“O aprendes o lo van a hacer otros y te apartarán”. La música vigila con inquietud la disrupción de la IA en el resto de artes
La innovación en aplicaciones de inteligencia artificial para melodías o voces es constante, aunque el potencial y el temor de disrupción no llegan por ahora al de otras disciplinas
“Los músicos vemos que el cielo está muy nublado y estamos contentos de que no esté lloviendo todavía”, dice Berto Rojo, compositor y bajista de Niña Polaca. La irrupción espectacular de aplicaciones creadas con inteligencia artificial en campos artísticos o culturales como la ilustración, fotografía, vídeo, escritura o educación provoca un extraño desasosiego en el mundo de la música: ¿Nos pasará a nosotros igual?, piensan artistas y productores.
Rojo tiene interés en la innovación y ya usa software no generativo en su trabajo artístico, por ejemplo para mejorar maquetas. Pero cree que la gran disrupción musical aún no ha explotado: “Es pronto. Es muy diferente para una IA entender una imagen que una canción, hay mucha más información en una canción. Todavía estamos lejos de poder decirle a una IA ‘hazme una canción de Madonna como si la tocara Chopin al piano’”, dice.
Google publicó en enero un sistema llamado MusicLM, que genera precisamente música a partir de texto. Por ejemplo: “Una fusión de reguetón y música de baile electrónica, con un sonido espacial, de otro mundo. Que induzca a la experiencia de perderse en el espacio, y que la música esté diseñada para evocar una sensación de asombro y pasmo, a la vez que sea bailable”, es la petición de una de las melodías de 30 segundos creadas por Google. La aplicación no está en abierto aún. Rojo lo ha escuchado y cree que “si a una persona no le dices que eso lo ha hecho una IA, es música que podría disfrutar”, sin percibir que no es obra de un humano. Esta es la melodía que obtuvo Google de esa petición:
La novedad de Google no es la única de los últimos días. El célebre discjockey David Guetta hizo cantar a Eminem en un concierto, aunque la voz no era la real del rapero sino una voz igual pero generada artificialmente. “Estoy seguro de que el futuro de la música está en la IA. Seguro. No hay duda. Pero como una herramienta”, dijo Guetta a la BBC.
Let me introduce you to… Emin-AI-em 👀 pic.twitter.com/48prbMIBtv
— David Guetta (@davidguetta) February 3, 2023
¿Y si la música fuera (algo) distinta?
Estos son solo dos ejemplos de unas IA que acechan a la música desde varios frentes: las melodías, los arreglos, las voces, las letras. Es difícil pensar en un futuro inmediato donde la IA no tenga un papel en la creación artística, al menos como “herramienta”, como dice Guetta. El nivel de terremoto quizá depende de rasgos intrínsecos de cada arte. La música tiene dos presuntas ventajas ante otras disciplinas. La primera es que el músico y su audiencia tienen una relación más directa que en otras disciplinas; es más raro no querer ponerle cara a un cantante o tener ganas de verle en directo. La segunda es que la música ya trastea con mucho software y lleva años de disrupción digital. Algunos estilos han interiorizado con naturalidad crear melodías a partir de otras, como el uso de los samples, o generar sonidos con ordenador.
Ninguno de los expertos consultados por EL PAÍS ve, sin embargo, estas dos excepciones como definitivas o impermeables. La velocidad de los cambios en el sector es inaudita y todo es posible: “No podemos hacernos ni una idea de cómo va a ser el mundo en cinco años”, dice Berto Rojo. “O aprendes o lo van a hacer otros y te van a apartar”, añade. Esa velocidad tiene implicaciones creativas: “Creemos que una canción es más compleja, que lleva otro tipo de proceso creativo o que es más difícil de conseguir un resultado final excelente”, explica Chiara Hellquist, directora de Vevo España, plataforma digital de vídeos musicales. “Pero decíamos lo mismo cuando salió el MP3 y la gente se ha conformado con escucharla con peor calidad que un vinilo. Con las IA tendremos más volumen, y la rapidez con la que salen las canciones será más intensa, pero ya veremos”.
Si ahora ya hay temas nuevos de artistas célebres constantemente, ¿cuántos más podrán crearse con las facilidades que dé la IA? “Nos adaptaremos. Ahora mismo veo complicado aumentar el ritmo de creación, pero quién sabe, a lo mejor hace 20 años nos parecía imposible que un artista sacara una canción cada mes. Ahora es casi necesario para mantenerte en el candelero”, dice Hellquist. También pueden aparecer nuevas plataformas más personalizadas. Hace apenas cinco años, pocos pensaban que fragmentos de melodías iban a explotar en TikTok. Ahora hay temas con trocitos específicos de 15 segundos ideales para la plataforma.
El otro obstáculo para la explosión de la IA en la música es la relación más directa con el creador, algo menos común por ejemplo en la ilustración o en vídeos. ¿Pero por qué no podrá haber muchos más “músicos”, artistas con apenas conocimientos musicales que por algún motivo sepan generar hits con IA? Berto Rojo, el compositor, ve factible esta conquista de espacio musical por gente que sepa escribir peticiones a la máquina: “Este tipo de personas podrían generar una comunidad de fans alrededor de su música y vivir de ello utilizando IA. El artista es quien decide qué deja y qué no de lo que le da la aplicación. Otra cosa es hasta qué punto van a poder utilizar las IA de manera gratuita y hasta qué punto van a poder monetizar esa música libremente”, dice. La inundación del mercado musical no es del todo descartable, pero ¿surgirá alguna plataforma nueva donde consumir aún más música y más personalizada?
Ya hay autores que se acercan hoy a producir con más rapidez: “Los nuevos artistas que están surgiendo en el bedroom pop o en el urbano componen directamente con un ordenador, y la mesa de producción está en su casa”, dice Miguel Martorell, director para el sur de Europa de Altafonte. “Una inteligencia artificial aplicada a esas herramientas puede ser muy interesante porque no hará falta que lo compongas tú, sino que puedes pedírselo directamente a la inteligencia artificial que te lo haga y ajustarlo”, añade.
El papel de las librerías
Hay ya una parte del sector, quizá el más anónimo o con menos valor creativo, que la IA puede barrer: las librerías pregrabadas y libres de derechos para vídeos o publicidad. “Ahora cuando subes un vídeo a YouTube, por ejemplo, escoges música de librería, ‘música tranquila de piano’”, dice Martorell. “No deja de ser un estándar que utilizan un montón de creadores de fondo para sus vídeos. Una IA aquí puede ser muy interesante porque cada creador puede dar unos parámetros y tener una melodía o una canción exclusiva”.
Para entender esta especie de evolución natural entre lo que ya se hace y lo que ofrece la IA sirven estos dos ejemplos. Ahora hay ya aplicaciones de IA que retocan maquetas para dejarlas con un sonido muy bueno: “Tienes un tema de rock y quieres que los volúmenes de las diferentes pistas sean lo más parecido al rock”, dice Fran Leo, gestor de innovación en la discográfica Subterfuge. “Entonces esa inteligencia artificial, a la que le han metido un montón de canciones rock, analiza cómo están masterizadas, saca unas ciertas conclusiones y lo aplica al tuyo”.
Herramientas como Lalal, Supertone o Bandlab, ya muy usadas, se acercan a lo que hará una IA completamente generativa. Este ejemplo es una voz artificial hecha con Voiceful a partir solo del texto, sin más peticiones técnicas de tono, velocidad, timbre, ni posproducción. La creación de esta voz artificial ha llevado unos 20 segundos:
Esas aplicaciones mejoran mucho lo que ya hay sin la ayuda de un productor y horas de estudio. Las siguientes etapas ofrecerán progresivamente nuevas opciones y más fáciles de emplear, como esto que explica Berto Rojo: “He escuchado una IA con la que grabas una pista de bajo en casa con una tarjeta de sonido malucha, se la pasas a la IA y puedes decirle: ‘hazme que suene como el bajo de los Pixies’. Y es capaz de coger tu pista y transformarla en una profesional. Eso abre muchas puertas porque será más fácil sonar bien”, dice.
El escepticismo de algunos de los más descreídos con la novedad, como Antonio Luque, de Sr. Chinarro, tiene también sus razones musicales: “Los que hacemos canciones pop rock sabemos que los ingredientes con los que nos manejamos son contados. no usamos progresiones armónicas muy complicadas como los del jazz. Sabemos que todo es sol do re, re la sol y la ‘canción de amor’ y ‘yo te vi así’, ‘me morí por ti’ y ‘hasta el fin’ y el sol y la luna. Con eso que manejamos todos, algunos hacen éxitos y la mayoría, no. Ni siquiera el que ha hecho un éxito tiene garantizado que va a hacer otro. Si fuera tan sencillo, reto a la inteligencia artificial a que empiece a hacer hits”, explica.
No todo era original
En otros estilos es aún más claro que la IA no será una irrupción tan innovadora: “No todas las canciones que han triunfado son composiciones 100% originales. Una gran mayoría del rap se basa en samples, coger un trozo de una canción y remezclarla y repetirlo y montarlo sobre otros sonidos para transformar esa melodía en una canción completamente nueva. Es muy común en ciertos géneros y nunca ha sido un problema”, explica Rojo.
A pesar de estos detalles, es probable, sin embargo, que la novedad sea revolucionaria por algunos motivos difíciles de prever ahora: “Es algo que da miedo. Gente que viva de su propia creatividad puede temer que de repente esta tecnología puede hacer lo mismo el doble de rápido”, dice Berto Rojo. “Hay dos tipos de artistas: los que lo van a odiar y lo acabarán usando cuando ya todo el mundo lo use y los que se den cuenta de que esto ha venido para quedarse, que su crecimiento es exponencial y que para ser competitivo tienes que aprender a utilizarlo. Es como si surge el Excel y tienes una empresa y dices, no, yo quiero seguir con mis cuadernos”, añade.
Al final, como en el resto de artes, todos los implicados insisten en que creen que los humanos serán estrictamente necesarios para dar su toquecito final creativo. O que las máquinas nos aburrirán y deberemos seleccionar lo que es bueno. O para incluso algo más: “Esa inteligencia artificial ya existe. Se llama cultura. Son siglos de canciones. Cuando quiero esa ayuda escucho canciones que ya están hechas y sin darme cuenta hago una recombinación de lo que ya existe. Si eso es lo que hace el ordenador, prefiero hacerlo yo”, dice Luque, y añade que, por ahora, es el momento de sonreír: “Tiene todo un punto paródico. Lo veo como una gracieta, incluso con un punto de amenaza de las empresas tecnológicas para decirnos que cuando quieran nos sustituyen, como han hecho con los cajeros de supermercado o los que ponen la gasolina”.
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