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La natalidad se desploma: 2019 es el año con menos nacimientos de toda la serie histórica

El número de hijos por mujer que se sitúa en 1,23, la cifra más baja desde el año 2000

María Sosa Troya
Una mujer pasea con dos niños por el centro de Sevilla.
Una mujer pasea con dos niños por el centro de Sevilla.PACO PUENTES (EL PAIS)

Los nacimientos se hunden en España hasta alcanzar un mínimo histórico. El año pasado, con 359.770 recién nacidos, se registró la menor cifra de toda la serie del Instituto Nacional de Estadística (INE), que comenzó en 1941. En la última década, la caída ha sido del 27,3%. Se debe a que hay menos mujeres en edad fértil y a la bajada en el número de hijos por mujer. El año pasado se situó en 1,23, el dato más bajo desde 2000. Se retrasa la maternidad, a veces tanto que resulta imposible tener descendencia, y se tienen cada vez menos niños. Esto es lo que realmente preocupa a los expertos. Que en la década de los 30 a 40 años, cuando quien quiere formar una familia se juega todas sus cartas, no se den las condiciones que lo permitan.

Solo en 2019 se tuvieron 13.007 niños menos que en 2018, según las cifras del Movimiento Natural de Población. Únicamente en La Rioja aumentaron los nacimientos (un 3,3%) y en Ceuta y Asturias la caída fue del 14% y de 10,1%, respectivamente. El año pasado desbancó a 1996 como el periodo con el menor número de nacimientos en España en toda la serie histórica. Entonces fueron 362.626. Ahora se supera el récord y se continúa con la tendencia de la última década. En 2009 comenzó una caída solo interrumpida con un repunte en 2014. El INE explica que el grupo de mujeres de 25 a 40 años, donde se concentra un 86% de los nacimientos, esté formado por generaciones menos numerosas y que esto influye en este descenso. “Los nacimientos seguirán disminuyendo en los próximos años”, sostiene Teresa Castro, demógrafa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

También será común que el saldo vegetativo sea negativo. El año pasado fue el tercero consecutivo. Según explica el INE en su nota, este indicador es el resultado de restar a los nacimientos de madres residentes en España a las defunciones de residentes en el país. Concretamente, la diferencia fue de 57.146, el mayor saldo negativo en la serie histórica.

Pero lo que alarma es la fecundidad. “Va en caída libre”, apunta Albert Esteve, director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Empieza a ser preocupante”, sostiene. Llama la atención sobre la brecha entre los dos hijos deseados mayoritariamente y los que finalmente se tienen. “Refleja la dificultad de los jóvenes”, señala. “Si nos comparamos con otros países europeos, tenemos un mayor desempleo, especialmente entre los 25 y 35 años, el pico de edades reproductivas. Somos campeones en precariedad, ya desde antes de la crisis de 2008”, continúa Castro. “No digo que sea causa-efecto, pero sí ayuda a entender lo que ocurre. Tenemos pocas políticas de conciliación, la vivienda es más cara, la emancipación, más tardía”, añade.

Así que se van posponiendo todas las transiciones vitales. El año pasado, la edad media de la maternidad se mantuvo estable en 32,2 años, pero en esta última década se ha ido retrasando, también en el caso de las extranjeras (un 22,3% de los nacimientos tenían madre extranjera), que por primera vez superan la edad media de 30 años. Los nacimientos de madres de 40 o más años han crecido un 63,1% en la última década. Casi uno de cada 10 recién nacidos (9,7%, frente al 4,2% de 2008) tienen una madre que ha cumplido los 40. “Resulta aún más relevante mirar el dato de las madres primerizas que han superado este umbral. En 2018 [para 2019 no está disponible aún este dato] era el 8%”, señala Castro.

“No es que de pronto a los 38 se piense en ser madre. Sino que se acaba de estudiar tarde, se empieza a trabajar tarde, con becas… Es muy raro que se logre un empleo relativamente estable antes de los 30. Se tarda más en encontrar una pareja e irte a vivir con ella, tienes que poder encontrar un piso y poder pagarlo, pasa algo parecido en Italia”, añade Castro. “Hay una mayor proporción de quienes no pasan del segundo hijo, y también de quienes deciden no tenerlo. Hay un 14% de mujeres de 25 a 39 años que en la Encuesta de Fecundidad de 2018 respondió que no tenía hijos porque no quería y un 8% por no ver reducida su libertad personal. Otros motivos para retrasar la maternidad o para no tener hijos son problemas de conciliación y laborales, razones económicas y no tener una pareja estable”, sostiene esta experta. “El problema no es que se retrase la edad de tener hijos por motivos culturales, porque se prioricen otras cosas antes de tenerlos. No me obsesiona comparar cómo somos a los 25 los suecos y los españoles. El problema es que a partir de los 30 los obstáculos que ellos se encuentran son menos. Se han emancipado antes, hay un buen Estado de bienestar, han tenido tiempo de viajar…”, añade Esteve.

Este era el panorama que se dibujaba antes de que irrumpiera la covid-19. El coronavirus ha caído como una bomba y los expertos aseguran que influirá en los indicadores demográficos. “Disminuirán los nacimientos, y mucho. A corto plazo, en 2020 y en 2021, seguro. Pero hay que ver cómo evoluciona a largo plazo”, augura Castro. “Se retrasará esta decisión. Solo el impacto del parón en los tratamientos de reproducción asistida ya se va a notar. Pero sobre todo influirá la crisis económica que viene, va a ser el factor que más impacte en el descenso”, añade. Algo que afectará especialmente a los nacidos en los ochenta, “que encadenan dos crisis”, en la primera “eran jóvenes”, apunta. “Ahora ya no lo son tanto”, dice.

También aumentarán las muertes, “aunque hay que ver en qué proporción”, matiza Albert Esteve. “Es posible que parte de quienes han fallecido este año debido al virus lo hubieran hecho igualmente a lo largo de 2020, hay que estudiarlo. Pero probablemente tendrá también un impacto en la esperanza de vida”, sostiene. En 2019 esta se situó en “máximos”, al alcanzar los 83,6 años: 80,9 para los hombres y 86,2 para las mujeres.

Esteve resta importancia a que el año pasado se redujeran los decesos (se registraron 417.625, un 2,4% menos que en 2018, “cuando la mortalidad por la gripe fue alta”). Hay una tendencia estructural, dice, a que cada vez haya más muertes porque generaciones más numerosas van envejeciendo. “El saldo vegetativo negativo va a ser noticia en los próximos 30 años”, apunta. Habrá que ver a cuánto asciende en 2020 debido a la pandemia.

Desplome de las bodas católicas

El año pasado volvió a registrar una caída de los matrimonios. Se celebraron 165.578 enlaces, lo cual supone un 1,2% menos que en 2018. Es la cifra más baja desde 2014. Hace 10 años, eran 177.144, según la información difundida este miércoles por el INE. Pero además, también se retrasó la edad media a la que se da el “sí, quiero”, una tendencia que también se aprecia en la última década. Los hombres se casaron, de media, a los 38,7 años. Las mujeres lo hicieron a los 35,9. Hace 10 años, lo hacían a los 35,2 ellos y a los 32,1 años, ellas.

Desde que en 2009 el número de matrimonios civiles superó a los eclesiásticos, el porcentaje que suponen estos sobre el total ha ido descendiendo. Si hace 20 años eran el 75,5%, el año pasado fueron el 20,5%, según destaca el INE en su nota.

El 3,1% de los matrimonios de 2019 correspondieron a parejas del mismo sexo (5.108 enlaces). En el 17,6% de las bodas con cónyuges de distinto sexo, al menos uno de ellos era extranjero.

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Sobre la firma

María Sosa Troya
Redactora de la sección de Sociedad de EL PAÍS. Cubre asuntos relacionados con servicios sociales, dependencia, infancia… Anteriormente trabajó en Internacional y en Última Hora. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y cursó el Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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