Bridgefy, comunicación de emergencia
Emprendedores mexicanos crean una startup para enviar mensajes sin necesidad de conexión a Internet
Se montaron en un autobús con la intención de cambiar sus vidas. No eran dos personajes desesperados, tampoco dos locos, pero sí lo suficientemente soñadores como para crear un sistema de mensajería que funciona cuando no hay Internet. Hace dos años Jorge Ríos (Monterrey, 1986) y Diego García (Veracruz, 1987) decidieron que querían probar suerte y entender cómo funcionan las startups. Subieron al autobús sin una idea clara, desde Monterrey, esperando dar con una buena idea antes de llega a San Antonio (Texas). El vehículo al que se subieron no era uno más, sino uno con una finalidad muy clara, crear una startup antes de llegar al destino. “Mientras muchos de los compañeros ya estaban pegando post its, nosotros seguíamos hablando”, relata Ríos.
Pensaron primero en un problema y después en la solución. Quería dar con un sistema que permitiera comunicarse cuando no hay Internet. Algo lógico si se tiene en cuenta la incidencia de los terremotos tanto en su país natal como en California, donde residen. Bridgefy es un sistema de comunicación que pueden usar otras aplicaciones, no se trata de una aplicación final, sino de una tecnología sobre la que construir otros productos. Se basan en Mesh, una fórmula que también explota Firechat, muy popular en conciertos, festivales y manifestaciones. Este protocolo convierte cada punto de la red en un emisor y receptor. En lugar de necesitar conexión a Internet, crea una red alternativa que difunde los mensajes. El chip de bluetooth, radio y wifi sirve para crear otra red de comunicación entre objetos. La magia de Bridgefy reside en ser capaces de conectar este sistema alternativo, muy práctico cuando la conexión es escasa o la recurrencia de usuarios hacen que se caiga el servicio, con el Internet habitual.
Ríos lo explica de una manera más práctica: “Pongamos que solo un teléfono tiene conexión a Internet, basta con que ese envíe el mensaje a todos los que están cerca para que el mensaje les llegue a todos. las posibilidades son muchísimas”.
El tercer fundador es Roberto Betancourt (Ciudad de México, 1987), que brinda su labor desde la capital azteca. Así se estableció el equipo que da forma a Bridgefy. Durante el trayecto compitieron con equipos de Estados Unidos, México y Canadá. Quedaron segundos, pero fue reconocimiento suficiente para explotar el potencial de la idea. Tras un mes en Ciudad de México dieron el salto a San Francisco, la cuna de los nuevos productos y las ideas rompedoras.
Este verano mostraron a amigos de la comunidad hacker sus avances durante DEFCON, uno de los mayores eventos de ciberseguridad que se celebra a comienzos de agosto en Las Vegas. Su propuesta tuvo gran aceptación en un ambiente de gran exigencia.
Ríos y García residen ahora en el mismo lugar donde trabajan, en una startup house en SOMA, el barrio donde confluye y brota la innovación en San Francisco. Duermen en literas, tienen varios salones adaptados como oficinas y un gran comedor y cocina comunal. ¿No cansa vivir y trabajar en el mismo lugar? “Tenemos claro que no estamos aquí como turistas, sino para sacar adelante nuestra idea. Ya habrá tiempo para disfrutar de San Francisco, pero no es ahora”, defienden.
En principio vinieron para tres meses, como parte un proyecto de incubación, contaban solo con dinero de apoyo de la familia, pero se quedaron seis meses. Después llegó la primera ronda, la de los inversores ángeles, como se denomina a los que apuestan por empresas todavía en pañales. Así nació el primera equipo, con cuatro ingenieros contratados y mucha modestia. “Como fundadores tuvimos que tomar una decisión dura, ponernos un sueldo de 200 dólares, lo justo para tener víveres. Vamos a los eventos para poder comer y ahorrar”, reconocen.
Mientras están a punto de cerrar una nueva ronda de inversión, adicional al medio millón de dólares que han conseguido hasta ahora, celebran un acuerdo con SkyAlert, la aplicación auspiciada por el Gobierno de México para alertar de sismos. Saben que una nueva inyección de dinero les permitirá ampliar el equipo y crecer más rápido. En sus planes contemplan que aplicaciones como Uber o Lyft usen sus sistema para comunicarse con clientes cuya conexión es débil. Piensan, también, que puede ser muy útil para organizadores de eventos o para viajeros que no tengan datos incluidos en su contrato cuando viajan al extranjero. Al mismo tiempo, son conscientes de la limitaciones: “Son pocos los que compiten en nuestro campo y no tiene salida directa en el mercado de consumo, sino a través de otras aplicaciones. Nuestro modelo de negocio pasar por licenciar el uso de nuestra tecnología”.
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