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Iván Velásquez presenta su renuncia irrevocable al Ministerio de Defensa de Colombia

El jurista y defensor de derechos humanos era el último de los miembros del Gabinete que permanecía desde la posesión del presidente Gustavo Petro, en agosto de 2022

El ministro de Defensa de Colombia, Iván Velásquez, en septiembre de 2022.
El ministro de Defensa de Colombia, Iván Velásquez, en septiembre de 2022.Diego Cuevas
Santiago Triana Sánchez

El ministro de Defensa de Colombia, Iván Velásquez Gómez, ha presentado este martes a primera hora su renuncia irrevocable al cargo. La dimisión ocurre en medio de la seguidilla de salidas en el Gabinete ministerial, tras la petición de renuncia protocolaria que hizo el presidente Gustavo Petro el domingo con el objetivo de reorganizar su Gobierno. Velásquez era el último de los ministros que había permanecido en un mismo cargo desde la posesión de Petro, en agosto de 2022. Aunque también se mantenían desde entonces Susana Muhamad en Ambiente y Gloria Inés Ramírez en Trabajo, ambas renunciaron de forma irrevocable el domingo. También han dimitido con ese mismo carácter Juan Fernando Cristo, de Interior; Juan David Correa, de Cultura, y Jorge Rojas, del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre).

La salida de Velásquez fue confirmada por el Ministerio de Defensa en un escueto comunicado en que no añade detalles sobre los motivos de la dimisión, que llega una semana después del Consejo de Ministros en que el presidente Petro reprendió a buena parte de su equipo en una transmisión televisada por, entre muchas otras cosas, incumplir con las promesas y objetivos del Gobierno. En esa reunión, el jefe del Estado sugirió que dentro de su Gabinete había ministros que tenían agendas propias, independientes de las metas de su mandato. Ocurre, además, en un momento de ajustes en la cúpula de la Policía Nacional, cuyo director, el general William René Salamanca, fue relevado el lunes de su cargo, que asumió el brigadier general Carlos Fernando Triana.

Con una amplia trayectoria jurídica como procurador y fiscal, Velásquez enfrentó desde sus cargos a la mafia narcotraficante de Pablo Escobar, investigó la llamada parapolítica ―la connivencia entre políticos y grupos paramilitares en la primera década de este siglo― y fue una de las víctimas de la persecución y los hostigamientos del desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). Por su carrera y por las críticas que en varios momentos hizo a las Fuerzas Armadas, su llegada al Ministerio de Defensa fue una sorpresa, incluso para él mismo, según dijo en una entrevista con este diario en septiembre de 2022, cuando recién asumió su cargo. Dos años y medio después, con varios ajustes y cambios en el Gabinete, se mantenía como uno de los más firmes ministros del presidente Petro.

Quizá la misión más general a la que se enfrentaba Velásquez al llegar a la cartera de Defensa era la de cambiar el enfoque guerrerista del Ejército por la de la paz total, la bandera de campaña de Petro. “Este Gobierno ―decía el recién posesionado ministro al comandante del Ejército― privilegia la vida sobre la muerte. Si hay posibilidad de capturar, es lo que tiene que hacerse”. Explicaba, además, que la paz total no significaba debilidad por parte del Gobierno, ni algún tipo de rendición, de inacción o de omisión de cumplir con las funciones de los militares. “Así nos vamos preparando para generar una nueva forma de relacionamiento de la fuerza pública con las comunidades”, decía entonces.

Al momento de su dimisión, no obstante, el deterioro de la seguridad en varias partes del país es evidente. La situación más grave se vive en el Catatumbo, región noroccidental fronteriza con Venezuela y mayor enclave de cultivos de hoja de coca del mundo. Esa zona, en disputa por décadas entre grupos ilegales, ha sido noticia en el último mes por cuenta de la incursión de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) contra disidentes de las extintas FARC y firmantes del acuerdo con ese grupo insurgente desmovilizado. La cruenta escalada bélica ha causado decenas de muertos y miles de desplazados que huyen hacia ciudades más grandes como Cúcuta, amenazados por la violencia. A pesar de que el Ejército ha aumentado su presencia en la región para garantizar el retorno de los desplazados, el conflicto no se ha detenido en la zona.

El deterioro de la seguridad, también patente en otras regiones como el Cauca, Nariño, Putumayo o el Magdalena Medio ―protagonizada no solo por el ELN sino también por las cada vez más fragmentadas disidencias de las FARC o de grupos criminales como el Clan del Golfo―, ha hecho mella y ha llevado a la política de paz total a un escenario de grave crisis. Pese a las intenciones del presidente Petro de buscar la paz negociada con todo grupo armado ilegal que actuara en el país, la sensación de haber hecho demasiadas concesiones sin conseguir mayores avances es cada vez más amplia. Esa degradación en la seguridad será el mayor reto de quien reciba el testigo del ministro Velásquez.

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Sobre la firma

Santiago Triana Sánchez
Periodista de EL PAÍS en la edición América Colombia. Ha pasado por la sección de Cultura y por la redacción del Diario AS, en Madrid. Es egresado de Periodismo de la Universidad Javeriana y Máster en la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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