“Las prisas por la vacuna pueden provocar dudas en la ciudadanía”
“Estamos asistiendo a una carrera de la vacuna según la empresa y eso genera inquietud”, dice el presidente de la Asociación Española de Vacunología, Amós García Rojas
En apenas una semana, tres vacunas contra la covid-19 apuntan elevados niveles de eficacia contra el virus: del 90%, la vacuna de Pfizer; del 92% la rusa Sputnik V; y la última, la de Moderna, más de un 94% de efectividad. Claro que la información llega a través de las notas de prensa de las compañías farmacéuticas o del centro de investigación de turno, y no a través de los canales oficiales, que es la publicación del ensayo clínico en una revista científica de impacto. En cualquier caso, el presidente de la Asociación Española de Vacunología, Amós García Rojas (Santa Cruz de Tenerife, 66 años), ve con “optimismo” los datos, aunque pide “prudencia”.
Pregunta. ¿Qué significan los resultados de Moderna?
Respuesta. Siguen añadiendo optimismo a la disponibilidad de productos que tienen una buena calidad de intervención frente a la pandemia. La eficacia que están teniendo, según sus resultados, es muy elevada. Aunque me hubiera gustado que los resultados no se escenificaran en una nota de prensa, sino en revistas científicas relevantes, que nos permiten evaluar mejor el impacto desde el punto de vista científico.
P. ¿Esta vacuna servirá entonces para prevenir la covid-19 o atenuar casos graves?
R. La vacuna lo que hace es que evita que uno resulte afectado por el virus, evita la enfermedad. Su impacto sobre las formas graves todavía no está definido.
P. Primero ha sido Pfizer. Ahora Moderna. ¿Qué diferencias hay entre ellas? ¿Cuáles son sus ventajas y desventajas?
R. Las dos tienen un buen estándar de eficacia y la línea de desarrollo de las mismas es muy similar también. Quizá, la ventaja más evidente es de tipo logístico, en tanto que una de las vacunas [la de Pfizer] se tiene que conservar a una temperatura de menos 80 grados y la otra no.
P. La vacuna de Oxford y Astrazeneca era otra de las más avanzadas.
R. Y lo sigue siendo. Es una de las que está llamando a la puerta y el hecho de que no esté en el ámbito mediático es porque la empresa no ha sacado ninguna publicación.
P. ¿Por qué hay tantas prisas con los anuncios y no se espera a publicar los resultados en revistas científicas?
R. Voy a quedarme situado en un ángulo de buena fe y voy a pensar que es por la necesidad de llevar optimismo a la ciudadanía después de tantas noticias negras, tanta desazón y tanto desconcierto. Desde el lado malo, podemos pensar en movimientos bursátiles y temas de estos [precisamente, la bolsa se ha mantenido al alza tras el anuncio de Moderna].
P. ¿Las prisas pueden poner en riesgo la seguridad del fármaco?
R. No, la seguridad no. Lo que pueden poner son algunas dudas e interrogantes en la ciudadanía. Eso sí que me preocupa. Parece que estamos asistiendo a una carrera de la vacuna según la empresa. Y eso no es bueno porque genera inquietud en la ciudadanía. Lo lógico es que se presenten los resultados en los medios científicos y poco a poco fuéramos viendo el impacto. ¡Qué curioso!: sale Pfizer, con el 90% de efectividad; luego la Sputnik, 92%; y ahora Moderna, 94%. No parece un modo razonable para ganar la adherencia de la ciudadanía.
Pero eso no tiene nada que ver con la seguridad: todos los procesos que siguen estas vacunas son los que siguen siempre. Luego tendrá que ser autorizada por los órganos reguladores del medicamento.
P. A estas alturas, ¿puede caerse alguna vacuna?
R. Yo creo que no, que tal y como está de adelantada y culminada la fase 3 de los ensayos clínicos, veo complicado que se puedan caer. Alguna que esté en una fase inicial, sí. Pero que se caigan estas, es complicado. Pero en ciencia nunca hay nada imposible.
P. Un tercio de los españoles es reacio a inmunizarse cuando salga la vacuna, según una encuesta de 40dB. para EL PAÍS. ¿Qué opina?
R. Desde luego, tiene coherencia con las dudas e incertidumbres y algunos movimientos que ha habido con relación a la pandemia. Tiene lógica esa respuesta de un porcentaje amplio de la ciudadanía. Pero somos un país que tiene muy interiorizado lo que han significado las vacunas como herramienta básica de salud pública y creo que cuando lleguen las vacunas, posiblemente este perfil de falta de adherencia que tienen algunos ciudadanos respecto a ellas vaya desapareciendo poco a poco. La clave es esta reflexión: ¿cuál es la alternativa? ¿Seguir con el dolor, el sufrimiento y seguir profundizando en la crisis económica? La alternativa es mucho más contundente que el pequeño efecto secundario que podría tener una vacuna.
R. Creo que no porque somos un país vacunador y con un discurso razonable deberíamos conseguir que esa falta de adherencia que tiene una persona desaparezca. El hacerlo obligatorio podría tener efectos secundarios negativos en relación con la vacunación. Ahora bien, si vamos vacunando y la cobertura no crece y la pandemia sigue y sigue, a lo mejor sí habría que replantearse la necesidad de aplicar criterios de obligatoriedad. Pero no ahora.
P. Llegarán varias vacunas a la vez para la misma enfermedad, ¿cómo debería organizarse la administración de las mismas?
R. Como no hay estudios de intercambiabilidad entre las vacunas, si empiezo a vacunarme con una, tengo que seguir con esa vacuna y no con otra. Lo lógico es que, en función de las priorizaciones que se establezcan en un proceso que va a ser muy complejo, en función de las características de la vacuna y del número de dosis que vayan viniendo, habrá que ir vacunando a determinados colectivos con determinadas vacunas. Si disponemos de más de una vacuna, como todo indica que va a ser así a lo largo del primer semestre de 2021, deberíamos ir definiendo para qué es esta vacuna o la otra.
P. ¿Usted se vacunaría?
R. Sin ninguna duda. Por tres motivos: porque soy médico, porque tengo más de 60 años y porque tengo una patología de base, que es la hipertensión. Sé que es lo único que va a evitar en estos momentos que tenga la posibilidad de infectarme.
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