Colombia se enfrenta en 2023 a la desaceleración económica
Las proyecciones no contemplan un crecimiento superior al 2% y el Banco República lo baja hasta el 0,5%
La fiesta de la recuperación económica colombiana se va con el 2022. Los crecimientos espectaculares del PIB ya dan muestras de la desaceleración que marcará el próximo año. La economía echará el freno y le complicará las cosas al país y al Gobierno de Gustavo Petro. El primer presidente de izquierdas de la historia moderna del país tiene un ambicioso plan de reformas que podría encallar si el ritmo económico deja de acompañarle. Las proyecciones internas y externas no contemplan un crecimiento superior al 2% y el Banco República lo baja hasta el 0,5%. Unos datos muy alejados del 11% que creció la economía en 2021 y sobre el 8% que lo hará este 2022.
El entorno tampoco acompaña. A los problemas estructurales de Colombia -el empleo, la pobreza, la baja productividad o los déficits- se suma un contexto internacional en crisis. El país demostró su resistencia después de la pandemia y superó el golpe económico mejor que la mayoría de los países del mundo, pero la crisis mundial después de casi un año de guerra en Ucrania pone en dificultades a una economía emergente como la colombiana. La recesión, aunque suave, que se pronostica en Estados Unidos y Europa tampoco será de ayuda.
La inflación ya es la más alta del siglo (12,2% interanual en octubre) y a los colombianos les resulta cada mes más caro llenar la nevera. Se espera que el aumento de precios se modere en 2023, pero habrá que esperar al segundo trimestre para que se empiece a notar. Las tasas de interés también están en su techo desde hace dos décadas y con una inflación en alza no se espera que bajen hasta bien entrado el año. El dólar cerrará este curso en su máximo histórico, sobre los 4.760 pesos.
Los datos negativos afectarán a todos los ámbitos. Un informe del BBVA Research, que estima el crecimiento en 0,7% para 2023, destaca que en los próximos meses tanto el empleo como el consumo de los hogares, motor del crecimiento este año, comenzarán a sufrir. El desempleo había logrado recuperarse al nivel de antes de la pandemia, pero se espera que vuelva a subir por encima del 10%. A eso le hay que sumar una informalidad laboral del 60%. En el caso de los hogares, el ahorro que había crecido durante la pandemia se ha ido agotando, lo que unido a la inflación y a las altas tasas de interés rebajarán la capacidad de consumo.
Petro llegó al poder con muchas banderas, una de ellas la de erradicar el hambre. Ni el clima ni los precios ayudan. Los últimos meses se ha vivido la peor ola invernal en una década, con lluvias extremas por todo el país que han acabado con cosechas y han llevado a más de 400 municipios a declararse en calamidad pública. El Gobierno se vio obligado a sacar dinero de otras partidas para destinar 2,1 billones de pesos (414 millones de dólares) a mitigar sus efectos, que seguramente continuarán el próximo año con tierras anegadas y plantaciones arrasadas.
El problema del Gobierno es un problema de cuentas. Las numerosas reformas puestas en marcha necesitan dinero. Petro logró en estos primeros meses de Gobierno -llegó al poder en agosto- aprobar la reforma tributaria, con la que espera financiar el resto de propuestas, pero el reto en enorme. Solo la reforma agraria necesita una inyección de capital que aún no está clara. El Gobierno alcanzó un acuerdo histórico con los ganaderos en octubre para comprarle a los terratenientes tres millones de hectáreas de tierra para repartir entre despojados, campesinos y desplazados. Se trata de una deuda eterna del país que siempre ha sido postergada, pero cómo se pagará esa cuenta sigue siendo una incógnita.
En cualquier caso, el Gobierno tendrá el próximo año un ingreso adicional favorecido por una mayor recaudación de impuestos y por el crecimiento del año que acaba. Aún está en el aire a qué se destinará ese dinero. El ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, apostó por la sostenibilidad y dijo que la idea es hacer el mayor ajuste fiscal en lo que va del siglo, al reducir el déficit un 2,8% del PIB.
La situación de Colombia, aunque contraída, es mejor que la de la mayoría de los países de la región, pero reduce las posibilidades de coser las profundas desigualdades del país. El Gobierno del cambio que prometió Gustavo Petro estaba especialmente dirigido a mejorar la vida de los más vulnerables. En medio de un panorama económico adverso, el próximo año será clave para ver si las promesas se materializan y se empiezan a notar sus efectos.
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