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Un día en la otra realidad

El cineasta Nicolás Alcalá nos acompaña en un viaje a las maravillas de la realidad virtual Te contamos qué se siente al otro lado en primera persona

Vídeo: Luis Manuel Rivas, Ángel Luis Sucasas

Así empieza mi sueño. Van Gogh se levanta de su asiento y se acerca a una ventana. Estamos en un café elegante, de aires parisinos, envuelto en su colorido de pinceladas salvajes. De hecho, Van Gogh no es Van Gogh, sino su autorretrato. Vivo, delante de mí. No puedo resistirme. Tengo que levantarme, acercarme a la ventana y ver lo que ve el pintor. En pocos pasos me planto a su lado, miro al frente y pierdo la cabeza. Porque frente a mí está su Noche estrellada. No un lienzo, sino una bóveda celeste tal y como él la imaginó.

Me quito el casco. Pestañeo. Estoy en las oficinas de Future Lighthouse, una startup española que apuesta por diseñar experiencias narrativas de realidad virtual. Su demiurgo me muestra una media sonrisa. Es Nicolás Alcalá, antes cineasta y ahora cuentacuentos de este otro mundo. Le sonrío como Dante sonrió a Virgilio. El viaje solo ha comenzado.

Donde cantan las ballenas

La proa de un barco. Seamos más concretos, un pecio, un galeón pirata, tal vez, por los cañones desvencijados aún sobre la cubierta. Estamos en el fondo del mar. Hay quietud. Y el rumor de fondo que es la presión de las toneladas de agua sobre mi cabeza. De pronto, una sombra entre las aguas tenebrosas. Enorme. Inabarcable. Me encojo de miedo, aunque algo me dice que no me hará daño. La majestuosa silueta me sobrevuela y se planta a popa. Un ojo inmenso se clava en mí. El ojo de una ballena azul. Levanto el visor y tomo una bocanada de realidad. Nicolás me espera en un sofá.

Las 'maracas' que son manos

A falta de poder mover todos los dedos en el mundo virtual, buenas son unas maracas. Las que vemos arriba son del HTC de Valve, el casco de realidad virtual de los creadores de Steam. Abajo, un visor de Oculus. Y a continuación Roberto Pérez, ingeniero de Future Lighthouse, carga una experiencia en el ordenador mientras seguimos sumergidos al otro lado.

EL PAÍS TECNOLOGÍA: He alucinado con la escala. Tenía el tamaño de una ballena real.

Nicolás Alcalá: Vale para lo más grande y para lo más pequeño. ¿Te acuerdas de Cariño, he encogido a los niños?

E. P. T.: Claro.

N. A.: Pues a mí me flipa tanto o más sentirme pequeño.

Hay que probarlo. Me vuelvo a poner el casco HTC, la apuesta de Valve en la realidad virtual que se combina con unas cámaras que trackean mi movimiento para que caminar al otro lado sea tan natural como hacerlo por esta cosa que llamamos realidad.

Ahora estoy en lo que parece la cabaña de un brujo. Y parezco, en efecto, diminuto, porque cada tarro lleno de ojos, cada bicho que se remueve en su urna de cristal es enorme. Mi mano se ha transformado en una luciérnaga parecida a campanilla que reacciona con cada objeto de esta Secret Shop, experiencia ambientada en el videojuego estrella de los esports Dota 2. Hay cosas de lo más raro, como un libro con dientes que amenaza con comerme, una criatura orejuda que me mira con curiosidad y unas runas que en un ¡plaf! alteran mi punto de vista radicalmente. Paso de estar a ras de suelo a observarlo todo desde un estante o a encontrarme con un gigantesco ojo rojo en una chimenea.

Al volver a ver mi verdadero cuerpo, siento algo extraño. Los objetos de las oficinas de Nicolás parecen demasiado pequeños. Me miro las manos y los pies. Todo parece normal. Me desplomo otra vez sobre el sofá a hablar con Nicolás.

E. P. T.: ¡Uf! Ahora es cuando me gustaría haber nacido pitufo.

N. A.: Y todavía no has probado la mejor.

E. P. T.: Lo que sí veo es que de momento no se puede ser fotorrealista.

N. A.: No, estamos cerca. Pero lo que se puede conseguir en realismo aún es como los efectos visuales de una peli de los ochenta. Ahora bien, haciendo algo más cartoon o expresionista, logras magia. Ya verás, ahora viene mi favorita. ¿Te acuerdas del [programa de Microsoft] Paint?

E. P. T.: Claro.

N. A.: Vas a flipar.

Flipar en colores... Literalmente

En mi mano, un pincel. Un pincel que pinta con fuego, neón, humo, polvo de estrellas, grafiti. Lo que quiera. "¿Te acuerdas del Paint?", me preguntaba de nuevo Nicolás. Vaya tela. Tilt Brush es, como dice Alcalá, lo más increíble que he probado hasta hoy en realidad virtual. Y me las he visto con el Oculus de Facebook y el PlayStation VR de Sony en situaciones peliagudas. Recuerdo, por ejemplo, la experiencia del London heist de Sony. Un tiroteo frenético tras una mesa, en el que apuntaba y recargaba tal cual si tuviera de verdad una pistola en las manos. Y me agachaba de verdad tras un escritorio para que no me cosieran a balazos.

Pero esto... Esto es el futuro. Lo tengo claro. En un cubo de paredes invisibles puedo desatar toda mi (escasa) creatividad y dibujar en 3D lo que quiera. Como mi ingenio va justito pinto (ya me gustaría) como un niño. Lleno mi espacio visual de furiosos arcoíris. Corro por esos escasos metros como si fuera un portador de la antorcha olímpica, dejando una estela de llamas a mi paso del color que yo quiera.

En la experiencia 'The night cafe' visitas un bar recreadoo con la técnica pictórica de Van Gogh.
En la experiencia 'The night cafe' visitas un bar recreadoo con la técnica pictórica de Van Gogh.

Pienso en el potencial que esto puede tener para nuestro día a día. Vivimos estresados. Es así. Las series de la tele, los videojuegos, un buen libro, drogas que no matan para evadirnos del exceso de actividad. Pero sentimos la ausencia de los espacios propios, de esa playa, montaña, bosque, pradera que nos llena y sana con su mera contemplación. Hasta ahora. Porque ahora podemos ir allí todos los días. Al volver a alzar el casco, comento mis inquietudes con Nicolás.

E. P. T.: ¿Crees que esto podrá ayudar al estrés?

N. A.: Y a los que tengan problemas de salud mental. Te pasas una hora así y es imposible no renovarse.

La mía es, como ya dije, escasa. Pero sí note cómo esas formas aleatorias iban adquiriendo un cierto propósito ante mí. Me explota la mente al imaginar lo que sentiría un Picasso, un Miguel Ángel o un Van Gogh cruzando el umbral de las maravillas.

Tocan otras tantas experiencias, más divertidas. Soy malísimo en la de aterrizar aviones con la mano. No consigo que ni uno llegue sano y salvo a la pista. Los tengo que guiar por el hocico de la aeronave hasta tres pistas de asfalto. Mejor se me da lo de tensar el arco y disparar a las dianas. En el minigolf empiezo mal y acabo regular. Y hasta me juego una descacharrante versión VR de un programa culinario a lo Master Chef.

Estoy saciado, y algo mareado, porque la desorientación tras horas al otro lado aún es peaje obligatorio. Pero ha merecido la pena. Quiero hablar de ello con mi guía, que me espera en el sofá de siempre. Aún no sé nada de la historia que Nicolás quiere contar tras el telón virtual. Así que me dispongo a interrogarlo para descubrir cómo será esa primera gran experiencia narrativa de Future Lighthouse.

Siempre nos quedará 'El Mañana'

N. A.: Se llama Tomorrow por los indios hopi, que no tenían palabras para expresar pasado o futuro. Queremos crear una experiencia que sea la perfecta para alguien que prueba por primera vez la realidad virtual. Arrancamos en una enorme cueva y luego vamos recorriendo muchos escenarios. En uno de los momentos vuelas por uno de los parajes más impresionantes del planeta. Se trata de demostrar todo lo que se puede hacer con este nuevo medio.

Roberto Pérez, cofundador y CTO de Future Lighthouse, carga una experiencia en el ordenador.
Roberto Pérez, cofundador y CTO de Future Lighthouse, carga una experiencia en el ordenador.

Ambicioso para empezar. Nicolás reconoce que de momento el dinero para comer y mantenerse viene de diseñar experiencias publicitarias. "Es la forma de financiar los proyectos narrativos que nos interesan". explica el cineasta. Pero lo que llena a Nicolás es pensar en el futuro. Un futuro que solo puede ver como virtual.

N. A.: Va a llegar un punto, y tú y yo lo vamos a ver, en que las inteligencias artificiales harán el 90% del trabajo. Tendremos mucho más tiempo para expresarnos. Creo que la realidad virtual jugará un papel clave en este porvenir.

E. P. T.: ¿Qué papel?

N. A.: Piénsalo. Estamos a punto de ser dioses. Para unos romanos, casi lo seríamos. Volamos, respiramos bajo el agua, nos comunicamos a enormes distancias instantáneamente, etc. Pero, de momento, nadie ha venido a buscarnos, a pesar de lo enorme que es el Universo.

E. P. T.: ¿Por qué?

N. A.: A mí me gusta pensar que es porque están sumergidos en sus mundos virtuales, pasándoselo teta.

CARBOARDS

El visor más low-cost lleva el sello de Google. Un armazón de cartón y unas ópticas por 13,99 euros.

HTC VALVE

Un lujo de visor que permite moverse por un espacio dentro de lo virtual. Sin precio previsto aún.

SAMSUNG GEAR VR

El casco visor de Samsung solo apto para sus Galaxy. Una opción para visitar lo virtual desde el móvil.

PLAYSTATION VR

La apuesta de Sony en materia de visores se asociará a la PlayStation 4, con 30 millones de consolas vendidas.

OCULUS VR

El visor abanderado de Facebook. Llegará a las tiendas durante el primer cuatrimestre de 2016.

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