_
_
_
_

El Congreso aprueba la primera ley de eutanasia con amplia mayoría

La izquierda, Ciudadanos y el PNV suman apoyos para permitir que España sea el sexto país del mundo que regula el derecho a la muerte digna

La diputada socialista María Luisa Carcedo (en el centro) con familiares, activistas y resto de diputados, frente a la Cámara baja tras la aprobación. En vídeo, la presidenta del Congreso anuncia el resultado de la votación.Vídeo: Andrea Comas | ATLAS
Xosé Hermida

El adjetivo “histórico” está tan manido que ninguno de los diputados se atrevió a usarlo, aunque hubiese motivos que lo justificasen. Como ya había ocurrido con el matrimonio igualitario, España se sitúa entre los primeros países del mundo —será el sexto— en reconocer un nuevo derecho social, en este caso a la eutanasia. Y lo hace con un amplio acuerdo político, plasmado en la votación de este jueves en el Congreso de los Diputados: 198 a favor, 138 en contra y dos abstenciones. Una vez que la ley pase el trámite del Senado, en las primeras semanas del año ya será legal en España que un enfermo incurable solicite ayude para poner fin a su vida.

Al contrario de lo que ocurrió con la ley de educación, el reconocimiento del derecho a la muerte digna logró saltar barreras ideológicas, al unir a la izquierda, a Ciudadanos y a un partido de orientación cristiana como el PNV. El rechazo llegó de la derecha: el PP, con un discurso menos estridente que el exhibido hasta ahora; Vox, con el tremendismo marca de la casa, y los dos diputados de Unión del Pueblo Navarro (UPN), en línea similar. Hubo un diputado que no votó con su grupo, Ferran Bel, del PDeCAT, que se abstuvo alegando sus convicciones cristianas, según fuentes de esa formación. Otro de ERC, Joan Capdevila, prefirió no votar por las mismas razones, según explicó a Europa Press. La segunda abstención fue de Tomás Guitarte, de Teruel Existe.

María Luisa Carcedo, en el centro, es aplaudida tra su intervención en el pleno.
María Luisa Carcedo, en el centro, es aplaudida tra su intervención en el pleno. Andrea Comas

Se podría decir que casi todo empezó a mediados de los años noventa en una aldea gallega. Allí, un accidente dejó atrapado en la cama para toda la vida a un hombre tetrapléjico que, sin poder usar las manos, escribía manifiestos con la boca. Se llamaba Ramón Sampedro y rompió lo que era un tabú en España. Llegó con su caso hasta el Tribunal Supremo y el cine hizo de su historia una fábula universal. Por casualidad, el primero en intervenir en el debate de este jueves en el Congreso era un gallego, Néstor Rego, el único diputado del BNG, y sus palabras tuvieron algo de lamento por cómo acabó el caso de Sampedro. “Las personas que lo ayudaron a morir [su amiga Ramona Maneiro, en la clandestinidad de un piso, en enero de 1998] fueron perseguidas judicialmente”, recordó Rego. “Esta ley se ha hecho esperar demasiado tiempo”.

Otros diputados fueron recordando después casos parecidos, como los de María José Carrasco o Maribel Tellaetxe. o el del fallecido doctor Luis Montes, al que la Comunidad de Madrid acusó en 2005 de provocar la muerte de 73 pacientes terminales en el hospital de Leganés, un caso que los tribunales acabaron desestimando. “Un héroe”, lo ensalzo con emoción la diputada de Unidas Podemos Rosa Medel. Como la tribuna de visitantes del Congreso está cerrada por la pandemia, las asociaciones por el derecho a morir dignamente no pudieron entrar al hemiciclo a celebrarlo. Se quedaron ante la escalinata principal, en el mismo lugar donde dos horas antes se habían concentrado otras pocas decenas de contrarios a la ley con imágenes de calaveras y banderas de España.

El anterior intento de aprobar una ley de eutanasia —el actual era el quinto— se produjo hace tres años, lo promovió Unidas Podemos y entonces los socialistas votaron en contra. Ahora han sido sus impulsores y los que han negociado con los demás grupos a través de la exministra de Sanidad María Luisa Carcedo. Desde la tribuna del Congreso la felicitó su sucesor, Salvador Illa, para quien la aprobación supone una prueba de que España es una “sociedad democrática y madura”. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se asomó poco después a las redes sociales para saludar la nueva “conquista social”.

Inés Arrimadas, durante su intervención.
Inés Arrimadas, durante su intervención.Andrea Comas

No es muy frecuente ver a Inés Arrimadas y a Íñigo Errejón defendiendo juntos los valores liberales. Ni al regionalismo cántabro votar al lado de los independentistas y anticapitalistas de la CUP. Y a todos empleando argumentos no muy diferentes. Para Ciudadanos, la eutanasia supone una de esas banderas que le permiten marcar distancias con la derecha, y de ahí que su líder subiese personalmente a la tribuna para defender la ley y proclamar “Es uno de esos días en que es un honor ser diputado”. “Somos liberales, defendemos la libertad”, dijo la líder de Ciudadanos.

Los distintos portavoces fueron compartiendo los argumentos en defensa de la ley. No supone una despenalización de la ayuda al suicidio, insistieron, sino un derecho para enfermos en situaciones irreversibles. La norma es “garantista”, la palabra más repetida, porque, entre otras cosas, obliga al paciente a ratificar en cuatro ocasiones, bajo supervisión médica, su voluntad de morir. Permite la objeción de conciencia de los sanitarios. Y, sobre todo, reiteraron, no quita ningún derecho, solo reconoce que “nadie puede obligar a otra persona a prolongar su vida con sufrimiento”, en palabras de Carcedo. “Hay que legislar más allá del código ético de cada uno”, abundó Joseba Aguirretxea, del PNV.

El PP baja el tono

La ley había salido la semana pasada de la comisión que la elaboró en medio de los peores calificativos de la derecha, que acusaba al Gobierno de abrir la puerta a la “eliminación de los más vulnerables”. Esta vez, el PP rebajó notablemente su discurso. El diputado José Ignacio Echániz se centró en defender la alternativa de una ley de cuidados paliativos y en subrayar la oposición de la cúpula de los colegios médicos, de sociedades científicas y de “todas las confesiones religiosas”. Echániz criticó que no se hubiesen escuchado esas voces antes de abordar una reforma “atropellada y chapucera”.

Vox permaneció fiel a su narrativa apocalíptica. La ley supone instaurar una “industria de la muerte”, dijo la diputada Lourdes Méndez Monasterio, que lamentó además que se apruebe “cuando el mundo va a celebrar el nacimiento de Jesús”. Pero quien de verdad puso en pie a los diputados de toda la derecha fue el portavoz de UPN, Carlos García Adanero, que lo ilustró así: “Esto es como el suicida que está en el alero, Se le puede mandar la policía y los psicólogos o empujarlo. Ustedes lo van a empujar”


Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_