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El apoyo de la izquierda a Petro se llena de fisuras

La decisión de mantener a Armando Benedetti en el corazón del Ejecutivo tensa una cuerda que el presidente llevó al límite en el Consejo de Ministros televisado. Las fisuras se notan en cuatro renuncias de primer nivel e inéditas críticas entre las bases

Gustavo Petro y Armando Benedetti
Gustavo Petro y Armando Benedetti, durante el consejo de Ministros, en Bogotá, el 4 de febrero de 2025.Presidencia de la República
Juan Esteban Lewin

Lo impensable empieza a ocurrir. Sectores de la izquierda colombiana que celebró a rabiar la victoria de Gustavo Petro en las elecciones de 2022, que reivindicaron ese triunfo como un logro sin antecedentes, que lo han defendido de todos los cuestionamientos, críticas y escándalos, empiezan a marcar distancia del político con el que llegaron al poder. La renuncia de cuatro miembros de su Gabinete en cinco días, todos viejos aliados suyos y grandes defensores de la necesidad de un viraje en la sociedad, son solo el más notorio de una grieta que no hace sino crecer y amenaza con debilitar aún más la gobernabilidad de un Gobierno en plena crisis.

El presidente tomó la decisión inédita de televisar un Consejo de Ministros el martes pasado, y en él señaló a su Gabinete de ser poco decidido y responsable de la falta de logros de su Gobierno. Era, según varias fuentes, un intento de frenar un bloque de funcionarios que se oponía a su decisión de tener como jefe de su Despacho a un político tradicional señalado de machismo y de corrupción, Armando Benedetti. Pero varios criticaron a Benedetti antes las cámaras, la crisis estalló en público, y Petro no ha dado su brazo a torcer — ni siquiera luego de que, el jueves siguiente, la Corte Suprema llamara a Benedetti a juicio en un caso por corrupción. Por todo ello, el presidente enfrenta una rebelión cada vez más sonora.

Primero renunció Jorge Rojas, fugaz director de la presidencia y quien ha acompañado con Petro en cargos de poder público desde que fue su secretario privado y de integración social durante su cuatrienio como alcalde de Bogotá (20212-2015). Aunque dijo que está totalmente comprometido con el proyecto de cambio, el presidente ha dicho que al impulsar las críticas a Benedetti por su nuevo cargo, “por poco acaba el gobierno”. Luego se fue el ahora exministro de las Culturas, Juan David Correa, quien en entrevista con María Jimena Duzán señaló que “no podía tener de jefe a un maltratador de mujeres”.

Hasta allí, la crisis evidente parecía estar controlada. Pero este domingo estalló con la renuncia de Gloria Inés Ramírez a la cartera de Trabajo y la de Susana Muhamad a la de Ambiente. Las dos eran de la entraña del proyecto político en el Gobierno y de hecho eran dos de los tres ministros — el restante es Iván Velásquez, en Defensa— que se mantenían en su cargo desde el primer día de la Administración. Sus dimisiones, voluntarias, remarcan las fisuras en el apoyo que le ha dado la izquierda a Petro, uno de los suyos, pero quien también fue elegido con el apoyo de algunos políticos tradicionales como Benedetti, y llamó “sectarios” a los críticos.

La primera es una sindicalista comunista, que por décadas ha buscado unificar una izquierda tradicionalmente dividida. La segunda es una fiel compañera política del presidente hasta el punto de haber sido la directora de su partido, Colombia Humana. “Fue duro, chocante, ver a Armando Benedetti exactamente al lado del presidente, me parece que es un símbolo de empoderamiento político muy grande”, fue como explicó su salida. Por su parte, la sindicalista que obtuvo la mayor reforma del Gobierno, un nuevo régimen pensional, no señaló al jefe de Despacho de forma explícita. Pero, en su carta de renuncia, argumenta que “la política debe transitar sin sectarismos y ambigüedades” y señala que “la violencia contra la mujer es incompatible con los mandatos del Gobierno del Cambio”.

Ramírez cita “el mensaje político y ético del Dr. Carlos Gaviria Gutiérrez”, en una suerte de mensaje en clave de la molestia de muchos de sus copartidarios con las decisiones del presidente. Gaviria fue el primer candidato presidencial de un proceso de unidad de la izquierda que, sin precedentes, logró crear un único partido de izquierda, el Polo Democrático Alternativo. Apoyado por todos los movimientos y corrientes de la izquierda, el respetado abogado alcanzó un inédito segundo lugar en las presidenciales de 2006. La oposición frente al entonces archi popular presidente Álvaro Uribe Vélez, que había logrado cambiar la constitución para permitir su reelección, no solo marcó el fin del sesquicentenario bipartidismo entre liberales y conservadores, sino que logró que por primera vez hubiera 10 senadores de izquierda. Entre ellos se encontraban, justamente, Ramírez y Petro.

Hasta ahora, en la respuesta del presidente ha primado el silencio y el llamado a ser él quien controla las salidas, al pedir una renuncia protocolaria general tras los anuncios de sus dos ministras. Ese silencio contrasta con las voces de molestia en la izquierda, que por primera vez se suman en sectores diferentes al del grupo que lidera el exsenador Jorge Robledo, crítico de Petro incluso en tiempos del Polo. Un ejemplo es la actriz y escritora Margarita Rosa de Francisco, uno de sus apoyos visibles en las redes sociales. La protagonista de la exitosa Café ha dejado atrás su denodada defensa del Ejecutivo. “Hemos quedado en la disyuntiva de celebrar los logros de este gobierno (a pesar de la innegable desarticulación y desorganización) y la desconcertante deriva discursiva del “jefe del Estado” durante esas cinco horas, con sus símbolos fuertemente patriarcales” escribió este domingo en su popular cuenta de X. “Estoy en crisis, personas y robots de X. No me recupero.”

No es un caso aislado. Antonio Morales Rivera, un periodista de izquierda que ha sido permanente defensor de Petro, criticó su posición frente a Benedetti. “La ministra Muhamad renuncia y Benedetti se queda en el gobierno. Es como despreciar un diamante y preferir una hojalata.”. Luego aclaró “No hay ni un solo proyecto o realización del gobierno Petro que no me guste. Los defiendo hasta siempre. Lo que no me gusta es su comunicación en directo o en diferido.”

También ocurre con personas más de base de la izquierda, influencers o viejos activistas de alguna de las múltiples facciones que conforman ese sector político. Un caso es el de la influenciadora María Jose Gómez, conocida como Majo Doria. Este sábado, mostró su desazón con la crisis en su cuenta de X: “El desorden que vimos en televisión no es culpa de alguien que lleva una semana en un cargo, sino el resultado de decisiones erráticas, poco compromiso de funcionarios que llevan mucho tiempo en sus cargos y de una falta de rumbo que cada día se hace más evidente. Hoy, todos estamos pagando las consecuencias de un liderazgo que, en lugar de asumir responsabilidades, busca culpables y descalifica a quienes han dado todo por este movimiento”.

Incluso han surgido voces que apoyaban a Petro y ahora ponen en duda que el presidente represente a la izquierda. Felipe Marín es un historiador y activista de una organización de izquierda, el Modep. Este sábado la Revista Hekatombe, también militante, le publicó una opinión en la que señala que Petro no es de izquierda “aunque vampirice electoral y mediáticamente, cada vez que puede y necesita, la memoria sentimental de ese espacio político”. Decenas de militantes salieron a manifestarle su respaldo, entre ellos el secretario general del Partido Comunista y antiguo concejal de Bogotá por el Polo, Jaime Caycedo.

Muchos otros sectores, especialmente quienes están en el Gobierno o en el Congreso, han cerrado filas con el presidente, Otros tienen críticas más matizadas y concretas, como las de los senadores Iván Cepeda y María José Pizarro, muy cercanos al presidente. Esta semana, con Petro en Emiratos Árabes y el Gobierno en la interinidad por las renuncias protocolarias, habrá más espacio para que las distintas corrientes de la izquierda definan sus posiciones frente a un Ejecutivo que enfrenta su mayor crisis en dos años y medio de cuatrienio, y cuando las elecciones de 2026 despuntan en el horizonte.

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Juan Esteban Lewin
Es jefe de Redacción de la edición América Colombia, en Bogotá.
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