La educación condiciona hasta nuestra muerte
Newsletter de Educación enviada el martes 29 de junio
Buenos días,
Arranco esta newsletter con un titular negro y quizás agresivo, pero que ilustra muy bien hasta que punto la educación condiciona nuestra vida desde que nacemos hasta cuándo morimos y cómo lo hacemos. Aprender va mucho más de los contenidos o unas destrezas, marca nuestro trabajo, nuestra participación en la sociedad, nuestra relación con el medio ambiente y nuestra salud. Por eso es curioso que hasta 2021 no se hayan cruzado simultáneamente y a nivel nacional —había muestras de Bilbao, Barcelona o Madrid— datos de educación, mortalidad y calidad de la salud. Lo han hecho dos investigadores del Centro de Estudios Democráticos (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona: Amand Blanes y Sergi Trias-Llimós.
Las conclusiones, recogidas en el artículo Vivir menos y con peor salud: el peaje de la población menos instruida de España, son demoledoras porque persisten en el tiempo aunque el nivel formativo de los ciudadanos haya mejorado con el paso de los años. Ocurre, por desgracia, en todos los países desarrollados. Un hombre con estudios superiores a los 30 años puede esperar vivir cinco años más que una persona con solo formación primaria: llegará a los 83,5 años frente a los 78,4 del otro. EL PAÍS dedicó este lunes un reportaje a estas cifras devastadoras.
Los investigadores, con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), bajan al detalle y se paran a analizar las muertes por causas evitables: tabaco, alcohol suicidios, accidentes de tráfico o enfermedades cardiovasculares con resultados para la reflexión como sociedad. Entre la población de 30 a 49 años se multiplica por 3,4 la mortalidad por causas evitables de los varones no instruidos y un 2,4 entre ellas. Ellos sufren cáncer de pulmón, cirrosis y enfermedades isquémicas (obstrucción de las arterias) por malos hábitos, ellas problemas cardiovasculares y en ambos sexos más accidentes de tráfico.
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