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Italia se encamina al confinamiento

La Asociación Nacional de Anestesistas calcula que la cifra de pacientes que necesita ingreso en UCI tiende a doblarse cada 10 días. El centro y el sur del país sufren más que con la primera ola

La plaza del Duomo, en Milán, este miércoles.
La plaza del Duomo, en Milán, este miércoles.DANIEL DAL ZENNARO (EFE)

Italia superó este miércoles el millón de casos de coronavirus, con 1.028.424 contagios, casi 11 meses después de que se registraran los primeros dos positivos el 31 de enero: dos turistas chinos que llegaron ya infectados al país transalpino. A primeros de septiembre, los registros de Protección Civil contaban 270.189 casos desde el inicio de la pandemia, lo que ofrece una idea del vertiginoso aumento exponencial de la curva epidemiológica los últimos tres meses.

El número de víctimas también está experimentando un marcado repunte, sobre todo los últimos días. El miércoles se registraron 623 fallecimientos, una cifra que no se veía desde abril y todas las regiones contaron muertes de pacientes con coronavirus. El porcentaje de ocupación de las camas de UCI en la mayoría de las regiones ha superado el umbral de emergencia del 30% considerado “crítico” por el Ministerio de Sanidad, a pesar de que el número de camas disponibles se están aumentando continuamente sobre la marcha. La Asociación Nacional de Anestesistas calcula que la cifra de pacientes que necesita ingreso en UCI tiende a doblarse cada 10 días.

En la primera ola, las imágenes de una caravana de camiones militares sacando de la ciudad de Bérgamo ataúdes que estaban amontonados en los cementerios se convirtió en el emblema del infierno que se vivía en el norte del país. En esta fase, una fotografía de una peregrinación de ambulancias en Turín que trasladaban pacientes de un hospital colapsado a un centro covid ha terminado siendo el símbolo del sufrimiento de la segunda ola. En Nápoles, el alcalde, Luigi de Magistris ha denunciado colas de pacientes a la espera de recibir oxígeno.

“Hemos vuelto al punto de partida”, resume Giovanni Leoni, vicepresidente del Colegio de Médicos de Italia, que lleva días pidiendo al Gobierno un confinamiento general como única medida eficaz para aplanar la curva. “Es una receta muy amarga desde el punto de vista político y económico, pero es necesaria”, señala. Y añade: “El problema es que estamos en noviembre y tenemos por delante meses largos en los que aumentarán las personas afectadas por la gripe estacional y como siempre ha pasado, muchos necesitarán hospitalización y para entonces los hospitales podrían estar ya llenos con pacientes con covid-19”, señala. Y recalca una diferencia fundamental con la primera ola: “En marzo nos dirigíamos al verano, una estación favorable para el virus”.

El viceministro de Sanidad, Pierpaolo Sileri ha excluido un cierre total como el de la pasada primavera, pero sí ha reconocido que el Gobierno está barajando aumentar las restricciones en los lugares más afectados.

Desde hace una semana, el país está dividido en tres zonas de diferentes colores —rojas, naranjas y amarillas—, como si de un semáforo se tratara y en cada una de ellas rigen restricciones más o menos severas, en función de la gravedad de la situación. Cada vez son más las regiones en las que se aplican limitaciones más duras. En las zonas rojas designadas para Lombardía, Piamonte, Calabria, Valle D’Aosta y desde el martes la provincia autónoma de Bolzano, la coyuntura es muy parecida a la de un confinamiento. En las zonas naranjas al inicio solo estaban Sicilia y Apulia, pero el martes, el Ministerio de Sanidad incluyó también en este grupo a Abruzos, Basilicata, Liguria, Toscana y Umbria, basándose en una serie de parámetros como la ocupación de las camas de UCI o el índice de contagios. En estos lugares se puede salir del municipio de residencia solo por motivos justificados y los bares y restaurantes están cerrados durante todo el día, aunque el resto de comercios siguen abiertos y los alumnos de secundaria deben quedarse en casa y acogerse a la didáctica a distancia.

Salvar la campaña de Navidad

Proteger la economía, además de la salud y tratar de salvar la campaña de Navidad son puntos prioritarios para el Gobierno, que está tratando de evitar a toda costa un confinamiento nacional. Pero tanto el primer ministro, Giuseppe Conte como expertos y autoridades de todos los frentes han advertido de que serán unas fiestas atípicas, sin abrazos, ni grandes cenas, ni bailes. “Si llegamos a Navidad con un cierto margen de serenidad puede ser beneficioso para el consumo también”, ha dicho Conte. “Serán unas navidades de alto riesgo, es un momento de gran valor económico para todos, pero deberíamos llegar a diciembre con una inversión de tendencia de contagios importante si queremos salvar parcialmente las fiestas, no serán tranquilas”, apunta Leoni.

A diferencia de la primera ola, que azotó principalmente el norte de Italia, en particular la región de Lombardía, en esta segunda oleada la covid está golpeando con ferocidad el país transalpino de norte a sur. De hecho, en muchas regiones meridionales y centrales la curva epidemiológica ha alcanzado cotas superiores a las que se registraron los días más críticos de la pasada primavera. Según el Instituto Nacional de Estadística italiano, entre marzo y abril de este año, la mortalidad en el norte del país se duplicó respecto al mismo periodo del año anterior, mientras que en el centro y en el sur, el aumento de fallecimientos fue mucho más discreto, entre un 5% y un 12% más. En cambio, según los datos preliminares relativos a la segunda ola que maneja Sanidad, el exceso de mortalidad que se ha registrado en el centro y sur ya supera al de la primera oleada, al contrario de lo que ha ocurrido en el norte.

En Italia, la brecha entre el próspero norte y el sur, más empobrecido, es particularmente pronunciada y en esta pandemia se está haciendo evidente en el aguante de los diferentes sistemas sanitarios. Los hospitales de algunas regiones septentrionales, como Lombardía o Piamonte están mucho mejor equipados que los de otras regiones sureñas como Calabria o Campania. De hecho, el mismo número de personas hospitalizadas en dos regiones diferentes podría significar una situación casi normal en un caso y el colapso en el otro.

Por eso, el alcalde de Reggio Calabria, Giuseppe Falcomatà, ha explicado que la región está en ‘zona roja’ no por un número especialmente elevado de contagios sino por los escasos medios con los que cuenta para afrontar la pandemia. Además, el sistema sanitario calabrés, habitual presa de la Ndrangheta, lleva una década gestionada por un comisario extraordinario designado por Roma para evitar las infiltraciones mafiosas.

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