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Nigeria y Twitter: el último conflicto ‘diplomático’ entre los gobiernos y las grandes tecnológicas

El Gobierno del país bloquea la red social después de que la empresa eliminase un tuit del presidente Muhammadu Buhari

El presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, en una foto de archivo.
El presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, en una foto de archivo.DPA vía Europa Press (Europa Press)
Carlos Bajo Erro

“Les trataremos con el idioma que ellos entienden”. Esta es la amenazadora frase de corte trumpista que el presidente nigeriano Muhammadu Buhari incluyó en un tuit que ha desencadenado una tormenta social y política que ha acabado con Twitter bloqueado y ha servido para constatar una vez más las tensiones y la difícil convivencia entre los gobiernos y los gigantes del sector tecnológico. La escalada ha provocado tanto las reacciones de las delegaciones diplomáticas extranjeras como las denuncias de violación derechos fundamentales.

El martes, 1 de junio, Muhammadu Buhari, el presidente de Nigeria, el país más poblado de África y la economía más potente del continente, compartía un mensaje en Twitter. En reacción a unos ataques a instalaciones de la comisión electoral en el sureste del país, Buhari advertía a “los que se están portando mal”, recordaba las pérdidas de la guerra civil nigeriana y concluía con la inquietante sentencia.

El tuit borrado del presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari.
El tuit borrado del presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari.

El mensaje del presidente provocó quejas de tuiteros que veían un lenguaje que apuntaba a la violencia entre comunidades. Al día siguiente, Twitter suprimió el tuit por incumplir las reglas. Y el viernes por la tarde, el Ministerio de Información y Cultura anunció el bloqueo “indefinido” de la red social, debido al “uso persistente de la plataforma para actividades que son capaces de socavar el prestigio de Nigeria”, según el ministro Alhaji Lai Mohammed. Oficialmente, Twitter ha expresado su preocupación.

La comunidad de tuiteros reaccionó rápido. Con el anuncio de la suspensión de Twitter, los usuarios difundieron informaciones sobre el uso de las VPN, una red privada virtual que permite conectarse a sistemas externos y aumentar la privacidad en Internet ocultando la procedencia de la conexión, de manera que permiten evitar bloqueos locales. Así, el sábado, cuando la medida se hizo efectiva, Canada o Germany también se convirtieron en tendencias en Nigeria. Eran los lugares desde los que los usuarios decían que tuiteaban, en tono de mofa, a través de las VPN.

Así fue posible que tras el bloqueo se disparase la actividad en la red. Diversos hashtags como #TwitterSuspendBuharisAccount, #TwitterBan, #TwitterBanNigeria o el de la campaña global contra los bloqueos de Internet #KeepItOn han sido tendencia sucesivamente. Las reclamaciones no han estado exentas de humor, como cuando algunos usuarios se sorprendían de que el Ministerio de Información utilizase Twitter, precisamente para anunciar la suspensión de esa misma red.

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Aunque más allá de la ironía, el bloqueo de Twitter en Nigeria se ha presentado como un episodio de extrema gravedad, sobre todo por el impacto en el respeto a los derechos fundamentales y por las consecuencias económicas. Idayat Hassan, directora del Centro para la Democracia y el Desarrollo (CDD) en África Occidental con sede en la capital nigeriana advertía que se trata de “otro ataque al espacio cívico y una muestra del descenso total de Nigeria hacia el autoritarismo”. Hassan aclaraba además el papel que Twitter juega para la sociedad civil nigeriana: “Lo que el gobierno trata de hacer es quitarnos el derecho a recibir y difundir información. Si hay una herramienta eficaz en la rendición de cuentas en Nigeria actualmente, esta es Twitter. Es la plataforma que los ciudadanos utilizan para pedir explicaciones al gobierno. Esto silencia la voz de todos, de la clase media, los jóvenes, las élites, las mujeres o los partidos políticos”.

Por su parte, ‘Gbenga Sesan, director general de Paradigm Initiative Nigeria, una prestigiosa organización de defensa de los derechos digitales, señalaba que “el impacto de esta medida en la libertad de expresión es evidente, incluso para el gobierno que restringe la plataforma, porque no puede contactar con los ciudadanos que la utilizan”. Este activista pone un ejemplo de cómo las autoridades estaban empleando este mismo canal: “El Centro de Control de Enfermedades de Nigeria comparte diariamente consejos y actualizaciones en Twitter, para ayudar a gestionar la pandemia en el país”.

Algunas delegaciones diplomáticas se han posicionado contundentemente. La embajada sueca fue una de las primeras en reaccionar, recordando que “los nigerianos tienen el derecho constitucional de ejercer su libertad de expresión y al acceso a la información” y reclamando “salvaguardar los medios libres e independientes y los espacios cívicos para las voces democráticas”. Poco después, las misiones de Canadá, la Unión Europea, Irlanda, Reino Unido y Estados Unidos, emitieron un comunicado conjunto. Amnistía Internacional también condenó la suspensión de Twitter. Julie Owono, directora de la ONG Internet Sans Frontières, cree que la medida “supone una violación del derecho internacional” e, igualmente, que “se trata de una infracción absolutamente desproporcionada del derecho a la libertad de expresión”. Solo una voz ha aplaudido la medida de Buhari: el expresidente de EE UU, Donald Trump, suspendido por Twitter desde enero.

En este tira y afloja, el gobierno nigeriano ha apostado por una firmeza que le ha llevado a lanzar una compleja amenaza: denunciará a todos aquellos usuarios que sigan tuiteando después del bloqueo. “Es muy peligroso. Forma parte de una tendencia a la criminalización de quienes intentan sortear la censura. Se condena o se prohíbe el uso de VPN o de herramientas como Tor. Estas no son solo herramientas para eludir la censura, sino que muchas personas las utilizan para proteger su vida privada”, advierte Owono.

Lo cierto es que desde la última gran ola de protestas en Nigeria ocurrida en octubre de 2020. Las autoridades y Twitter parecían tener cuentas pendientes. Algunos círculos del gobierno no han olvidado el papel que la red social tuvo en la difusión de las denuncias de brutalidad policial, en la movilización de los ciudadanos que tomaron las calles y en visibilizar, incluso, internacionalmente las reivindicaciones y la violenta represión de las manifestaciones. En aquellos días, la red social distribuyó 148 millones de mensajes solo con la etiqueta de la campaña #EndSARS en tres semanas y en los días de movilización más intensa se llegaron a compartir 17 millones de tuits a través del mismo hashtag.

FILE PHOTO: A man looks at newspapers at a newsstand in Abuja, Nigeria June 5, 2021. REUTERS/Afolabi Sotunde/File Photo
FILE PHOTO: A man looks at newspapers at a newsstand in Abuja, Nigeria June 5, 2021. REUTERS/Afolabi Sotunde/File PhotoAFOLABI SOTUNDE (Reuters)

De hecho las autoridades nigerianas llevan años preparando el terreno para aprobar una ley de control del espacio digital y de los medios sociales en particular, a la que la sociedad civil se ha opuesto firmemente por considerarla una herramienta para recortar las libertades. “Con esta prohibición”, advierte Hassan, “podemos estar seguros de que el proyecto de ley sobre las redes sociales pronto se convertirá en una realidad”. Y para colmo, hace menos de dos meses, Twitter decidió abrir su primera oficina africana en Ghana, el principal competidor regional de Nigeria en el liderazgo tecnológico.

Las consecuencias económicas también han sido ampliamente advertidas. El nigeriano es probablemente el ecosistema digital más activo de África y su aportación a la economía nacional no ha dejado de crecer en los últimos años. Su dinamismo ha hecho que se convierta en el primer destino africano de las inversiones internacionales en empresas innovadoras. Según un informe de la consultora Partech, en 2020, Nigeria atrajo más de 300 millones de dólares de esta financiación, una quinta parte de lo que llegó a todo el continente. Varios actores sociales han advertido que esta decisión supone un freno, para el sector tecnológico y para toda la economía.

‘Gbenga Sesan recuerda que “la Estrategia Nacional de Economía Digital de Nigeria (NDEPS) está diseñada para supuestamente “permitir a Nigeria aprovechar las tecnologías digitales para convertirse en un actor principal en la economía digital mundial”, pero esta represión ilegal de una tecnología digital hace exactamente lo contrario. Los inversores prefieren un entorno predecible y propicio, así que Nigeria está diciendo que no queremos inversores”. Este activista recuerda además el papel que ha jugado el sector digital en los últimos tiempos.

El observatorio global de las interrupciones de Internet, Netblocks, cifra en 250.600 dólares el impacto económico de cada hora de bloqueo de Twitter en Nigeria, por lo que en cuatro días, las pérdidas ascienden ya a más de 30 millones de dólares. Y la factura sigue aumentando.

Como dice Julie Owono, esta medida se enmarca en una dinámica global que marca el desencuentro entre la voluntad de controlar las redes por parte de algunos gobiernos y la moderación de los contenidos por parte de las plataformas de medios sociales. Sin ir más lejos, en enero Facebook bloqueó cuentas de miembros del gobierno ugandés por usos inadecuados. El gobierno ugandés encontró la excusa para bloquear las redes sociales durante las elecciones. Es desencuentro “se repetirá cada vez más”, advierte Owono.

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Sobre la firma

Carlos Bajo Erro
Licenciado en Periodismo (UN), máster en Culturas y Desarrollo en África (URV) y realizando un doctorando en Comunicación y Relaciones Internacionales (URLl). Se dedica al periodismo, a la investigación social, a la docencia y a la consultoría en comunicación para organizaciones sociales.

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