‘Madres- guardería’: la solución de decenas de miles de brasileñas que no tienen dónde dejar a sus hijos por la pandemia
En São Paulo, sin estancias infantiles desde marzo, muchas familias recurren a mujeres que cuidan hasta 25 niños en casa
Tras cinco años y siete meses trabajando en la misma tienda de São Paulo, a Ana (nombre ficticio), la despidieron a principios de noviembre porque tenía que cuidar de su hija de dos años. Esta mujer de 27 años, que prefirió mantener el anonimato, vive en Morro Doce -en las afueras de la capital, y, con las guarderías cerradas desde que comenzó la pandemia, dejaba a su hija con una vecina. “Esta chica cuida de unos 25 niños en su casa, pero hay que recogerlos a las cinco de la tarde. Mi jefe quería que hiciera horas extras, le expliqué que no podía por mi bebé y me despidió”, cuenta. Hasta la llegada de la covid-19, en São Paulo había unos 340.000 niños matriculados en centros de educación infantil. La falta de plazas para satisfacer la demanda de la ciudad más grande de Brasil ya era un problema para muchas familias y un desafío para la administración municipal. La crisis sanitaria ha empeorado la situación.
Según la encuesta Mujeres en la pandemia, realizada por Gênero e Número, un portal que produce periodismo de datos especializado en género y raza, el 50% de las mujeres brasileñas empezaron a cuidar a alguien durante la pandemia. Para el 16% de estas mujeres, esto tuvo consecuencias económicas. Muchas, como Ana, perdieron su trabajo. La tasa de desempleo en el segundo semestre de 2020 fue del 12% entre los hombres y del 14,9% entre las mujeres, de acuerdo al Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Este informe también mostró que en la segunda mitad de marzo, cuando los Estados brasileños adoptaron medidas de aislamiento social, siete millones de mujeres dejaron el mercado laboral. La cantidad de hombres que perdieron el trabajo fueron cinco millones, un 30% menos. Otros informes señalan que la participación femenina en el mercado laboral ha vuelto a niveles de los años noventa: entre las mujeres que tienen hijos de hasta 10 años, esta participación disminuyó del 58,3% en el segundo trimestre de 2019 al 50% en el mismo periodo de este año.
“Vamos justos, pero mi prioridad es mi hija”, resume Ana. La solución a la que recurrió, las guarderías informales o las madres-guardería, como se conoce a las mujeres que cuidan a los hijos de otras personas en casa sin ningún reconocimiento legal, es una de las más utilizadas durante la pandemia. Solo en Paraisópolis, la favela más grande de São Paulo, se estima que hay 1.000 mujeres que prestan este servicio. Para llegar a fin de mes, Ana acabó convirtiéndose también en una madre-guardería. “Estoy cuidando en casa al bebé de una vecina que tiene que ir a trabajar y no tiene con quién dejarla. Si funciona, veré si puedo cuidar de más niños”.
Gilvanete Marins, una empleada del hogar de 34 años, ha conseguido mantener su trabajo, pero ha tenido que ajustar su presupuesto para poder pagar a la cuidadora que se queda con sus hijos, de 5 y 8 años, mientras ella trabaja en una casa del barrio de Alphaville, en la ciudad de Barueri (área metropolitana de São Paulo). “Los dos iban a una escuela municipal, a tiempo completo. Ahora tengo que gastar 400 reales (79 dólares) al mes para pagar a la vecina que los cuida”, se lamenta. Esta misma vecina cuida de otros ocho niños en su casa, dice Gil, como ella prefiere que la llamen. También cuenta que preguntó a la escuela de sus hijos cuándo va a volver a abrir, pero no le han dado ninguna información.
Según el último balance trimestral de la Secretaría Municipal de Educación, en septiembre al menos 6.670 niños esperaban una plaza de educación infantil en la ciudad, 2.448 de los cuales pedían una escuela específica. El cierre de casi todos los centros municipales de educación infantil por la pandemia ha perjudicado incluso a quienes ya tenían plaza y ha sobrecargado a las madres.
“En el transporte público, he visto a madres que se llevan a sus hijos al trabajo, pero yo no puedo. Si tuviera solo uno o si fueran más pequeños, puede que lo hiciera”, dice Gil, quien, a pesar del miedo a contraer el coronavirus, solo se quedó en casa 25 días, justo al comienzo de la cuarentena. Trabaja siempre con mascarilla y guantes y dice que se pone mucho gel hidroalcohólico durante la jornada laboral. “Tengo mucho miedo. Aunque las escuelas y las guarderías reabrieran, creo que no llevaría a mis hijos. Hay niños que van y se enferman”, dice.
Según la pediatra Ana Escobar, tiene que haber un fuerte movimiento que exija a los políticos un plan seguro para volver a las aulas en las escuelas públicas, con condiciones mínimas. “Garantizar jabón, toallas de papel y ventilación en las aulas es básico”, dice. Para la médica, hay que reorganizar las aulas para que haya más distancia entre los alumnos y recomendar que todos los niños mayores de dos años lleven mascarilla. “Tal vez lo más complicado, por increíble que parezca, es la higienización de las instalaciones después de cada clase y la higienización de las manos de los niños con agua, jabón y toallas de papel. Eso tiene que hacerse en todas las escuelas”, dice. La pediatra explica que, como los estudios demuestran que los niños que contraen la covid-19 tienen síntomas más leves y su tasa de transmisión no es alta, los padres y familiares no deberían temer el regreso a las aulas. “Adoptando medidas de seguridad en las escuelas, también podemos garantizar la seguridad de las familias y los maestros”, dice.
Guarderías cerradas
Las clases extraescolares para alumnos de educación infantil y primaria están autorizadas en São Paulo capital desde el 7 de octubre. El protocolo municipal de regreso a las aulas determina un aforo del 20% de los estudiantes por turno (mañana o tarde); prevé el uso de equipos de protección individual (EPI) y establece una estancia máxima de dos horas al día. La asistencia es opcional y la decisión de volver a abrir las puertas la tomaron los Consejos de cada escuela, compuestos por profesores, dirección, estudiantes y familias.
São Paulo cuenta con unas 4.000 escuelas municipales y todas pueden abrir siguiendo estas reglas. Según el Ayuntamiento de São Paulo, solo 34 de las aproximadamente 3.000 guarderías municipales están abiertas para realizar actividades extracurriculares presenciales, lo que representa solo el 1,1% de las unidades. La decisión de reabrir depende de cada centro y también de la demanda, que sería pequeña. Muchos padres y madres, como Gilvanete, todavía temen dejar a sus hijos en las guarderías y escuelas.
Los que no pueden pagar una niñera o una guardería informal hacen malabares logísticos para conciliar el cuidado de los niños con el trabajo. Este es el caso de Raíssa, de 38 años, que trabaja en una oficina de administración y tiene una niña de 11 años. “Estoy divorciada y volví a trabajar presencialmente en agosto. Quedé con el padre de mi hija que ella se quedaría dos días laborales conmigo y tres con él. Pero ha pillado covid-19 y está en la UCI”, contó, a finales de noviembre. Tuvo que echar mano de amigos y familiares voluntarios que cuidaran de su hija mientras estaba en el trabajo. “Mi vida es un verdadero caos”, cuenta.
En la fila de espera
Aunque la pandemia ha agravado la situación, la falta de plazas en las guarderías municipales es un problema crónico en la ciudad de São Paulo desde hace años. Ya eran insuficientes antes de la pandemia y las estadísticas han evidenciado otra cara de la desigualdad social. Según el Mapa de Desigualdad de la Primera Infancia, de la organización Red Nuestra São Paulo, el tiempo medio de espera para una plaza en una guardería de la región de Grajaú, uno de los distritos más pobres de la ciudad, es de hasta 153 días. En barrios ricos, como Pinheiros y Consolação, esta espera varía entre 50 y 115 días.
El alcalde Bruno Covas, recientemente reelegido, prometió eliminar la lista de espera de las guarderías en 2021 creando 50.000 nuevas plazas, siguiendo la estrategia de comprarlas en escuelas privadas. A los niños de 0 a 3 años que todavía están esperando plaza, y que provienen de familias socialmente vulnerables, el Ayuntamiento les ofrece un subsidio de 200 reales (40 dólares).
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