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Cuando el comedor escolar marca la diferencia: “En la escuela le dan todos los nutrientes que necesita, en casa es más difícil”

El 34,5 % de la infancia en España está en riesgo de pobreza y exclusión pero las becas comedor solo llegan al 13,14%, denuncia la fundación Educo

Ada R. posa en su casa, en Madrid, el pasado miércoles 4 de septiembre.
Ada R. posa en su casa, en Madrid, el pasado miércoles 4 de septiembre.Andrea Comas

Más de medio millón de menores en España no come lo que debería. Sus familias no llegan a final de mes y pagar el comedor escolar supondría, en el mejor de los casos, una cuarta parte de sus ingresos. Exactamente lo mismo que la compra para todo el hogar, según el informe Vuelta al cole, ¿vuelta al comedor?, publicado este jueves por la fundación Educo. La organización se ha plantado en la plaza de Callao de Madrid con tres neveras vacías para reclamar al Gobierno un aumento de 468 millones de euros en los Presupuestos Generales del Estado 2025, una medida que garantizaría a todos los alumnos el acceso a los comedores escolares.

A punto de empezar las clases, muchas familias todavía no saben si podrán mandar a sus hijos al comedor. Es el caso de Ada R. (Paraguay, 38 años), que está esperando una respuesta de las becas comedor de la Comunidad de Madrid para su hija de 4 años. “Cuando busco la solicitud dice que no existe”, se lamenta. El curso pasado tuvo que hacer el proceso dos veces. Desde que la echaron de su trabajo como cocinera por pedir una baja de quince días causada por una hernia discal obstruida, Ada R. cobra el Ingreso Mínimo Vital (7.250 euros al año) y está terminando la ESO para poder hacer el curso de teleasistencia de mayores. El comedor de su hija cuesta 130 euros al mes. Asegura que sin la beca no se lo puede permitir, por eso este septiembre la ha quitado.

El 34,5 % de la infancia en España está en riesgo de pobreza y exclusión y, sin embargo, las becas comedor solo llegan al 13,14%, denuncia Educo. Eso quiere decir, según la fundación, que se quedan sin beca un millón de niños, niñas y adolescentes que deberían tener asegurado el uso y disfrute del comedor a diario. La asistencia a los comedores en España está por debajo del 50% en la enseñanza primaria. “En secundaria ni hablar, es un drama, no pasa el 3%”, señala Macarena Céspedes, directora de Incidencia e Investigación en Educo y autora del informe. Las consecuencias, asevera, son visibles en el incremento de la obesidad infantil. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, uno de cada tres menores tiene sobrepeso y uno de cada diez, obesidad. “Este es tan solo uno de los efectos”, aclara Céspedes, “la alimentación es fundamental para el desarrollo físico, cognitivo y emocional de los niños”. Y en la mayoría de los casos, la comida en los comedores es más completa que en las casas. Ada R. lo reconoce: “En la escuela le dan todos los nutrientes que necesita, en casa es más difícil”. “Yo no puedo darle todo a la niña”, explica, “pero sobrevivir, estamos sobreviviendo”.

Durante la pandemia, ella y su hija terminaron en la calle. Gracias a una asociación, las acogieron en un albergue de mujeres en Carabanchel, barrio en el que vive ahora con otras dos madres solteras que están en la misma situación que ella. Entre todas pagan los 800 euros del alquiler, los gastos del piso y los útiles escolares para sus hijos. De otra forma no podrían mantener el hogar. Tal como revela el informe de Educo, la canasta básica en España ha aumentado un 47% en los últimos 4 años. Esto ha llevado a que 114.542 familias se sumaran a las más de un millón en riesgo de exclusión en 2023.

Céspedes sostiene que el esfuerzo estatal para aliviar a estas familias no sería demasiado. Para que el comedor sea gratuito entre los 6 y los 12 años, habría que destinar 1.075 millones de euros. “Parece mucho, pero es un incremento pequeño dentro de los Presupuestos Generales”. Lo que sería grande es el efecto, dice la experta. Basada en los padres consultados para el informe, explica que si el comedor fuera gratis, la asistencia de los alumnos alcanzaría el 77,8%. “Es evidente que el diseño de becas hace la diferencia”, argumenta.

Una demostración de lo que dice Céspedes es la desigualdad entre las comunidades autónomas. En Valencia, por ejemplo, la asistencia a los comedores en las escuelas de primaria supera el 80% ―la más alta en toda España―, mientras que en Extremadura y Murcia esa cifra equivale a los que no comen en el comedor. Y lo que es peor, probablemente coman solos y mal. El riesgo de exclusión y pobreza en estas tres comunidades es similar, en todas ronda el 40%. La diferencia es que en Valencia otorgan becas al 19,7% de su alumnado. En Extremadura y Murcia prácticamente no lo hacen, solo las reciben el 0,1% y el 2%, respectivamente.

A Ada R., la beca a la que opta en Madrid le cubre nada más que el 50%. Dice que el proceso no es sencillo y que no sabe cómo solicitar la beca completa. Pero a la mitad del precio puede pagarle a su hija el comedor y terminar la ESO. Este curso, sin embargo, hasta que no obtenga respuesta, no sabe si podrá completar sus estudios. El horario de salida de su hija la obligaría a salir dos horas antes. “¿Con quién dejo a mi hija? No tengo familia, no tengo a nadie aquí”, lamenta. Esta situación posterga un año más la posibilidad de tener un trabajo que la saque de la pobreza.

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