Las barreras del cine limitan a ciegos y sordos: desde el ‘set’ de rodaje hasta el patio de butacas
La accesibilidad se abre paso en el ocio audiovisual, pero las personas con discapacidad se enfrentan a numerosas trabas, como espectadores y también como actores
El cine español llevó a la cartelera 705 películas en 2022, según la Estadística de Cinematografía, perteneciente al Ministerio de Cultura y Deporte, publicada este verano. La ficción es una recurrente válvula de escape, pero quizá no es para todo el mundo igual, pues el Centro Español de Subtitulado y Audiodescripción (CESyA) solo registró el año pasado 69 filmes accesibles en los cines que tiene monitorizados. Las personas con discapacidad se enfrentan a numerosas barreras en el mundo audiovisual, como espectadores y también como actores. El estreno este jueves de La luz que no puedes ver, una miniserie de la plataforma Netflix basada en la novela del autor Anthony Doerr, premiada con el Pulitzer de Ficción, aporta visibilidad al colectivo. Sus protagonistas son ciegas, como la actriz española Lola Robles, de 54 años, invitada el lunes a la première en Madrid, donde lanzó un reivindicativo mensaje: “Yo pago la entrada como cualquier persona, pero no la puedo disfrutar igual porque me llaman diferente”.
Las principales plataformas para ver películas y series desde casa como Netflix, Amazon Prime Video, AppleTV+, Disney+, HBO Max y Movistar+, ofrecen parte de su contenido con herramientas accesibles. La doctora y consultora en accesibilidad Èlia Sala reconoce que, en ocasiones, algunas de estas empresas de entretenimiento “incluyen subtítulos para personas oyentes, pero se quedan a medio camino porque estos se enfocan en acceder a un idioma diferente, cuando las personas sordas necesitan que se incluyan todos los elementos sonoros que aparecen en escena para poder asimilar el conjunto del mensaje”.
El preestreno organizado por Netflix en colaboración con la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) incluyó la proyección en cine del primer capítulo de la miniserie con subtítulos, para sordos, y audiodescripción, para ciegos, en español. El objetivo era que los espectadores con discapacidad también pudiesen disfrutar en igualdad de condiciones. El resto de personas invitadas contaban con un antifaz para conseguir una experiencia inmersiva. Al acto también acudió Carlos Soroa, de 32 años. Es el primer actor español sordo que trabajó para Netflix en la serie Bienvenidos a Edén. En su colegio fomentaban las artes escénicas, pero como atisbaba un futuro difícil en el mundo audiovisual, se formó en cocina. “Tenía intérprete en el instituto, pero no cubría el horario entero”, ha explicado.
Las limitaciones formativas pueden dificultar la integración profesional de los actores, aunque la inclusión cada día está más presente. La luz que no puedes ver presenta a Marie-Laure, una niña francesa ciega, y su padre, Daniel LeBlanc, quienes huyen de París, ocupada por los alemanes, con un codiciado diamante. Encuentran refugio en St. Malo, donde se instalan con su tío, que realiza transmisiones clandestinas de radio como parte de la resistencia. La joven se encontrará con Werner, un hombre reclutado por el régimen de Hitler para rastrear informaciones ilegales, y terminarán compartiendo un vínculo secreto. Las actrices ciegas son Nell Sutton, que interpreta a la protagonista de niña; y Aria Mia Loberti, de joven, quien no tenía experiencia previa en el mundo audiovisual: “Nunca me permití soñar con actuar cuando era pequeña. Simplemente, te acostumbras a que la gente te diga lo que es posible para ti, y lo aceptas”.
Ciertas barreras aún acompañan a Soroa en su formación actual como actor. Por ello, ha llegado a un acuerdo con su centro. Le reducen un poco el precio del curso porque no le facilitan un intérprete, lo que implica que tenga que buscarlo y costearlo por su cuenta. Robles también encontró dificultades en su periodo académico. A los 32 años perdió la visión a causa de una retinosis pigmentaria. Cuatro años después entró en el grupo de teatro La Luciérnaga, perteneciente a la ONCE. Confirmó su pasión por el cine, pero cuando quiso ser profesional la echaron de tres escuelas diferentes. “Me dijeron que no tenían una clase para personas ciegas. Yo no pretendía eso, solo quería integrarme”, ha aclarado. Gracias a su persistencia, cursó arte dramático. Entre los personajes que ha representado, destaca el de la política y abogada Clara Campoamor en el largometraje Un voto para despertar.
Sala reconoce las dificultades con las que se topan también los espectadores con discapacidad. Para ella, es fundamental la subtitulación de calidad y cree que la accesibilidad se lleva una pequeña parte del presupuesto. El máximo responsable de Promoción Cultural de la ONCE, Ángel Luis Gómez, aclara que la audiodescripción utiliza los tiempos en los que no hay diálogos para añadir información y anticipar lo que va a pasar en la siguiente escena para favorecer el sentimiento de miedo o tensión creado en el filme. Su entidad ofrece esta opción desde hace más de 25 años con una videoteca particular. Incluso, cuentan desde 2014 con una aplicación móvil.
La accesibilidad tiene poca presencia en los cines, según Sala. Explica que, en muchas ocasiones, se anuncia una única sesión adaptada en un día que puede ser entre semana, lo que, según ella, supone una limitación horaria. “La gente trabaja, pueden poner más ofertas en sábado y domingo”, reivindica. Además, comenta que, a veces, ni siquiera el anuncio de la convocatoria es accesible para el público al que va dirigido. El CESyA no ha registrado durante 2023 sesiones ordinarias accesibles a través de dispositivos en los cines que tiene monitorizados. “No obstante, es posible que existan sesiones especiales o dedicadas que sí cuenten con servicios de accesibilidad específicos”, aclaran desde la entidad.
Las limitaciones no solo se encuentran en el acceso a los contenidos o en la formación actoral, a veces, también en los castings. Por ello, los actores coinciden en que adaptar el rodaje a una persona con discapacidad es muy fácil. Soroa solo necesita un intérprete. Durante la grabación con Netflix a sus compañeros también les enseñaron nociones básicas de lengua de signos. “Todo el mundo quería aprender”, asegura. Resalta la implicación del equipo de Bienvenidos a Edén. Como anécdota, y entre risas, recuerda un momento de acción: “La gente se quedaba atrás y yo seguía corriendo porque no escuchaba el aviso de parar”. En estos casos, explica que se puede hacer una seña con luz para facilitar la comunicación.
Robles solo precisa que antes del casting le envíen el archivo con el papel que tiene que interpretar porque no puede leerlo en directo por la falta de visión. Durante la grabación, asegura, el proceso es muy fácil: “Yo me centro en interpretar y la cámara me busca a mí porque yo no sé donde está”. Gofre, su perro guía, siempre la acompaña en los rodajes. “Es un actor más”, bromea. La audiodescripción en el set también es importante, por ejemplo, contarle a la actriz cómo va vestida su personaje le ayuda a meterse en el papel. Robles no se ha sentido nunca discriminada en sus proyectos laborales, todo lo contrario, pero sí reconoce las dificultades topadas para ser actriz: “Solo un 8% de los actores viven de esto. Imagínate yo, que soy ciega, mujer y supero los 50. Estoy a la cola de la cola”.
La audiodescripción regulada por ley
La audiodescripción está regulada desde 2005. Algunas de las medidas obligatorias son la identificación de los personajes a través de los colores, la sincronización de los subtítulos, la información contextual y la ayuda adicional en el teletexto. En 2022, y con la entrada en vigor de la nueva Ley General de Comunicación Audiovisual, el Gobierno indicó que las películas audiodescritas tienen que cumplir con los estándares de calidad establecidos anteriormente.
En la televisión privada, la ley establece que un mínimo del 80% de los programas deberán contar con subtítulos (antes era el 75%). Por lo menos cinco horas de emisión semanales tendrán que tener traducción en lengua de signos (antes eran dos horas). En la televisión pública, el porcentaje de subtitulado se mantiene en el 90% y el número de horas semanales de emisiones interpretadas pasa del 10% al 15%.
“La accesibilidad en el cine está en el patio de butacas y en el set de rodaje”, asegura Robles tras pedir a los productores que se fijen más en ellos. “Podemos encajar con papeles de personas con discapacidad, pero también con otros muchos. En la vida real hay mecánicos cojos y abogados ciegos”, reivindica. Soroa agradece que en Bienvenidos a Edén la sordera de su personaje estuviera totalmente normalizada: “No le trataban de pobrecito ni con paternalismo”. Además, señala que cada vez los niños tienen más actores sordos referentes. La accesibilidad se va abriendo paso, pero, como dice el máximo responsable de Promoción Cultural de la ONCE: “Queda un largo camino”.
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