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En colaboración conCAF

Almudena Fernández: “Aunque mucha gente sale de la pobreza, la clase media no se solidifica”

La economista jefa del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo aboga por afinar el enfoque de la protección social y advierte: “En América Latina y el Caribe sólo uno de cada indicadores de los ODS podrá alcanzarse a tiempo”

Almudena Fernández, economista jefa del Programa de las Naciones Unidas de Perú.
Almudena Fernández, economista jefa del Programa de las Naciones Unidas de Perú.Nuria Angeles Tapia (PNUD Perú)
Noor Mahtani

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Para Almudena Fernández (Lima, 44 años) las cifras económicas de la región provocan tanta esperanza como preocupación. Aunque los indicadores de América Latina y el Caribe muestran un crecimiento inferior al 1,5% y la volatilidad más alta del mundo, la economista jefa del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo asegura en entrevista con América Futura que las oportunidades son infinitas si se apuesta por reducir la informalidad -que ronda el 50%-, aumentar la productividad de las pequeñas y medianas empresas -el 90% del tejido empresarial- y afinar la política de protección social. “Aunque se haya logrado sacar a mucha gente de la pobreza, esta no entra en una franja de clase media. La clase media no ha logrado solidificarse. Por eso hay mucha gente que entra y sale de la pobreza continuamente”, explica por videollamada.

Un par de semanas después de asistir a la Cumbre del futuro, organizada por las Naciones Unidas a finales de septiembre, la economista hace balance a mitad de camino de lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): “En América Latina y el Caribe sólo uno de cada indicadores de los ODS podrá alcanzarse a tiempo. Del otro 75%, la mitad está avanzando hacia la dirección correcta pero no a la velocidad que necesitamos y la otra mitad o está estancada o va en dirección contraria”. Y añade: “El camino que nos queda es difícil. Hay ímpetu para lograrlo, pero se necesitan acciones concretas”.

Pregunta. Esta es la región más desigual del mundo. ¿Qué está detrás de estas cifras que se repiten?

Respuesta. Vimos a principios de los 2000 que hubo un avance y mucho optimismo porque se avanzó mucho en indicadores de salud y de educación. Se complementó con programas de protección social grandes como el Bolsa Familia, en Brasil, Progresa en México… América Latina era una región innovadora en producción social. Pero se estancó antes del 2010. Y con la pandemia no hemos terminado de entender los datos con respecto a la desigualdad. Y tiene que ver mucho con la estructura de nuestro tejido productivo. Somos una región muy baja en productividad; llevamos varias décadas con crecimiento bajo. Y los programas de protección social no son suficientes si no hay crecimiento económico. No vamos a reducir la desigualdad si no logramos tener sociedades más productivas y las comunidades más vulnerables entran en niveles de clase media sólida.

P. ¿Qué balance hace usted de la Agenda 2030?

R. Estamos atrasados y hay una sensación de preocupación. Aquí, sólo uno de cada cuatro indicadores de la Agenda 2030 podrá alcanzarse a tiempo. Del otro 75%, la mitad está avanzando hacia la dirección correcta pero no a la velocidad que necesitamos y la otra mitad o está estancada o vamos en dirección contraria. El camino que nos queda es difícil. El desarrollo sostenible no es lineal. Hay ímpetu para llegar a lograrlo, pero se necesitan acciones concretas.

P. ¿Cuáles progresan y cuáles van hacia atrás?

R. Son muy variados. Pero los que más nos preocupan son los temas de pobreza porque están más rezagados. Pensábamos que íbamos a alcanzarlos y estamos viendo que no. En algunos temas de salud estamos bastante bien. La Agenda 2030 se pensó siempre como un plan conjunto, que no avanzaríamos en una cosa sin la otra y cada vez es más obvio. Por ejemplo, es imposible hablar de reducir pobreza si no trabajamos los temas de cambio climático.

P. Sin embargo, sigue habiendo Gobiernos que se declaran abiertamente en contra de la Agenda 2030 y son negacionistas del cambio climático.

R. Sí, la politización de la Agenda 2030 nos preocupa. La agenda es un mecanismo que da señales de hacia dónde se comprometió el mundo a ir, pero aún así encontramos espacios para trabajar y avanzar. Estamos tratando de volver lo más eficiente posible el gasto social que en algunos países se redujo. Los países saben que no se puede recortar definitivamente la política social. No hay ningún país de la región que esté abandonando por completo el tema.

P. Los datos parecen mostrar que la pandemia afectó más en la región que en el resto del mundo.

R. Totalmente. Si quitas Brasil y México, que han reducido las tasas de pobreza, lo que vemos es que la pobreza en la región ha subido y aún no está en niveles prepandémicos. Es un claro ejemplo que, si bien ha logrado avances, no ha logrado dejar de ser altamente vulnerable. Si vemos los shocks que han azotado al mundo, en esta región se es más volátil. Es decir, cuando cae, aquí cae más. Esto tiene que ver con nuestro tipo de modelo económico, que dependemos de commodities externas o del turismo, sobre todo en el Caribe. Aunque se haya logrado sacar a mucha gente de la pobreza, esta no entra en una franja de clase media. La clase media aquí no ha logrado solidificarse. Por eso hay mucha gente que permanece en este estado de vulnerabilidad y que entra y sale de la pobreza continuamente. Necesitamos entender qué necesita la clase vulnerable para ser clase media sólida. Porque hemos asumido que, al reducir pobreza, la población entraría en una clase media sólida. Y no es así.

Familias hacen cola para recibir un almuerzo gratuito de una olla comunitaria, en el barrio de Nueva Esperanza de Lima, Perú, junio de 2020.
Familias hacen cola para recibir un almuerzo gratuito de una olla comunitaria, en el barrio de Nueva Esperanza de Lima, Perú, junio de 2020. Rodrigo Abd (AP)

P. El académico chileno José Joaquín Brunner dijo en una entrevista con EL PAÍS que “la generación de alumnos de la pandemia tendrá ciertos déficits insuperables”. ¿Pasará igual con otros ámbitos?

R. Totalmente. Es otro tema por lo que nos preocupamos por los shocks. Porque después de que pasen, aunque recuperemos niveles previos, los grupos a los que impactó no vuelven a recuperar su trayectoria de generar ingresos. Pasa con educación, con la salud de los niños menores de cinco años afectados a niveles de soberanía alimentaria... Por más que nos recuperemos, siempre se quedan grupos de poblaciones atrás. Por otro lado, después de las crisis, la gente está más nerviosa a los próximos shocks. Hay una sensación sobre todo entre los jóvenes de que en cualquier momento pasará algo. Esta incertidumbre también impacta aunque estos impactos no se manifiesten. Por ejemplo, muchos se preguntan: ¿para qué voy a ir a la universidad si la voy a tener que dejar cuando no logre pagar los siguientes semestres?

P. La OMS ha sido muy clara. Ya no se pregunta si habrá otra pandemia, sino de cuándo. ¿Existen impactos que se puedan prever la región?

R. Tenemos que estar preparados para eventos climáticos extremos. Ya estamos en eso, pero serán cada vez más y más intensos. Los huracanes, las sequías, los incendios… Esto va a continuar en el futuro próximo. Y sabemos que va a afectar a la soberanía alimentaria o el acceso al agua. Pero también tenemos que estar preparados para los riesgos y cambios fuertes en temas de productividad que traerá la inteligencia artificial. Nos preocupa mucho que las tecnologías acaben exacerbando la desigualdad.

P. ¿Cuál es el balance de la brecha de género?

R. La brecha de género sigue latente. Las mujeres son más pobres que los hombres. El número de mujeres en cargos políticos ha bajado en los últimos años. En términos de desnutrición también. En educación es interesante porque son más las mujeres que se gradúan en secundaria.

P. Pero luego, a la hora de acceder a los puestos de trabajo, se reduce muchísimo esa cifra…

R. Sí, se revierte completamente la tendencia; en cantidad y en salario. La carga de trabajo de cuidados no remunerado es muchísimo más superior para las mujeres. Hay mucho por hacer desde lo público. Estamos apoyando mucho en fortalecer sistemas de cuidado para que ellas puedan insertarse en el mercado laboral.

P. ¿Veremos un mundo en el que los cuidados en los hogares propios se remuneren?

R. Es lo que estamos intentando. Hay mucho momentum para generarlo. Pero los pagos en el hogar creo que serán muy difíciles. Hay muchos países que antes no hablaban de la brecha de género y ahora lo tienen arriba en su agenda, viéndolo desde lo productivo.

P. ¿Cabe la sostenibilidad en el crecimiento económico de América Latina? ¿Se apuesta lo suficiente por el crecimiento inclusivo?

R. Tenemos que apostar por aumentar la productividad de esos hogares que hoy en día trabajan sólo para la subsistencia. Sólo vamos a tener crecimiento inclusivo si logramos que el 90% de las empresas (que son pequeñas) se vuelvan productivas. Necesitamos educación de calidad, programas que apoyen a este sector de pequeñas y medianas empresas y moverlas al siguiente nivel. Tenemos que pensar en una política social para que estas crezcan y apostar por sectores donde hay posibilidades. Tenemos que hacer de América Latina una región que cree soluciones tecnológicas, verdes y más productiva.


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