El 64% de las UCI de Madrid ya están ocupadas por enfermos de covid
La capacidad original de intensivos de la región es de 641 camas, la comunidad, sin embargo, contabiliza hasta 936 plazas en las que incluye otras unidades como las postquirúrgicas
“Cualquiera que sale cualquier día del hospital y lee o escucha que la ocupación de las UCI es del 40% se enfada muchísimo porque eso no es real”. Lo dice el doctor Mario Chico, presidente de la Sociedad Madrileña de Medicina Intensiva (Somiama), y ese 40% al que hace alusión corresponde al número de pacientes graves ingresados en los hospitales públicos y privados de Madrid en proporción a las cifras de camas que da la Comunidad. Asegura tener habilitadas 936. Sin embargo, no todas ellas son plazas de intensivos, la Consejería de Sanidad incluye en ese número todas las unidades convertidas para operar como UCI sin serlo: las de recuperación postanestesia (URPA), quirófanos o unidades coronarias. Los datos de marzo, del propio organismo, cifraban la capacidad de la región en 500 camas públicas de UCI y en 141 privadas. Este jueves, ya había 409 pacientes graves ocupando esas camas: el 63,8%.
“El día a día”, dice Chico, “es que los profesionales tienen una enorme preocupación por el número de camas”. Y la preocupación se hace más intensa según avanzan los días, porque en apenas dos semanas la Comunidad casi ha duplicado los enfermos graves ingresados, el 2 de septiembre había 220. También se agudiza según los centros, porque la presión asistencial que soportan “también tiene que ver con el área de salud que se cubre y el número de contagios que se producen en esa área”, explica una portavoz del hospital Gregorio Marañón. Así, los hospitales de la zona sureste que abarcan la población de Vallecas, Parla o Fuenlabrada, donde la incidencia del virus es mayor, se ven más afectados que los del resto del territorio.
Esa asimetría va desde los 32 graves que ya tienen en ese gran hospital —cuya capacidad original era de 18 camas y llegaron hasta las 134 en el peor momento de la crisis—, hasta la nula ocupación que tienen la mayoría de los privados, los 12 de La Princesa o los 19 enfermos graves que ya tiene Getafe, según los datos por hospitales que publican periódicamente un grupo de médicos de 62 centros madrileños.
“Aquí, nuestra capacidad inicial es de 18 camas más seis específicas para grandes quemados. Tenemos 19 pacientes covid, dos quemados y seis críticos no covid… Así que los no covid ya están ocupando las camas de grandes quemados y dos de ellos están en la REA [la unidad de reanimación]”, dice un intensivista de Getafe: “Lo siguiente será volver a ocupar la unidad de coronaria o las URPA, como en marzo, y eso no es lo más óptimo para los pacientes. Esto se va a ir a la mierda en breve si seguimos así”.
La presión por hospitales es asimétrica y tiene relación con las áreas de salud que cubren y la incidencia del virus en esos lugares
Joaquín Estévez, presidente de la Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa) y experto en gestión hospitalaria, comparte esa visión negativa e insiste en explicar que la dotación instrumental y personal de las UCI no es la del resto de unidades: “Por ejemplo, en una unidad de críticos debería haber una enfermera cada dos camas por turno, en las URPA y las REA la ratio es de una por cada cuatro camas. Tampoco el material es el mismo, los respiradores no son los mismos y aún habiendo suficientes respiradores, no hay manos, no hay suficientes médicos. Y estamos hablando de enfermos graves que requieren de un manejo muy específico”.
En el momento más crítico de la primera ola de la pandemia, llegó a haber 1.528 de esos pacientes. Los médicos hablan de “miedo” ante la posibilidad de que eso vuelva a repetirse; en julio, a mediados, cuando se alcanzó la cifra de 25 de estos críticos ingresados, pensaron que lograrían vaciar poco a poco sus unidades. Pero desde ese momento, la curva cambió. “La solución estaba clara, el problema es que se ha incumplido lo marcado, no solo a nivel nacional sino europeo: contener la pandemia dependía del refuerzo de los mecanismos de diagnóstico precoz y seguimiento, es decir, atención primaria y salud pública, y no se ha hecho. El muro de contención ha fallado”, sentencia Estévez.
Los planes de elasticidad
Por eso, algunos hospitales ya pusieron en marcha hace semanas los llamados “planes de elasticidad”, protocolos que los centros pergeñaron durante la primavera poniendo sobre papel todas las decisiones que habían tenido que tomar para conseguir salir de la avalancha que los arrasó. Desde la consejería confirman que ya se han activado en al menos tres hospitales, el 12 de Octubre, el Marañón o el Infanta Leonor, en Vallecas.
En esos planes de elasticidad, Jordi Colomer, exgerente de grandes centros como Vall d’Hebron y Sant Pau, en Barcelona, se pregunta qué pasa con los pacientes de otras patologías, víctimas indirectas del virus y apunta que “quizás” habría que intentar mantener hospitales para enfermos no covid: “No se pueden desatender el resto de problemas sanitarios, que son la base real del sistema de salud. En esta respuesta a la pandemia, que es de contingencia, deberían haberse tomado más decisiones en ese sentido aparte de buscar todas esas otras soluciones comunicativas, retóricas y de impacto, como el hospital de pandemias. Debemos aprender a convivir con lo de antes y lo de ahora”.
No se pueden desatender el resto de problemas sanitarios, que son la base real del sistema de saludJordi Colomer, exgerente de grandes centros como Vall d'Hebron y experto en gestión hospitalaria
Ahora, dice Mario Chico, el presidente de Somiama y jefe de sección de UCI de Trauma y Emergencias en el 12 de Octubre, “vendrá el frío, la gripe, y el resto de patologías que en la primera ola no estuvieron a causa del confinamiento, como los accidentes de tráfico, que prácticamente desaparecieron”. Sin olvidar, añade, que también antes “estuvo cancelada toda actividad no urgente en los hospitales, todo lo programado”, como cirugías y pruebas, algo que no ha ocurrido de forma uniforme en todos los hospitales; y “el estrés, el cansancio y la situación emocional de los profesionales”.
Todo eso, alega Chico, “va a sumar”: “La curva es distinta y no sabemos cómo evolucionará, porque la realidad te pasa por la izquierda en 15 minutos. Ahora, ¿podíamos esperar en enero estar como estuvimos en marzo? No. ¿Podíamos esperar en abril o mayo como podíamos estar en septiembre? Sí”.
“Nuestra capacidad para atender correctamente a esos pacientes críticos es muy limitada”
Eugenio Fernández es anestesista en el hospital Infanta Sofía de Madrid, cuenta que ya hay 14 pacientes críticos ingresados cuando la capacidad original de la UCI es de ocho camas. Cuenta también que no puede volver a repetirse lo que ocurrió en marzo y abril, cuando la falta de médicos de intensivos llevó a buscar la solución urgente de que el servicio de Anestesia fuese el refuerzo para las UCI: “El manejo de los pacientes no es el mismo porque las especialidades son distintas, aunque estén relacionadas. Y ocurre lo mismo con Enfermería, no se puede poner a profesionales que nunca han visto un respirador a trabajar así. Que busquen otras soluciones”.
Él es uno de los firmantes de una carta apoyada por todo el servicio y enviada el 4 de septiembre al consejero delegado de Sanidad de la Comunidad, al gerente del hospital, al director médico y a los jefes de servicio de Anestesiología y Reanimación y de Medicina Intensiva. “Nos reiteramos en nuestra buena voluntad y ganas de cooperación en aras de ofrecer la mejor atención posible a nuestros pacientes en un contexto como el actual”, dice la misiva, pero “no todo se puede solventar con buena voluntad como se hizo en marzo-abril. Nuestra capacidad para atender correctamente a esos pacientes críticos es muy limitada, circunscribiéndose nuestra actividad habitual al cuidado crítico postoperatorio en sus primeras 72 horas. El manejo con una mínima calidad y seguridad de estos pacientes críticos médicos se extralimita en nuestras funciones como anestesiólogos”.
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