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China propone un fondo de 2.000 millones de dólares contra la pandemia

El país asiático ha expresado su apoyo a una investigación sobre la pandemia que esté encabezada por la OMS

Macarena Vidal Liy
Emisión en Pekín de un programa de noticias con la intervención por videconferencia del presidente chino, Xi Jinping, ante la OMS
Emisión en Pekín de un programa de noticias con la intervención por videconferencia del presidente chino, Xi Jinping, ante la OMSGREG BAKER (AFP)

El presidente chino, Xi Jinping, ha prometido un fondo de 2.000 millones de dólares en dos años para luchar contra la covid-19 y poner a disposición de la humanidad la vacuna que logre China contra el coronavirus. También ha expresado su apoyo a una investigación sobre la pandemia que esté encabezada por la OMS y que se desarrolle cuando la enfermedad esté “bajo control”. Y ha defendido tajantemente la gestión de su país en la crisis.

Xi habló por videoconferencia en la Asamblea Mundial de la Salud, el órgano de toma de decisiones de la OMS, que en esta ocasión y debido a la pandemia se celebraba de manera remota. Su intervención -anunciada por su Gobierno en el último momento y “a invitación del director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus”- buscó mostrar su voluntad de colaborar, con un mensaje en el que insistió en la necesidad de la cooperación global para imponerse contra el virus y de apoyar a los países en desarrollo más afectados.

Los días previos habían sido de intensa actividad diplomática de China. Quería contrarrestar no solo una propuesta de resolución planteada por la Unión Europea y Australia, con el apoyo de 122 países, para exigirle una investigación sobre el origen de la pandemia. También la petición de Taiwán, la isla autogobernada que considera parte de su territorio, para participar en la reunión.

Aunque Taiwán tuvo un estatuto de observador entre 2009 y 2016, mientras las relaciones entre Pekín y Taipéi disfrutaron de un momento dulce cuando en la isla gobernaba el conservador Kuomintang, esa situación cambió tras la llegada al poder de la presidenta Tsai Ing-wen, a la que China considera pro-independentista. Las presiones de Pekín, que alega que su asiento ya representa a Taiwán, hicieron que se le retirara ese estatuto. Ahora solicitaba recuperarlo para poder conocer de primera mano los avances contra la pandemia y explicar su modelo, que ha permitido que la isla solo haya registrado 440 casos y siete muertes.

Los contactos diplomáticos de China parecen haber surtido efecto. Este mismo lunes, Taiwán anunciaba que retiraba su petición, una vez quedaba claro que no obtendría el respaldo suficiente. “Los países quieren usar el tiempo limitado disponible para concentrarse en modos de contener la pandemia”, explicaba en Taipéi el ministro de Exteriores taiwanés, Joseph Wu, que agregaba que su Gobierno volverá a intentarlo en los próximos meses, “cuando las reuniones puedan celebrarse de manera normal, para asegurarnos de que se desarrolla un debate completo y abierto”.

Además, la posición de Pekín sobre una investigación internacional ha evolucionado en los últimos días. Su oposición absoluta se ha transformado en un “bueno, si es así”, una vez que ha quedado claro el apoyo de países como Rusia a una pesquisa, y el borrador de resolución apuntaba menos a un interés en determinar el origen que a colaborar para resolver la pandemia. Se espera que finalmente esta medida se adopte por consenso en la Asamblea, celebrada de modo virtual por la crisis.

Con esos triunfos bajo el brazo, en su intervención grabada Xi pidió apoyo para la OMS, después de los recortes de fondos que ha anunciado Estados Unidos al considerar que la organización se había puesto del lado de China. Respaldarla es “apoyar la cooperación internacional y la batalla para salvar vidas”, explicó. “China pide que la comunidad internacional aumente su ayuda política y financiera a la OMS para movilizar recursos en todo el mundo que derroten el virus”, añadió. En aras de esa cooperación, consideró, todos los países deberían aunar esfuerzos a la hora de compartir información sobre tratamientos. La vacuna contra la covid-19 debería ser un “bien público global” y las que produzca China estarán disponibles como tales para “que sean accesibles y asequibles para todos los países en desarrollo".

El presidente chino también quiso responder a las críticas sobre la gestión que su país ha hecho de la crisis. Aseguró que su país se ha comportado con transparencia y “hecho cuanto estaba en nuestra mano” para ayudar a otros.

También sostuvo que apoyará “una revisión exhaustiva” de la respuesta global a la pandemia cuando la enfermedad haya quedado bajo control. “El trabajo debe basarse en la ciencia y la profesionalización, debe ser encabezado por la OMS y llevado a cabo de manera objetiva e imparcial”, agregó.

La gestión de la pandemia ha acelerado la caída libre en la que han entrado las relaciones entre Pekín y Washington. Diplomáticos chinos han hecho circular la teoría de que el virus pudo llegar a Wuhan, el foco original de la epidemia, traído por soldados estadounidenses que participaron en los Juegos Militares que se celebraron en octubre en esa ciudad china de 11 millones de habitantes. Inicialmente, el origen se había atribuido a un mercado de marisco donde se vendían todo tipo de animales salvajes.

Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, defiende que el patógeno pudo salir del Instituto de Virología de Wuhan, donde un equipo de expertos investigaba coronavirus de murciélagos, el animal del que se considera que el SARS-CoV-2 pudo saltar al ser humano, quizá a través de otra especie intermedia. China niega esa posibilidad rotundamente.

Las razones de las sospechas en torno a la gestión de China

No solamente Estados Unidos, sino otros países occidentales, han expresado suspicacias sobre cómo China gestionó las primeras semanas de la pandemia. El presidente francés, Emmanuel Macron, declaraba en abril que “claramente hay cosas que han pasado que desconocemos” .


Entre los puntos que levantan suspicacias, además de dónde se pudo originar exactamente la enfermedad, se encuentra el número oficial de infectados y fallecidos en China-menos de 5.000 víctimas mortales, 82.000 casos confirmados-, muy por debajo de lo que han registrado otros países. Pekín responde que las bajas cifras se deben a la rapidez con la que cerró Wuhan, una vez ya se conoció el alcance del problema, y se impuso el confinamiento estricto de su población. En esa ciudad, no obstante, cuando se les pregunta los ciudadanos en las calles consideran que las cifras oficiales son demasiado bajas.


El propio guru de las autoridades chinas en la crisis, el veterano epidemiólogo Zhong Nanshan, ha admitido en declaraciones que emitía este fin de semana la cadena CNN que las autoridades locales de Hubei (la provincia donde se encuentra Wuhan) no divulgaron al comienzo toda la verdad sobre lo grave que era el problema. “Al principio se mantuvieron callados y entonces yo dije que probablemente tengamos un número mayor de infectados”, ha sostenido. Sus sospechas se despertaron cuando, durante un periodo de diez días a mediados de enero, el número de contagios se mantuvo invariable, mientras fuera de China seguían llegando los anuncios de nuevos casos.


Una de las razones por las que la población tardó en concienciarse fue la censura: varios médicos que comenzaron a hablar en sus círculos sobre la enfermedad fueron amonestados. Entre ellos se encontraba el oftalmólogo Li Wenliang, que acabaría contagiándose él mismo de covid-19 y falleciendo el 5 de febrero. El Tribunal Supremo acabaría dictaminando que, de no haber silenciado a los médicos, los ciudadanos de a pie hubieran tenido más elementos para informarse y tomar medidas para protegerse en aquellas primeras semanas clave. El Gobierno chino ha incluido al doctor Li en la lista de mártires fallecidos en la lucha contra la enfermedad.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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