Antonio Luque: “Vivamos todos un mes a pan y agua. Ya verás cómo bajan los precios”
El líder de Sr. Chinarro lleva 25 años en la escena musical española y acaba de lanzar el disco ‘Reality show’, un alegato contra el capitalismo corporativo o la adicción al trabajo. Y a favor del sexo, el mar y el sol
Su característica sorna le obliga a aclarar constantemente que está de broma. O medio de broma. Antonio Luque (52 años) es de Sevilla, pero vive en Málaga por motivos que nada tienen que ver con el cosmopolitismo renovado de la ciudad de Picasso: “Soy un refugiado climático, pero echo de menos mi ciudad. Aquí tienen una malfollá…”, cuenta mientras le abre la puerta a un mensajero que le trae una caja de vinos que embotellan los catalanes Mishima, sus actuales compañeros de banda. Perito agrónomo, escritor y rapsoda, es el único miembro constante de Sr. Chinarro, indiscutible buque insignia del indie español con 25 años de historia, que acaba de publicar un vigesimosegundo disco titulado Reality show, lleno de mala leche (aunque también de “sexo, mar y sol”) y con el que queda claro que el capitalismo de grandes corporaciones no es para él. “Yo cuando voy a una entrevista de trabajo me pongo a sudar a chorros”.
Pregunta. Dice que es más judío que árabe. Explique eso.
Respuesta. Bueno, mis héroes son Bob Dylan, Woody Allen y Leonard Cohen. El apellido Luque es de Sefarad, del centro de Andalucía. Y luego, en cuanto a mi forma de estar en el mundo, hay amigos y parejas que me han llamado directamente tacaño porque no entiendo lo de vivir como si fuéramos una plaga. Ahora estoy sufriendo como todos con la subida de los alimentos, que viene por la crisis de los combustibles fósiles, y he propuesto en redes sociales que vivamos un mes a pan y agua y sin coches. Ya verías cómo bajan los precios… Yo puedo vivir con muy poco, la verdad. Iba para monje. Lo que pasa es que hay cosas que se supone que los monjes no pueden hacer que a mí me gustan. No quiero ser un cura hipócrita.
P. ¿Pero de verdad iba para cura?
R. Es broma. Aunque es cierto que mi profesor de COU, que era sacerdote, siempre me llamaba a un aparte, debía de ver posibilidades en mí. Y luego muchas veces la gente me confiesa cosas…
P. ¿Y le molesta?
R. La información siempre es buena. Eso lo descubrió la Iglesia antes que yo.
P. ¿Para usted entonces qué es darse un homenaje?
R. Estar rodeado de gente que me cae bien. O si no y si no la encuentro, estar solo.
P. ¿Y hay algo en particular que estando solo le resulte placentero?
R. Tuve la suerte de encontrar un sitio para vivir que es muy pequeño, pero tiene el mar enfrente y ahí siempre tengo libros para leer. Otro ejemplo de mi carácter judío es que compré una colección de libros que claramente nadie iba a leer por 20 euros a una señora del barrio rico de al lado. Me salió por 50 céntimos el libro.
P. ¿Qué está leyendo de esa colección?
R. El agente secreto, de Joseph Conrad. Me identifico un poco con el hermano porque el otro día descubrí mediante un test que me hizo una amiga psiquiatra que estoy muy cerca del espectro Asperger. Pero bueno, me dijo que habría que hacer más test, hablar con la familia… y le dije: “No, esa parte déjala”. Siempre me ha gustado tener un amigo o dos como mucho y desde niño encerrarme en mi cuarto. No necesito un diagnóstico claro.
P. En una canción de su último disco le echa un buen rapapolvo a una exnovia por ser adicta al trabajo…
R. Podría referirme a cualquiera, la letra dice “mi amor”. Muchísima gente está en esa situación. Piensa en Amazon, piensa en los grandes festivales de música que han comprado a los pequeños, las corporaciones cada vez son más grandes y no te queda más remedio que hacer lo que le da la gana a cuatro locos. Es como en la Edad Media. Solo falta que vengan los directivos y de vez en cuando se beneficien a los empleados. Aunque parece que tampoco estamos tan lejos de eso.
P. Dice que hay muy pocos trabajos que no le parezcan deplorables, ¿ha pensado cuáles?
R. Me da la sensación de que a la mayoría de la gente no le gusta lo que hace porque trabaja en beneficio de directivos que solo quieren acumular dinero. Luego esos no sé qué hacen con tanto dinero: se tienen que comer pollos bañados en oro y cosas así. No entiendo para qué tanto cacharro. Yo a los del sello les digo que si acabasen los formatos físicos no me importaría. Aunque, bueno, no es que venda tantos vinilos como para contaminar…
P. Su padre tenía una envasadora de aceite de oliva. ¿Cómo se lo tomó cuando le dijo que se quería dedicar a la música?
R. Yo me compré mi primera guitarra eléctrica cuando tenía 16 años, me dio la mitad del dinero mi madre. Mi padre cuando la vio puso una cara como si estuviera haciendo una misa negra… ¡y mi madre igual, aunque me hubiese dado el dinero! Aunque en realidad todo el mundo piensa que esto es un hobby, que no tiene que ser remunerado. Incluso los propios músicos de hoy no paran de tocar en festivales gratis a cambio de cuatro cervezas o de la pulsera. No le voy a reprochar a mi padre que lo pensara…
P. ¿Pero es culpa de los chavales que nos les paguen?
R. Claro. Que ninguno toque gratis si se lo proponen y que pidan lo que vale eso. ¿Tú llamas al fontanero a que venga a instalarte el riego del jardín gratis? ¿Entonces cómo se meten cinco personas en una furgoneta, se cruzan el país cargados con cacharros que valen una pasta, se dan de alta [en la Seguridad Social] y se ponen a tocar por cuatro cervezas? Si es para ligar, que liguen en el bar del pueblo.
P. ¿Es posible que la industria musical se haya vuelto más explotadora también?
R. ¿Qué es primero? ¿El huevo o la gallina?
P. ¿La relación que tiene usted con su hijo ahora es mejor que la que tuvo usted con sus padres?
R. Sí, nos llevamos muy bien. Está estudiando aún, pero le gusta mucho la música y tiene afición por el rap y las batallas de gallos [combates de rimas]. Le gusta mucho escribir y por ahí intento engancharle a la lectura, aunque nunca he entendido bien las batallas de gallos. Los veo muy cabreados.
P. Usted también está cabreado.
R. Sí, sí. Y se nota en el nuevo disco. Pero es que no entiendo que renuncien a las melodías. ¿Qué le voy a hacer si me gustan las melodías?
P. ¿Ha habido algún hallazgo en esto de la paternidad?
R. A mí lo que me encanta es ver que mi hijo es mucho más inteligente que yo. Se burla de mí constantemente. Las nuevas generaciones sin duda son mejores, han visto más cosas, han vivido con menos privaciones. Luego al parecer algunos salen nazis…
P. Dicen que el éxito de la ultraderecha entre los jóvenes tiene que ver con que la encuentran muy punk…
R. No sé, habría que llevarles a los campos de concentración de excursión de fin de curso, a ver qué les parecen.
P. ¿Qué opina del resurgimiento que hay ahora mismo del nacionalismo andaluz?
R. Eso de inventar un alfabeto fonético para expresar los acentos es un poco paleto en general. Está bien que no nos avergüence, claro, pero es muy difícil. Llevamos eso tan interiorizado que cuando sabemos que nos están grabando, cambiamos un poco. No hablamos exactamente igual que cuando estamos en la intimidad, como Aznar cuando hablaba catalán. A mí la defensa de los idiomas me parece fabulosa, mientras no se use para echar a otros al pilón, que es la sensación que tengo.
P. ¿El nuevo feminismo le ha llevado a replantearse algunas cosas de su masculinidad?
R. Yo creo que lo del ”solo sí es sí” es muy fácil de entender. El que no lo entienda es que tiene un problema muy serio. No creo que haya habido un cambio muy grande con eso.
P. ¿Y habla de educación sentimental con su hijo?
R. Sí, hablamos de que el amor es difícil. Surgen sentimientos por una persona y a veces hay que pararlos por lo que sea y se sufre. Eso no lo va a cambiar la política. También es duro morirse y no lo vamos a arreglar.
P. En una canción que se llama Rosa da a entender que alguna persona importante en su vida tuvo una cierta obsesión con su móvil…
R. Es una costumbre bastante tóxica de muchas parejas la de mirarse el móvil o las redes sociales. Aunque si una pareja te quiere espiar y ponerse celosa por un me gusta no es el mayor problema. El problema gordo es cuando nos miran los malos, malos, malos. Internet es un invento militar. El registro que estamos dejando en el Gran Hermano que son los ordenadores lo van a utilizar cuando llegue una guerra. Y no nos va a tener que denunciar el vecino.
Babelia
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