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El impacto de la covid en el primer semestre de 2020: máximo histórico de muertes, mínimo de matrimonios

Los nacimientos siguen a la baja y alcanzan otro récord, con el menor número de la serie del INE, que comienza en 1941

Cuatro operarios, durante el entierro de un fallecido, el pasado abril en el cementerio madrileño de la Almudena.
Cuatro operarios, durante el entierro de un fallecido, el pasado abril en el cementerio madrileño de la Almudena.JuanJo Martín (EFE)
María Sosa Troya
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The impact of Covid-19 on Spain’s demographics: new highs for deaths, lows for marriage

La pandemia ha impactado duramente en las tendencias demográficas de España, según los datos provisionales del primer semestre de 2020 publicados este martes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En los seis primeros meses del año se batieron tres récords, dos de ellos relacionados con la crisis sanitaria: se registró un máximo histórico en las defunciones y un mínimo en los matrimonios, según se aprecia en la serie del INE, que comienza en 1941. Las 262.373 muertes suponen un 19,6% más que en el mismo periodo de 2019; las 28.327 bodas constituyen un 60,8% menos. Esta última es una bajada tan abrupta que se puede convertir en un presagio de la caída en los nacimientos, según los demógrafos consultados. Si bien los resultados de enero a junio no reflejan aún el impacto de la covid, dado que los niños nacidos en esas fechas fueron concebidos antes de que estallara la epidemia, la tendencia continúa a la baja. No solo se alcanza un mínimo —los 168.047 recién nacidos son un 4,2% menos que en el primer semestre de 2019 y suponen la cifra más baja desde que hay registros—, sino que los demógrafos auguran que el próximo año continuará la caída.

En un semestre de récords, el saldo vegetativo, que mide la diferencia entre los nacimientos y las defunciones, también alcanza otro: es el más negativo desde el comienzo de la serie histórica. Los alumbramientos caen y las muertes se disparan, por lo que también lo hace la diferencia entre ambos valores. El indicador en este periodo es de –94.326, cuando en el mismo intervalo de 2019 fue de –43.921. “En 2020 se aceleró la brecha entre defunciones y nacimientos”, explica Albert Esteve, director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona. Este experto apunta que en diciembre, cuando se publiquen los datos definitivos de 2020, “el balance negativo será cercano a 200.000 personas”. Según dice, “se trata de la pérdida de población más grande en décadas debido a una dinámica natural”, y “probablemente la inmigración no pueda compensar esta caída”.

Que las tendencias demográficas se vean tan alteradas por un fenómeno externo a la estructura de la población es tan excepcional que hay que remontarse a la Guerra Civil o a la gripe de 1918 para encontrar un fenómeno parecido, señalan los expertos. Diego Ramiro, director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), considera que “es mejor comparar con lo sucedido en 1918”: “Entonces cayó la fecundidad, hubo una disrupción en los matrimonios, se multiplicó la sobremortalidad y también tuvo un impacto en la esperanza de vida, mayor que el que tendrá la covid, dado que quienes morían lo hacían jóvenes, entre los 15 y los 40 o 50 años”.

El INE especifica que el aumento en las defunciones el primer semestre de 2020 se ha debido, principalmente, al efecto de la pandemia desde el mes de marzo. Las muertes aumentaron en todas las comunidades, a excepción de en Baleares y Murcia. Los expertos apuntan, no obstante, que será conveniente observar los resultados del año completo, cuando también se refleje el efecto de la segunda oleada y del comienzo de la tercera, que ha golpeado a regiones en las que el virus pasó de puntillas durante la primera etapa de la pandemia. De enero a junio, los mayores repuntes se dieron en la Comunidad de Madrid (64,3%), Castilla-La Mancha (46,2%) y Cataluña (31,8%). Cerca de la mitad de los fallecidos en los seis primeros meses del año tenían 85 años o más: fueron 128.509. De ellos, 3.471 eran centenarios.

Si bien normalmente son las comunidades más envejecidas las que peor saldo vegetativo presentan, de enero a junio de 2020 han cambiado las tornas. En el mismo periodo de 2019 fueron Galicia y Castilla y León las que presentaban una cifra más negativa (-8.456 y -8.083, respectivamente); el año pasado, lideraron el listado Cataluña (-15.347) y Madrid (-14.895). Joaquín Recaño, también investigador en el Centro de Estudios Demográficos, apunta no obstante que “el saldo vegetativo es todavía engañoso, porque el efecto de la pandemia en las concepciones se observará más adelante”.

Algo que, según los demógrafos, está relacionado con la drástica reducción de los matrimonios. Aunque cada vez es un factor menos determinante a la hora de decidir tener descendencia, muchas parejas siguen formalizando la situación antes de formar familia. El parón que experimentó el país de marzo a junio del año pasado se tradujo en que, si en el primer semestre de 2019 se casaron 72.321 parejas, en el mismo periodo de 2020 la cifra no llegó siquiera a las 30.000. En abril, en pleno confinamiento, solo se contabilizaron 286 enlaces, frente a los 10.145 del mismo mes del año anterior. En todas las comunidades, los descensos fueron superiores al 50%. “Si bien puede haber un repunte en el segundo semestre, de las bodas canceladas durante el primer confinamiento, los matrimonios son una especie de indicador de la respuesta social de la pandemia. Esto refleja que la gente se está retrayendo, que no ve claro el futuro”, apunta Recaño.

Y esto, definitivamente, tiene un impacto en los nacimientos. Ya en 2019 se había alcanzado el mínimo de toda la serie del INE. Si se observan las cifras relativas al primer semestre, la tendencia comenzó en 2009 y solo se interrumpió en 2014. Era previsible que la cifra continuara a la baja, dado que actualmente hay cohortes menos numerosas de mujeres en edad de ser madres y el momento en que se tiene el primer hijo va retrasándose paulatinamente (la edad media a la maternidad se situó en 2019 en 32,2 años). Es decir, que se tienen menos niños y se tienen más tarde. En el primer semestre de 2020, los nacimientos solo aumentaron en Ceuta (6,2%) respecto al mismo periodo de 2019, y los mayores descensos se dieron en Melilla (22,1%), Comunidad de Madrid (6,6%) y Navarra (6,5%).

Pero, a raíz de la pandemia, las cifras empeorarán. “Lleva asociada una crisis económica, que tiene un efecto añadido a la que veníamos arrastrando desde 2008, por lo que es probable que en los próximos años se registre una bajada de la fecundidad, pese al pequeño rebrote de todas las parejas que en estos meses retrasen al máximo el momento de tener hijos para no tenerlos en el peor momento de la epidemia”, explica Diego Ramiro. “Los datos del segundo semestre del año, pero sobre todo los de 2021, reflejarán el impacto en la fecundidad. Las estimaciones que hacen algunos países reflejan una caída de un 8% a un 10%”, añade. Y concluye: “El problema es que la edad a la maternidad en España es tan tardía, que ir retrasándola más puede provocar un incremento de parejas que acaben sin niños”.

Una coyuntura demográfica que genera ‘récords’

No está claro cuánto se extenderá esta crisis sanitaria y, por tanto, sus efectos en las tendencias demográficas. El demógrafo Joaquín Recaño apunta que los rescoldos tardarán en apagarse. “La pandemia tiene un efecto importante en el estado de ánimo. Tardaremos en reacomodar la demografía. Si se cumple el mejor escenario y en junio hay inmunidad de rebaño, la gente no va a empezar a tener hijos automáticamente, y hay ciertos sectores económicos que continuarán muy tocados, con el consiguiente impacto”, añade.

En cualquier caso, pandemias aparte, la “coyuntura demográfica que tiene España actualmente está programada para que vaya generando récords cada año”, según el demógrafo Albert Esteve. “Los nacimientos seguirán bajando en los próximos años y las defunciones aumentarán, a medida que la generación del ‘baby boom’ envejezca y se muera”, dice. “España es uno de los países más envejecidos del mundo y, pese a que tengamos una buena esperanza de vida, habrá muertes. Tenemos proyecciones hechas hasta 2070 y la brecha entre fallecimientos y nacimientos será muy grande a partir de 2040”, augura. “Si no viene mucha inmigración y no hay un milagro con la fecundidad, los saldos vegetativos serán más grandes que los que hemos visto este año, y no debido a una mala noticia, sino simplemente a la estructura de la población”, sostiene.

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Sobre la firma

María Sosa Troya
Redactora de la sección de Sociedad de EL PAÍS. Cubre asuntos relacionados con servicios sociales, dependencia, infancia… Anteriormente trabajó en Internacional y en Última Hora. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y cursó el Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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