad campesina ubicada a 3.000 metros de altura, donde viven alrededor de 240 familias, el cambio climático ha deteriorado progresivamente los cultivos de tubérculos, plantas medicinales y frutas.
![Las amunas son canales de riego prehispánicos que recogen las lluvias y las filtraciones de los glaciares en lo alto de las montañas para alimentar los ríos.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ZTHCGX5JYVGKXDDGRFRYQMBWBI.jpg?auth=24542670fc3433af2ee26f902b131c73784bd0356c4f27da529038a168dcef94&width=414)
Con el pasar de las décadas, Catalina Olivares se percató que la producción comenzó a disminuir. La cosecha de papa y habas, de las que dependía para alimentarse y eran su principal fuente de ingresos económicos, era cada año más escasa. “Vendíamos hasta 40 costales de habas en Lima y 25 costales de papas al mes. Los años van pasando y ahora ni un sol ganamos de la papa. Ya no vendemos nada. Solo hay para comer”, se lamenta la agricultora.
El agua de las lluvias que almacenan los pozos municipales tampoco alcanza para abastecer a todos los hogares de la comunidad. Durante los meses de sequía, los grifos funcionan entre las 5 y las 10 de la mañana, y luego durante un par de horas más por la tarde. Los agricultores han establecido turnos para regar sus cultivos. Cada 20 días, un grupo de 10 comuneros accede a su ración de agua. No tienen acceso a agua potable, pues La Atarjea, la planta de tratamiento que provee a Lima, se encuentra varias millas río abajo.
El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) registró que, en los últimos 50 años, las lluvias de la zona se intensificaron entre marzo y mayo, alterando las tendencias en los ciclos de las precipitaciones y el calendario agrícola. La institución prevé que, entre 2036 y 2065, habrá un aumento generalizado de la temperatura y variaciones significativas en las precipitaciones anuales. “Estos cambios podrían tener un impacto considerable en la salud humana, el rendimiento de los cultivos y la gestión de los recursos hídricos”, indica un informe del Senamhi sobre la variabilidad climática en el distrito de San Pedro de Casta.
![Mujeres indígenas de San Pedro entonan las "hualinas", cantos ceremoniales dedicados a honrar el agua y las lluvias.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RY4N6FHFSRC4BG2TS5C64372RY.jpg?auth=75e46945f4269f1edcfd75c8e2ea01542b48e4f03305ccbb54828e433b93a738&width=414)
El deterioro de los cultivos no es el único rezago del cambio climático en la comunidad. “Los jóvenes se van cuando terminan su secundaria para buscar oportunidades de estudiar en Lima. Y muchos ya no regresan, se van a otras regiones o al extranjero. Acá faltan oportunidades, quizás la principal causa sea la falta de agua”, dice Victor Rojas Calixtro, alcalde distrital de San Pedro de Casta. El último censo nacional que el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) realizó en 2017 indicaba que el grupo etario más numeroso en la zona eran los adultos mayores de 65 años.
Catalina Olivares ha visto cómo cuatro de sus seis hijos emigraron al extranjero una vez que acabaron la secundaria. “Van a buscar trabajo, ¿qué va a ganar acá? Si no hay nada, ni comida. A veces sufrimos mucho”, dice Catalina. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha identificado los desastres ambientales, la degradación de los medios de subsistencia y otros efectos del cambio climático como uno de los factores que propician la migración en las zonas rurales.
“Amor al agua”
En el 2016, Catalina Olivares y los otros 240 comuneros de San Pedro de Casta se propusieron sanar sus tierras ancestrales. Trabajaron junto con la ONG Aquafondo para rehabilitar las amunas, canales de riego prehispánicos que recogen las lluvias y las filtraciones de los glaciares en lo alto de las montañas para alimentar los ríos. “Todos vamos obligatoriamente a cuidar las amunas, sin ganar un medio. Es trabajo gratuito, es amor al agua”, dice Catalina.
![La sierra de San Pedro de Casta.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CPP2OT5EMFAM7HJE3VI6LDBQTQ.jpg?auth=870d4c7aa92ac69ce9f57f6f19c475305509240f820a8612743554e3eb607586&width=414)
En el siglo XIV, las comunidades incaicas construyeron con piedras y arcilla este sistema de irrigación que bordea las montañas de la sierra de Lima para regar los campos agrícolas del valle. Las amunas también captan el agua de las quebradas para filtrarla en la tierra, una práctica conocida como siembra de agua. Ahora, los comuneros de San Pedro de Casta las han restaurado para luchar contra la creciente crisis hídrica y mitigar los efectos del cambio climático. En marzo último, la organización The Nature Conservancy Perú estimó que las amunas proporcionan hasta un 32% del agua que consume la comunidad.
Los esfuerzos colectivos han dado sus frutos. Se han rehabilitado 66 kilómetros de amunas, indican las cifras más recientes de Aquafondo. Estas proveen 10 millones de metros cúbicos de agua infiltrada a los ríos Santa Eulalia y Rímac, los principales afluentes de la ciudad de Lima, la capital del Perú. “Si no hiciéramos este trabajo de infiltración, Lima padecería de agua”, asegura Eufronio Obispo, un agricultor de 72 años que participó en los trabajos y ha sido seis veces presidente de la comunidad.
En Lima, la segunda ciudad desértica más grande del mundo, viven 10 millones de peruanos, registra el INEI. Debido a la escasez de precipitaciones, una de sus principales fuentes hídricas es el río Rímac, considerado uno de los más deteriorados y contaminados del Perú. La labor ecológica de los agricultores de San Pedro de Casta en beneficio de los ríos les ha otorgado el título de guardianes del agua de la ciudad.
![Uno de los agricultores de San Pedro de Casta recoge las piedras acumuladas en el canal de riego que transporta el agua de las lluvias y glaciares.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/I5WL4WBCDVFXRPCDAADQDICC4U.jpg?auth=4aa84d3f3436ea253c9892bcdb788e4aceb845ab28537f9fc5cfed19f8a49301&width=414)
Y es que la vida en la comunidad campesina se ha organizado desde tiempos inmemoriales para preservar el recurso que les permite subsistir. Todos los años, a mediados de octubre, se celebra la Fiesta del Agua o la Champería, un conjunto de faenas comunales dedicadas a limpiar los canales de riego.
Hernán Cornejo Velásquez, antropólogo y docente en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, asegura que las costumbres de la comunidad representan uno de los testimonios más importantes del mundo andino prehispánico. “Pese al paso del tiempo y la modernidad, los registros históricos indican que la celebración de la Champería es una tradición que se ha mantenido casi intacta por siglos”, asegura el investigador.
Victor Rojas Calixtro, alcalde del municipio de San Pedro de Casta, asegura que en los últimos años han expandido los cultivos de palta, chirimoya, manzanos y membrillos, gracias al incremento de la provisión de agua.
![Habitantes de San Pedro de Casta durante la última celebración de La Champería, en octubre de 2024.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/FN5LL3Q7CNAXNFBOSFY24MVOPA.jpg?auth=f88aef21c3a3027a829265990bef70f6ad46bedc8207a78f9715286a4e6e6f13&width=414)
En noviembre de 2024, el Ministerio del Ambiente (MINAM) aprobó la Estrategia Nacional frente al Cambio Climático para el año 2050, cuyo objetivo es guiar las políticas estatales hacia la preservación de los ecosistemas, la reducción de las emisiones de carbono y la mitigación de los efectos del cambio climático.
Por su parte, el alcalde Víctor Rojas indica que una de las prioridades de su gestión es construir un nuevo reservorio de agua. La Dirección General de Cambio Climático y Desertificación del MINAM le indicó a América Futura que, junto con la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y el Gobierno Regional de Lima, evalúan implementar en la zona soluciones tecnológicas que eviten la erosión de las praderas y mejoren la infiltración de agua.
Pero, en esta comunidad de la sierra, tienen claro desde hace tiempo que la recuperación de sus saberes ancestrales es el camino a seguir. “Los jóvenes están regresando, aperturando sus fronteras agrícolas con los frutales y trayendo tecnología. Algunos utilizan el riego tecnificado, aprovechan al máximo el agua superficial. Hay esperanza de que se cumpla hemos soñado desde siempre”, señala Eufronio Obispo.
![La comunidad campesina de San Pedro de Casta.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PT4NH4DKINETHIOFQVC5YBFLNM.jpg?auth=82ae132124fd0b616cf5ab0ee9a014ff4da72155175dd01639150c74cf94e8c9&width=414)
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