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Cinco años de Ni Una Menos: cuando Argentina se plantó frente a la violencia machista

El quinto aniversario coincide con un aumento de los feminicidios por la cuarentena que mantiene a víctimas y agresores encerrados en el mismo espacio las 24 horas

Buenos Aires -
Pañuelos contra la violencia de género y a favor de la legalización del aborto frente al Senado en Buenos Aires (Argentina), el pasado septiembre.
Pañuelos contra la violencia de género y a favor de la legalización del aborto frente al Senado en Buenos Aires (Argentina), el pasado septiembre.Natacha Pisarenko (AP)

Este 3 de junio, el grito de Ni Una Menos contra la violencia machista no retumbará frente al Congreso de Buenos Aires. Entrará por las ventanas y a través de las redes sociales por la cuarentena obligatoria impuesta para frenar la covid-19. El movimiento que traspasó las fronteras de Argentina y se extendió por todo el continente cumple cinco años en un momento crítico: el confinamiento ha recrudecido todos los tipos de violencia contra las mujeres y se han disparado las llamadas de ayuda de las víctimas.

En marzo, Ada, de siete años, y su madre, Cristina Iglesias, fueron asfixiadas, apuñaladas y enterradas en el patio de su casa, en la periferia de Buenos Aires. A Jésica Minaglia la golpearon en la cabeza hasta matarla. Romina Videla, de 37 años, fue quemada viva y agonizó durante seis días antes de morir. María Alejandra Sarmiento fue apuñalada frente a testigos. Son cinco de las 57 mujeres asesinadas en los 70 días de cuarentena por la covid-19 en Argentina. Los asesinos fueron personas de su círculo íntimo. Las mataron en casa.

El confinamiento obliga a víctimas y maltratadores a convivir las 24 horas bajo el mismo techo. “Los llamados para pedir ayuda han aumentado un 30%”, dice Ada Rico, titular de la ONG La Casa del Encuentro, pionera en la difusión de estadísticas sobre feminicidios. Rico se muestra preocupada por las trabas que enfrentan hoy las mujeres para ir a denunciar a una comisaría, ya que al hacerlo tienen que dejar a sus hijos en casa con el agresor.

La pandemia ha modificado también los feminicidios, subraya la directora de La Casa del Encuentro. “Históricamente, el arma más usada es el arma de fuego. Ahora son las manos: las golpean o las asfixian. Vemos también que ha aumentado el número de adultas mayores, algunas de 80 años y más, mujeres que no van a realizar una denuncia y que no las podés sacar de esa casa. Sus agresores las matan y después se suicidan”, detalla Rico.

A raíz de Ni Una Menos, el Estado argentino comenzó a publicar distintas estadísticas oficiales sobre feminicidios, entre las que destaca las de la Corte Suprema de Justicia. Según sus datos, en 2019 hubo 252 mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres, un 1% menos que en 2018. Además, el máximo tribunal registró también 16 feminicidios vinculados y cinco transfeminicidios. Las cifras “revelan la violación sistemática a los derechos humanos de las mujeres en nuestro país”, afirmó la vicepresidenta de la Corte Suprema, Elena Highton de Nolasco.

La histórica manifestación del 3 de junio de 2015 y las que se repitieron en la misma fecha en los años siguientes no lograron erradicar los feminicidios, pero marcaron un punto de inflexión en la organización y visibilización de las mujeres.

“La importancia que tuvo y tiene Ni Una Menos es muy vibrante a día de hoy. Lo que hizo fue abrir un escenario en el que pudimos enunciar las formas de violencia que transitamos”, dice Sabrina Cartabia, abogada feminista y una de las fundadoras del colectivo. Cartabia subraya que hace cinco años, Ni Una Menos quiso visibilizar los feminicidios por ser la más extrema de las violencias contra las mujeres, pero después puso énfasis en toda la matriz social, que incluye el reparto inequitativo de las tareas de cuidado, una brecha salarial del 30% o los riesgos que corre una embarazada por abortar en la clandestinidad.

“Sin aborto legal, seguro y gratuito no hay Ni Una Menos”, comenzó a leerse en pancartas de la cada vez más grande marea verde a favor de legalizar la interrupción voluntaria del embarazo. Cada año, cerca de medio centenar de mujeres muere y unas 50.000 son hospitalizadas por complicaciones derivadas de abortos en Argentina. El Gobierno de Alberto Fernández había prometido enviar un proyecto de ley al Congreso, pero la covid-19 lo dejó en suspenso.

Sobrecarga por la cuarentena

Desde 2015, las feministas argentinas han organizado además huelgas de mujeres y movilizaciones para denunciar la desigualdad en trabajos y hogares, que se ha agudizado durante los más de 70 días de cuarentena. “Sentimos esta crisis, que es económica, sanitaria, habitacional y ecológica, en la sobrecarga del trabajo doméstico en las casas y del trabajo territorial. El 90% de los espacios comunitarios que tienen a cargo la alimentación de les vecines son sostenidos por mujeres”, dice Ni Una Menos en el comunicado difundido este miércoles y firmado por decenas de organizaciones sociales.

“En la pandemia, las situaciones precarias se precarizan aún más”, coincide Cartabia. “La pobreza está feminizada. Muchas mujeres que trabajaban en la economía informal se quedaron sin ingresos y para tener un lugar al que irte necesitás autonomía económica”, añade.

“Hoy tenemos que salir con la boca tapada, pero nada tapa nuestro grito y las muchas maneras de decirlo: ni una travesti menos, ni una trans menos, ni una trabajadora menos, ni una trabajadora sin salario menos, ni una afro menos, ni una indígena menos, ni una migrante menos, ni una negra menos, ni una villera menos, ni una sin tierra, ni una sin vivienda, ni una muerta más por aborto clandestino”, exige Ni Una Menos, en su lucha por transformar cada casa, trabajo y escuela de Argentina.

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