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Bruselas intenta salvar la campaña turística de verano a pesar del retraso de las vacunas

La Comisión pide el rastreo de las aguas residuales para detectar la propagación del virus y creará un sello sanitario voluntario para los hoteles que apliquen protocolos de seguridad y prevención

Dos viajeras procedentes de Alemania llegan al aeropuerto de Palma de Mallorca, el pasado jueves.
Dos viajeras procedentes de Alemania llegan al aeropuerto de Palma de Mallorca, el pasado jueves.CATI CLADERA (EFE)

La UE se enfrenta estos días a la tarea clave de recuperar la credibilidad perdida durante el arranque de las campañas de vacunación. Bruselas se ha marcado el objetivo, sobre todo, de salvar la campaña turística de verano, amenazada al igual que la del año pasado por la expansión del coronavirus. A pesar del contexto epidemiológico altamente volátil y el repunte en las infecciones en varios países, la Comisión Europea presentó el pasado miércoles un paquete de medidas para coordinar la reapertura y el regreso a la vida según se vayan cumpliendo los objetivos de vacunación.

Entre las propuestas estrella se encuentra el llamado Certificado verde digital para facilitar los viajes en los próximos meses. Pero el texto del Ejecutivo europeo, titulado “Coronavirus: una senda común hacia la reapertura segura de Europa”, busca incidir en varios frentes, desde el control de las aguas residuales a planes de estímulo a sectores afectados.

En él se repite hasta en 13 ocasiones la palabra “confianza” y se asegura con una rotundidad inusitada que “las medidas tomadas para impulsar la producción y el suministro de vacunas están dando sus frutos”, por lo que se llegará a los 300 millones de dosis en el segundo trimestre. A tiempo de cumplir con el objetivo de inmunizar al 70% de adultos antes del otoño.

El plan incluye el lanzamiento en abril de una aplicación digital, desarrollada por el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades, que permitirá a las autoridades hacer proyecciones sobre la evolución epidemiológica y ajustar las medidas restrictivas en cada momento.

La Comisión también ha aprobado una recomendación en la que pide a los Estados de la UE la puesta en marcha de un programa de seguimiento y análisis de las aguas residuales para rastrear cualquiera de las variantes del coronavirus. Bruselas pide que se analicen las aguas al menos dos veces por semana en las ciudades de más de 150.000 habitantes. Señala que se trata de un sistema que “puede proporcionar información rápida y barata sobre la propagación del virus. Y calcula que con 6.000 puntos de chequeo se podrían rastrear las aguas residuales del 70% de la población.

En cuanto al turismo y la hostelería, Bruselas ha encargado al Comité Europeo de Normalización el desarrollo de “un sello sanitario voluntario para uso de los establecimientos”. El objetivo es que esté disponible este verano y que ofrezca garantías sobre los protocolos sanitarios y preventivos aplicados en los locales turísticos. La Comisión intenta así mitigar el impacto que el sector sufrió el año pasado, cuando las pernoctaciones hoteleras de europeos cayeron un 52% y la de turistas extracomunitarios un 68%.

El organismo presidido por Ursula von der Leyen intenta transmitir determinación en la toma de decisiones, subir el ánimo a una ciudadanía tocada y alentar una recuperación que saque del marasmo a los sectores más golpeados por la crisis. La economía europea ha sufrido en 2020 el mayor derrumbe desde su fundación, con una caída del 6,4%. Los datos de la Comisión indican que los ingresos en sectores clave como el turismo se han desplomado un 70% y puesto en jaque 11 millones de empleos; y el de la cultura vive un descalabro que ronda caídas del 76% en la música y del 90% en las artes escénicas.

Stella Kyriakides, comisaria europea de Salud, se muestra a pesar de todo optimista. “Hemos visto un progreso lento pero constante en la tasa de vacunación a pesar de los muchos desafíos a los que nos hemos enfrentado hasta ahora”, asegura en una entrevista con EL PAÍS y otros cuatro medios europeos celebrada el miércoles, cuando la UE acababa de cruzar el umbral de los 50 millones de vacunados, pero contenía la respiración por la suspensión de AstraZeneca.

Kyriakides ve el parón y la minuciosa revisión de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) como un punto fuerte que debería recuperar el crédito entre los europeos: “Los ciudadanos han seguido muy de cerca este proceso, saben que nunca hemos bajado el listón ni hecho recortes en términos de seguridad”, dice. “Lo relevante es comparar los beneficios de vacunar a los ciudadanos con los riesgos que tiene la covid”. Según la comisaria, una vez que ya se ha emitido el dictamen de la EMA, lo importante es que se comunique esta decisión “de forma clara y transparente”. “Así es como se genera confianza”.

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