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Auge y colapso del ganadero bogotano que montó una estafa con vacas imaginarias

La Fiscalía llama a interrogatorio a Felipe Rocha por el presunto fraude a 85 inversores de la élite colombiana que llegaron a reunir hasta 70.000 millones de pesos en una pirámide financiera de engorde de ganado

Vacas en una finca ganadera en Arauca
Vacas en una finca ganadera en Arauca.Anadolu Agency (Anadolu Agency via Getty Images)
Camilo Sánchez

Para finales de noviembre de 2020 el fraude ya era latente. Pero del empresario bogotano Felipe Rocha se podía decir cualquier cosa menos que fuera un novato en el mundo de la ganadería. Creció entre pastizales y fincas de un clan de hacendados taurinos que fundó, a principios de los años 40 del siglo pasado, el prestigioso Achury Viejo, uno de los hierros emblemáticos en la historia de las ferias colombianas. Por eso sabía que la cría y engorde de animales era un buen negocio en el país. Si además lograba engranarlo con un esquema piramidal de captación de dinero, podría asegurar un retorno alto y seguro a los depósitos de sus inversores y de paso ensanchar su patrimonio. Las cosas, sin embargo, acabaron mal y el joven heredero terminó arrinconado por su círculo íntimo de amigos en una trama en la que se llegaron a recaudar alrededor de 70.000 millones de pesos con intereses.

El caso, que estalló en marzo, sigue abierto y la Fiscalía ha citado esta semana al ganadero de 45 años a interrogatorio el próximo 10 de julio. El organismo ha actuado tras la demanda instaurada por el mediático abogado Jaime Lombana por los supuestos delitos de estafa agravada y enriquecimiento ilícito de particulares. Un lío añadido para los abogados de la defensa, que ya adelantaban acuerdos parciales para resarcir económicamente a algunos de los 85 inversores defraudados. Queda claro, por lo pronto, que las tierras e inmuebles propuestos dentro de la reparación no serán suficientes para hacer justicia, según afirma el abogado Fabio Humar.

El mismo Humar, que asegura haber tenido reuniones con 35 de las víctimas, añade que Felipe Rocha podría recibir penas de más de 15 años por presunta falsedad en documento, además de los otros delitos ya mencionados. La trama ha tenido a parte de la sociedad colombiana expectante por tratarse de una estafa que ha golpeado a miembros selectos y poderosos de la alta sociedad. Rocha es graduado de un exclusivo colegio británico donde los alumnos asisten uniformados al estilo de la saga de Harry Potter, con blazer y corbata, y tiene estudios en una universidad privada de Suffolk (Boston). Personas cercanas a su entorno aseguran que asumió la responsabilidad de gestionar los negocios familiares de flores y ganado desde hace unos años en un relevo generacional típico de un entorno machista.

Sus dos hermanas mayores quedaron, para muchos, relegadas a un segundo plano teniendo más méritos que el menor. Lo cierto es que Felipe empezó con el negocio de engorde a los 24 o 25 años en un terreno de unas 70 hectáreas en Tocaima, un enclave de clima cálido a unas tres horas en auto desde Bogotá. Con un círculo íntimo de amigos adquirió unas 300 cabezas de ganado cebú tipo brahman de 360-380 kilos que al cabo de un año, cuando habían alcanzado entre 480 y 500 kilos, eran vendidas por un precio que garantizaba intereses ciertos del 30%.

La buena rentabilidad de un negocio que en realidad es más complejo y depende de variables como el clima y la calidad de los pastos atrajo a nuevos clientes/amigos. El círculo se expandió de manera insospechada. Pero uno de los defraudados, que pidió mantener su nombre bajo anonimato, asegura que esa etapa duró apenas unos cinco años y que desde hace al menos 15 no ha habido un solo novillo en Tocaima. La tesis que manejan diversos abogados es que desde entonces el empresario empezó a captar dinero para tapar deudas de otros negocios y sostener un tren de vida tan elegante como ostentoso.

El caso es que Rocha siguió recibiendo durante más de una década miles de millones de pesos de conocidos que reclutaba obnubilados por la tarjeta de presentación del nieto del patriarca Benjamín Rocha Gómez, el ya fallecido fundador de la imponente hacienda arrocera El Aceituno, en el caluroso departamento del Tolima, y de la ya mencionada ganadería de reses de lidia en una finca de tierras onduladas, construida en el siglo XVII en Sesquilé, a una hora y media por carretera desde Bogotá. La irrupción de la pandemia, sin embargo, llegó con sus vaivenes económicos y supuso un punto de quiebre en el clásico esquema Ponzi montado por el nieto de los Rocha, en el que los primeros inversores obtienen rentabilidad de los aportes que van pagando los nuevos, que a su vez equilibran las posibles retiradas de fondos precedentes.

Más de uno empezó a reclamar una prueba tangible de la existencia de los novillos debido a los atrasos, cada vez más crónicos, en los pagos. Unos pocos alcanzaron a presionar por la devolución de su dinero. Pero Rocha ya no contaba con la solvencia para cumplir con sus compromisos y varios allegados empezaron a referirse a la “ganadería del metaverso”. Ante los evidentes indicios de inconsistencia, las llamadas perdidas se empezaron a multiplicar en el celular del ganadero y personas de su entorno aseguran que el tipo simpático y de conversación banal fue transformándose en un sujeto esquivo, difuso, que abusaba del consumo de ansiolíticos.

Si bien algunos reconocen que la fórmula de negocio arrojó beneficios durante algún tiempo, en los últimos meses ha trascendido que la gestión de la pirámide fue desastrosa desde el minuto cero. Rocha no guardaba más que un caótico e incompleto seguimiento contable de operaciones no declaradas ante las autoridades y apoyado en un viejo modelo de celular Blackberry con los contactos de las víctimas. Con el agravante de que detrás del timo millonario estaba el nombre de la Sociedad Agropecuaria Achury Viejo, en la que figura como representante legal junto a su mamá, María Francisca Medina.

Los investigadores deberán determinar su participación en un caso que, probablemente, servirá como epílogo para el prestigio de una ganadería aquejada por todas las heridas de un sector en vías de extinción como lo es la tauromaquia (como dato histórico, los toros de Achury Viejo debutaron en la conocida como “corrida de la masacre”, en la que un número aún indeterminado de personas murieron, en febrero de 1956, a manos del Ejército colombiano como represalia por haber abucheado al dictador Rojas Pinilla, presente esa tarde en la plaza de toros de Bogotá).

Dentro de las víctimas de la pirámide, según publica la revista Semana, se halla el hijo mayor del expresidente Juan Manuel Santos, Martín, y otros miembros de la élite bogotana con capital suficiente para dejarse sumas millonarias sin perder del todo la sonrisa. Muchos otros han emprendido denuncias con la improbable misión de recuperar algo de dinero. Casi todos han atravesado un capítulo vergonzante de sus vidas, marcado por la codicia y el engaño de un vendedor de humo que se supo aprovechar de allegados con suficiente alfabetización financiera como para haber pasado por maestrías en negocios en la Universidad de Harvard. Pero también de amigos de la infancia, familiares, inversores o especialistas en administración de empresas de la prestigiosa Universidad de los Andes, que no supieron ver lo que se cocinaba en un terreno sin vacas.

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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.

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