La difícil vuelta a casa en Navidad cuando la PCR vale más que el avión
El sector turístico y residentes fuera de España presionan para que el Gobierno acepte también pruebas de antígenos, más baratas aunque menos fiables
Volver a casa por Navidad se está convirtiendo para los españoles que residen en otros países en algo más caro y complicado de lo que imaginaban cuando reservaron sus billetes de avión. Desde el pasado lunes los viajeros deben presentar una PCR negativa realizada en las 72 horas anteriores a su llegada a los aeropuertos españoles, bajo amenaza de multa de hasta 6.000 euros. Hay países, como Francia, que reembolsan el importe de esa prueba privada, pero la mayoría no cubren el coste, que puede superar los 200 euros, como ocurre en Suecia. El malestar entre los españoles residentes en el extranjero empieza a llegar a oídos de consulados y embajadas, que cada vez reciben más consultas.
Las de Carla Lane, española de 24 años que este curso estudia un máster en Oxford, cayeron en saco roto. Lo único que ella y su amigo Rubén sacaron en claro fue que la prueba que hace gratis la sanidad británica no sirve. “Ha sido una odisea encontrar un test”, dice. Un laboratorio de la ciudad inglesa les pedía 275 libras, así que buscaron otras opciones, como la popular cadena de farmacias Boots, que cobra 120. Pero no había citas libres que coincidieran con las 72 horas previas a su vuelo, el día 7. Finalmente ha optado por pagar 175 libras a un laboratorio que le mandará el kit con el bastoncillo para tomarse la muestra ella misma en casa y que le dará resultados a las 24 horas. No es perfecto, dice, y sigue siendo caro, pero quería acabar con la incertidumbre y el estrés de estos últimos días: “No me quiero arriesgar a que no me dejen montarme en el avión”.
Otros han descartado volar estas fiestas. Es el caso de Sally Davies, londinense de 50 años y residente en Barcelona. Ya dudaba de si merecía la pena correr riesgos visitando a sus padres en el Reino Unido, y las trabas para ir y volver a España han terminado de convencerla. De ida tendría que hacer una cuarentena de 14 días y a la vuelta, disponer de la PCR negativa. “Si vas una semana, tienes que estar confinada y romper el confinamiento para hacerte una PCR para volver a España. Es absurdo”, lamenta. Y el dispendio económico también es un hándicap: “En Londres cuesta 200 libras una PCR. Tengo una hija. Sería 400 libras más aparte del viaje”, protesta, y reclama que se acepten los test de antígenos como prueba para viajar, más rápidos y baratos.
El sector turístico y las aerolíneas también presionan para que se acepten esos test. “Los hoteleros ya están notando la menor demanda desde que entró en vigor la PCR obligatoria”, explica Javier Gándara, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas. Su organización está a favor de las pruebas diagnósticas a la entrada, pero pide que sean “asequibles y rápidas”. “Los billetes de avión son más baratos que las PCR”, exclama. Y la saturación de los laboratorios también es un problema. Algunos se curan en salud y en la letra pequeña reflejan que no se comprometen a tener el resultado en un periodo determinado.
“La prueba que ofrece una mayor seguridad es la PCR, por eso se exige en origen”, explica un portavoz del Ministerio de Sanidad sobre la posibilidad de aceptar el test de antígenos. Los expertos aseguran que esta prueba, que da resultados en 15 minutos y no necesita de un laboratorio ni personal especializado, es muy útil para unas cosas pero no para otras. “En asintomáticos está por ver si funcionan bien. De momento no están validados y nos tememos que tienen una sensibilidad baja”, explica Julio García, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. Los test están recomendados cuando hay síntomas de entre dos y cinco días de evolución o en casos de contacto estrecho con un positivo.
Sin embargo, Sanidad sí los está usando en los aeropuertos cuando llegan personas que no tienen la PCR negativa hecha. “Se obtiene el resultado en muy poco tiempo y el viajero sale del aeropuerto con su resultado. En caso de que salga positivo, se deberá valorar su confirmación por PCR”, dice el ministerio. Al viajero le sale gratis la prueba, pero es probable que salga del aeropuerto con una denuncia. Sanidad no confirmó si las ha puesto, ni cuántas.
Las aerolíneas no comprueban el resultado de la PCR por protección de datos; solo se aseguran de que el pasajero haya rellenado el formulario de control sanitario y obtenido un código QR para acceder a la terminal. Son los funcionarios de Sanidad Exterior los que controlan el resultado del test a la llegada, piden test de antígenos si es necesario y denuncian al pasajero que no presente la PCR.
“Hay muchos elementos que impiden una movilidad fácil y están a propósito. No podemos pensar que las vamos a tener todas con nosotros cuando hay una pandemia: tiene que haber restricciones”, defiende Daniel López-Acuña, exdirector de Emergencias de la OMS. El experto considera “razonables” las pruebas para evitar casos importados, aunque lamenta la falta de “una política unificada en la Unión Europea”. López-Acuña también tilda de “peligroso” que las aerolíneas presionen con el uso de pruebas de antígenos: “No darán la suficiente fiabilidad para casos asintomáticos y van a colarse positivos”.
Fernando Simón, portavoz del Centro de Alertas Sanitarias, señaló en una comparecencia el día 12 que el número de casos importados es “muy bajo” y que no compensa el esfuerzo para detectar los pocos positivos que puedan entrar por los aeropuertos. Desde el 11 de mayo los casos importados son un 0,3% del total, según Sanidad.
Algunos Ejecutivos regionales ya se están moviendo. El de Baleares anunció este jueves que pagará la PCR a los residentes de las islas que viven fuera del archipiélago y que vayan el próximo puente a las islas a ver a sus familias. La presidenta del Ejecutivo regional, Francina Armengol, afirma que trabajan con el Gobierno central para cerrar un acuerdo que permita exigir PCR a los viajeros nacionales que lleguen al archipiélago.
Con información de Lluís Pellicer, Ana Carbajosa, Silvia Ayuso, Rafa de Miguel y Lucía Bohórquez.
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