Un robot contra el acoso escolar
Una firma española desarrolla un programa para detectar el hostigamiento en las aulas
El robot Snow mide algo más de un metro, se desliza de un sitio a otro y tiene una simpática pantalla redonda como rostro. Su arma más potente es su capacidad para ganarse la confianza de los niños. La firma KIO-AI, integrada en la incubadora de empresas de ESIC, ha desarrollado este androide capaz de interactuar con alumnos de entre 8 y 16 años para detectar casos de acoso escolar en las aulas y prevenirlos.
“Hay niños que sufren acoso escolar pero no lo saben, no lo identifican como tal y, por tanto, no lo denuncian y tampoco se les puede ayudar desde fuera”, explica el director general de KIO-AI, Gustavo Beltrán, que ha presentado este robot humanoide en el Simposio Internacional de Innovación Aplicada que organiza estos días en Valencia ESIC Bussiness & Marketing School.
La empresa, radicada en Pozuelo (Madrid), se zambulló de lleno hace unos años en el proyecto Watsomapp, un programa que utiliza la inteligencia artificial y que puede detectar los distintos perfiles que hay en el grupo escolar cuando se da un conflicto de acoso. “Somos capaces de saber probabilísticamente quién es la persona con más posibilidades de sufrir acoso, de ser el acosador, los perfiles de los observadores pasivos y de los niños líderes mediadores”, prosigue Beltrán. Con toda esa información, que recopila el programa, los centros educativos disponen de un diagnóstico.
Los niños participan en un juego sobre la amistad y a la vez que se están divirtiendo, proporcionan información. Mediante el juego, ellos seleccionan un grupo de compañeros y explican cómo perciben a cada uno de sus compañeros. Una vez están los informes previos se pasa a las pruebas con el robot, donde se profundiza muchísimo más en cada perfil concreto. “Nosotros les damos las alertas al colegio y ellos pueden tomar decisiones para acabar con el conflicto”, continúa el director de KIO-IA.
Los robots, dotados de pantallas con el software de IBM, pueden interactuar cuando el colegio los necesita, ya sea de forma individual o en grupo. “El niño cuenta mucho más a un robot que a un adulto. Creemos que es porque el robot no les provoca ninguna sensación o sentido de juicio, solo les escucha y, como se sienten a gusto, al final le cuentan cómo se sienten”. Y continúa Beltrán: “Cuando hablas con otra persona influyen mucho sus gestos, sus expresiones…; si te parece que hace algo que te incomoda, paras, te cortas y no cuentas más. Piensas ‘cómo le voy a contar esto a mi profesor, con el que convivo todos los días’”.
A un robot le puedes contar todo y el equipo de Watsomapp analiza el sentimiento según las palabras empleadas por los alumnos. Es un programa cognitivo, capaz de aprender cuanto más interlocuciones tiene, con la creación de unos contenedores de aprendizaje, que acaban dándole al programa un contexto en el que colaboran psicólogos y matemáticos.
La herramienta es efectiva porque cada mes se evalúa de nuevo a todos los alumnos y se actúa. Por ejemplo, sé que fulanito puede sufrir acoso, por tanto voy a actuar para integrarlo más en el grupo. Además voy a echar un ojo cuando esté en el recreo y evitar que se quede solo. Y también voy a estar atento a que zutanito, que es el que molesta a fulanito, no lo haga. El líder mediador de la clase ayudará también al posible acosado. Dos meses después te das cuenta de que el niño se siente mejor y cambia su percepción a la hora de ir al colegio.
Inteligencia artificial
Snow, gracias a la inteligencia artificial, pregunta directamente a los niños qué ven en el colegio y suelen responder con la verdad porque la mentira necesita de más creatividad. El grupo es el que mejor sabe lo que ocurre en el aula, y cuando varios niños te dicen que hay un compañero al que se le molesta repetitivamente, existen pocas dudas de que puede haber algún tipo de acoso.
Los límites al uso de la información son los que establece la ley porque es el colegio quien tiene todos los datos. “El robot es solo una herramienta”, agrega Beltrán. Son los mismos límites que existen cuando se conversa con un psicólogo.
KIO ya prueba este sistema sobre 6.000 alumnos españoles y peruanos -a través de una empresa asociada-, 3.500 de ellos en el colegio concertado Santa María del Naranco de Oviedo (Asturias), donde el sistema se aplica desde este curso. "Tenemos estudios que indican que uno de cada 10 alumnos pueden estar sufriendo acoso actualmente. Con este sistema, la dirección de cada centro educativo puede disponer de herramientas para decidir qué acciones tomar para corregir esos casos, e incluso prevenirlos", explica el responsable de esta compañía que comercializa el robot a un coste de dos euros al mes por alumno.
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