En este instituto el número de suspensos ya no decide la repetición de curso
El 41% del alumnado español ya estudia en comunidades donde la decisión sobre si un alumno pasa de curso en primaria y la ESO la toma el equipo docente según considere qué es mejor para el estudiante
Sentados en un aula, nueve docentes deciden quién pasa de curso. Es jueves, 17 de junio, por la tarde. A esta hora, el instituto público Berenguer Dalmau de Catarroja, situado a pocos kilómetros de Valencia, está impactantemente tranquilo. La ropa se pega al cuerpo por el calor.
―Pero con tantos suspensos, ¿va a promocionar?―, pregunta un profesor sobre una alumna que ha aprobado muy pocas.
―La normativa permite que pase de curso yendo a un grupo de refuerzo. La pregunta es: ¿repitiendo hará algo más de lo que ha hecho este año?―, plantea el orientador del centro, Javier Cortés.
―No, no lo hará―, coinciden varias profesoras.
―También tenemos que tener en cuenta su proyección de futuro. Con su edad, si pasa, al final del curso que viene podrá pedir una FP básica, cosa que no podrá hacer si se queda en primero―, añade Cortés.
El Gobierno se dispone a establecer que la repetición en primaria y la ESO no podrá depender únicamente del número de asignaturas suspendidas, desarrollando así la ley educativa aprobada en diciembre. Pero miles de centros educativos, como el Berenguer Dalmau, ya aplican esa regla. La Comunidad Valenciana, Baleares, La Rioja, Extremadura, Canarias y Euskadi (con matices) la introdujeron con motivo de la pandemia. En Cataluña también funciona, aunque con un modelo un poco diferente que se aprobó antes de la crisis sanitaria. Los siete territorios suman el 41% del alumnado del país.
La gran diferencia del cambio de la ley no consiste en que los alumnos puedan pasar con muchas asignaturas suspensas, sino que con la nueva regulación, el número de materias no superadas deja de ser el elemento clave de la cuestión y es sustituido por lo que el equipo docente considere mejor para la trayectoria del alumno. En Madrid, por ejemplo, la autonomía que más ha criticado la flexibilización, se pasa desde hace años hasta con cinco suspensos. Algo que ocurre gracias a las excepciones aprobadas por la comunidad a la regla general hasta ahora vigente (que prevé un máximo de dos materias no superadas), señala el presidente de la asociación de directores de instituto de Madrid, Esteban Álvarez.
Los sindicatos Anpe y CSIF se han posicionado en contra de la nueva regulación, argumentando que reducirá el esfuerzo de los estudiantes. La decena de directores y profesores que ya lo están aplicando en sus centros entrevistados para este artículo lo ven, en cambio, positivo, aunque advierten de que, por sí sola, la medida es insuficiente para solucionar el fracaso escolar. Y consideran necesario que a escala estatal, autonómica o de centro se concreten los nuevos criterios que los equipos docentes deben aplicar a la hora de decidir las promociones, con el objetivo de evitar que se caiga en la arbitrariedad.
El cambio, coinciden los entrevistados, está reduciendo de forma significa las repeticiones (todavía no hay datos oficiales de este curso), un terreno en el que España se distancia de los países desarrollados, al casi triplicar la media de la OCDE.
Pasar con nueve suspensos... y recuperarlos
Evelyn ha sido una de las beneficiarias de la nueva forma de decidir las repeticiones en el Berenguer Dalmau de Catarroja. El curso pasado suspendió nueve asignaturas en primero de la ESO. El equipo docente decidió promocionarla y este año ha recuperado todo primero y ha aprobado las de segundo, menos una. La chica habla sentada con su padre en el comedor de su casa, un amplio piso situado a un par de calles del instituto, en una zona de clase trabajadora: “El año pasado yo creía que no iba a pasar, pero me dejaron. También me pasó que tuve problemas y falté mucho a clase, pero yo sé que si estudio me lo saco. Y lo he hecho. Lo tenía muy mal, pero ahora voy a pasar a tercero”, comenta en una voz no muy alta al fondo de la cual se percibe orgullo.
Su caso es bastante excepcional. De la veintena de alumnos del Berenguer Dalmau que con la norma anterior hubieran repetido por el número de suspensos y pudieron promocionar, solo ella ha remontado, admite el orientador del instituto. Pero todavía les ha ido peor a los que, pese a la nueva regulación, no pasaron (el 5% del total). “La repetición casi nunca aporta nada”, afirma el orientador del centro, “continúan fracasando”. “El cambio que se ha introducido es positivo, pero para evitar el fracaso hacen falta cambios en las metodologías y en los contenidos. En qué entendemos por educación básica. En la ESO está todo tan enfocado a la preparación de la etapa no obligatoria que muchas veces la básica deja de ser básica”, añade.
“A nosotros”, afirma Eduard Cirera, director en el instituto Neus Català de Cornellà de Llobregat, “limitar la repetición a aquellos pocos alumnos que realmente pensamos que la van a aprovechar también nos sirve para evitar el absentismo de aquellos que van camino de salirse del sistema”. “Los promocionamos y los orientamos hacia una FP básica o a planes de Formación Profesional Inicial, y con ello creo que evitamos que se descuelguen del sistema”, apunta Cirera.
Las excepcionales condiciones de la pandemia, con buena parte de los estudiantes yendo a clase en días alternos, ha facilitado la aceptación del cambio por parte del profesorado, afirma Jaume Bonet, vicepresidente de la federación de directores de instituto Fedadi y responsable de un centro en Menorca: “Ha sido un cambio importante, pero en general ha ido bastante bien. Como punto de partida, que la decisión se deje en manos del equipo docente es una buena idea, porque son quienes mejor conocen a los alumnos. La repetición debería ser excepcionalísima, pero lamentablemente en este país la tenemos muy interiorizada”.
Referencias objetivas
La desvinculación del número de suspensos y las repeticiones está haciendo más complejas que otros años las reuniones de final de curso en las que los profesores deciden la promoción y en su caso la obtención de títulos por parte de los alumnos. Y en algunos casos están generando más tensión, asegura el director de un instituto valenciano, por la falta de referencias objetivas en las nuevas regulaciones.
Javier Cortés, orientador del IES Berenguer Dalmau de Catarroja, cree que la discusión es buena, pero aplicar diferentes criterios, no. Y añade: “La nueva normativa dice que además de las calificaciones deben tenerse en cuenta otros elementos, como la madurez o la actitud de trabajo. Pero eso hay que hacerlo operativo para evitar un agravio comparativo ya no entre centros, sino entre las propias aulas”. Los institutos han tendido a solucionarlo creando nuevos instrumentos de valoración, que ahora acompañan a las calificaciones tradicionales de las materias. “En nuestro centro”, prosigue Cortés, “hemos acordado una escala para valorar la actitud de trabajo; los docentes puntúan del 1 al 4 elementos como la perseverancia y el interés por las clases”. “Con la madurez hemos hecho lo mismo, tomando como referencias elementos extraídos de las competencias clave que deben alcanzar los alumnos”, añade.
El 29% de los alumnos españoles han repetido al menos un curso cuando tienen 15 años, según el Informe PISA. Ello tiene un coste adicional para el sistema que el ministerio cifra en unos 3.000 millones de euros al año. Lucas Gortazar, coordinador de investigación de EsadeEcPol, lo estima más bien en entre 1.500 millones y 1.800 millones de euros. “Si redujéramos la repetición a la media de la UE, ahorraríamos unos 1.000 millones de euros al año”, calcula Gortazar, que cree que esa cantidad debería destinarse “a ampliar los programas de refuerzo, durante toda la primaria y los dos primeros cursos de ESO”.
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