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Columna
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Carne cultivada y granjas urbanas

No somos conscientes del desafío que representará alimentar a los 9.100 millones de personas que habitarán el planeta en 2050

Milagros Pérez Oliva
Puesto de venta de fruta en Mercamadrid.
Puesto de venta de fruta en Mercamadrid. Álvaro García

Lo dijo el gran James Lovelock: el cambio climático lo cambia todo. Eso significa que todo debe ser revisado, desde el modelo productivo a la movilidad. Somos conscientes de que necesitamos una transición energética rápida y radical, pero no lo somos tanto del desafío que representará alimentar a los 9.100 millones de personas que habitarán el planeta en 2050, el 80% de ellos en zonas urbanas. La FAO estima que para garantizar una adecuada nutrición para esa población habrá que aumentar un 70% la actual producción de alimentos. Solo la producción de cereales para consumo humano y animal deberá aumentar en más de 1.000 millones de toneladas anuales.

Más información
El derecho a la alimentación en el camino a la sostenibilidad; por J. C. García

El problema es que el patrón de alimentación de los países ricos no es sostenible y lo primero que habrá que revisar es el consumo de carne. El ganado es responsable del 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Un tercio de las tierras cultivables se destina a producir forrajes y cereales para engordar animales. Para atender el aumento de la demanda con los patrones dietéticos actuales habría que deforestar una superficie equivalente a Brasil.

La revolución que se avecina no parece que vaya a llevarnos a alimentarnos de pastillas, como apuntaba la ciencia ficción, pero habrá que adaptar el modelo de producción y también el de consumo a una dieta básicamente vegetal, de proximidad y de temporada. El conocimiento y la tecnología pueden venir en nuestra ayuda, y de hecho ya se está invirtiendo en los primeros desarrollos. Las técnicas de cultivo celular permiten obtener carne a partir del tejido celular de los propios animales, sin modificar su composición, a razón de 400 kilos por cada kilo utilizado. Y las granjas verticales que ideó el microbiólogo Dickson Despommier, profesor de salud pública y ambiental de la Universidad de Columbia, para las grandes urbes comienzan a ser una alternativa ventajosa. En sus cálculos, un edificio de 30 pisos podría producir vegetales para 10.000 personas. Estas granjas no sufren plagas, por lo que no necesitan ni pesticidas ni herbicidas, gastan poca agua y consumen energía, pero es LED y pueden obtenerla de placas solares. En Miyagi (Japón) hay una planta que produce 10.000 lechugas diarias con LED.

La mayor granja vertical en funcionamiento está en Newark, Nueva Jersey. Tiene 6.500 metros cuadrados y produce 900 toneladas de hortalizas al año. Hay otra en proyecto de 8.300 metros cuadrados en Chicago, que puede ser rápidamente superada por el megaproyecto que estudia Shanghái, de más de 100 hectáreas, o la que desarrolla el emirato de Dubái, de 12.000 metros cuadrados. Es una cuestión de sostenibilidad, pero también de seguridad en el suministro: el emirato importa el 85% de los alimentos que consume y quiere asegurarse de que el 75% de la energía que utilice sea también de origen solar.

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